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De una pequeña habitación con un frigorífico en Jerez a ser referente nacional
Reabre la emblemática cafetería
Los dos peroles para hacer churros lucen brillantes en una de las esquinas del local. Son de tecnología digital, lo más avanzado que hay en España en materia churrera y vienen desde la empresa JL Blanco de Valladolid, una referencia en el sector. Ha sido lo que ha seleccionado Miguel Pizarro, maestro churrero y cuyos churros son muy conocidos en la ciudad puesto que los ha elaborado en El Andén, una terraza situada junto a la estación de trenes y famosa por este producto.
Los hay de los gordos y de los finos y hasta contarán con una máquina amasadora que controla todos los detalles para que la base de los churros quede a la perfección. La churrería está en un espacio estanco, con cocina propia y con un sistema de extracción de humos que impide que todo huela a ellos.
Los churros se pueden comprar para tomar en el establecimiento y también para llevar, como era tradicional en La Vega, un local que se abrió en 1961 de la mano de Manuel Vallejo Fernández y que se convirtió en una referencia para los desayunos y meriendas de la ciudad.
El cuidado de los detalles no está sólo en la churrería, se aprecia en todos los aspectos del edificio que se ha llevado casi un año y medio de obras. Fue en 2017 cuando los empresarios de origen chino Sui Ping Zhang y Suli Liu, aunque afincados ya desde hace años en Jerez, entraron en contacto con el arquitecto Eric Perignat Le Touze. Le comunicaron que querían realizar una operación importante en este carismático edificio que habían adquirido y que querían remozar. Al proyecto se uniría también luego el conocido asesor de empresas jerezano Luis Calvo.
El proyecto de La Vega ha sido realizado en conjunto por Eric Perignat y el interiorista de moda en la provincia de Cádiz, Christian Harhoff, que han transformado por completo el edificio aunque queriendo conservar el estilo 'artdecó' que tenía y que han recreado tanto en el mobiliario como en arquitectura y la efectista decoración del local. De la antigua Vega tan sólo queda un mural realizado en hierro forjado, un canto a las delicias gastronómicas de la ciudad, que cuelga de una de las paredes de la planta baja.
Pero también queda parte de la antigua plantilla del bar. Así cuatro de sus camareros forman parte del nuevo proyecto: Manolo Peña, Moisés Tordesillas, Juan Antonio Hortas y Antonio Romero, de 44 años y que llevaba desde los 14 trabajando en el establecimiento. Todos están al mando de Juan Herrera, un veterano profesional de la hostelería jerezana con 59 años y 44 de experiencia que se encargará de coordinar al equipo de camareros del local.
La Vega, que ya ha abierto sus puertas, funciona en dos plantas, con unas funciones claramente diferenciadas. La baja, con un amplio salón, una barra en forma de u y coronada con un espectacular copero flotante, estará dedicada a la gastronomía (desayunos, meriendas y tapeo), al igual que la terraza.
La primera planta, que ocupa el espacio de la antigua terraza, está dedicada a las copas. Para ello se ha cerrado completamente gracias a una espectacular cristalera realizada con un material especial, también lo último en el mercado, que además de permitir unas preciosas vistas de la ciudad, aisla completamente el espacio con lo que la música, que sirve para ambientar el espacio, no se escucha fuera. El sistema de sonido empleado, también de última tecnología, llama la atención, señala Harhoff.
La decoración llama la atención. Las mesas son de pino y aluminio, expresamente diseñadas y fabricadas para La Vega, al igual que todos los sillones. En los pies de cada mesa se recrea el logotipo del establecimiento. Las sillas tienen un vistoso y colorido forrado en la parte posterior. Del techo cuelga un jardin de plantas que parecen de verdad, pero no lo son. La pieza que marca la estancia es una barra cuadrada cubierta con piedra Onyx, un mármol muy apreciado. Todo, además, cambia de color gracias a un complejo sistema de iluminacion. La zona de copas, como tiene un horario diferente al del bar, tiene una entrada independiente desde la calle, en la zona más cercana al mercado de abastos.
La planta baja es la dedicada “a comer”. Además de los desayunos, que no se limitan a los churros, hay diferentes tipos de panes y también bollería. Uno de los puntos interesantes es que parte de las mantecas y patés que se sirvan en el local están elaborados en la cocina del local, diseñada por la empresa gaditana Unic, una especialista en estas cuestiones.
Como jefes de cocina La Vega ha fichado a dos cocineros muy conocidos en Jerez, José Luis Prieto y Emilio Dorantes. Prieto, 39 años y formado en Suiza se dio a conocer en el restaurante Reino de León, que fundó su padre y donde su cocina creativa llamó la atención. Dorantes, 47 años y formado en la Escuela de Heliopolis de Sevilla ha sido durante muchos años el jefe de cocina de El Almacén, un establecimiento del centro de Jerez y donde logró también llamar la atención con sus creaciones.
Ambos se han encargado de diseñar la oferta gastronómica de La Vega. Además de los desayunos y meriendas ofrecer una carta de platitos para el almuerzo y la cena. El ritmo será frenético ya que la zona de comidas tiene, entre el salón y la terraza, capacidad para unas 200 personas.
La primera carta tiene una treintena de platos. “Trataremos de que haya una presentación cuidada y la idea es tener una carta que guste a todos. Tendremos desde sandwiches a platos con atún rojo”. Han recuperado algunas recetas que les dieron fama en otros locales como los saquitos rellenos o la ensaladilla de pulpo.
Otro de los puntos que tienen en cuenta es que el local será visitado por muchos turistas. Así tendrán para ellos desayunos continentales con huevos revueltos, salchichas, bacon y bollería o americanos.
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