Rebelión de las 102 de San Benito en Jerez
Vecinas de San Benito exigen un local para poder recoger alimentos desde la asociación
Residentes de las 102 viviendas protestan por "el abandono" del Ayuntamiento
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Jerez/Las vecinas de las 102 viviendas de San Benito están hartas, muy hartas de esperar. Vecinas y también vecinos aunque son ellas las que han tomado las riendas de las reivindicaciones para gritar bien fuerte que esta barriada “está abandonada”.
En el interior de estos bloques, ubicados junto a los juzgados de Tomás García Figueras, se dieron cita este martes un grupo de residentes. Fueron pocos, en comparación con el número de personas que viven en estas viviendas, pero suficientes para dejar claro que no están dispuestos a esperar más y que se manifestarán, si la situación no mejora, en la puerta del Ayuntamiento de Jerez. “Vamos a tener que volver a cortar calles, como hacíamos años atrás”, advierten.
Lamentan principalmente que en campaña casi todos los partidos llegan prometiéndoles mejoras de todo tipo pero, una vez pasado el periodo electoral, la realidad es que “no hacen nada”, según denuncian los afectados.
¿Qué piden los residentes de esta barriada de Jerez?
Ahora mismo son dos las principales reivindicaciones vecinales: mejorar la seguridad y dotar de un local a la asociación de vecinos de La Alternativa, que lleva décadas defendiendo los derechos de San Benito.
La petición de un local no es, aunque pueda parecerlo, una demanda menor para estos vecinos. Tenerlo significaría volver a contar con un lugar de encuentro para mujeres que apenas salen de sus pisos. Podrían, además, recuperar talleres, cafés y compañía como la que tuvieron hasta 2018, año en el que se quedaron sin el anterior local. Aseguran también que en una barriada con tantas necesidades y problemas, un local puede marcar la diferencia entre los más pequeños si pueden jugar, estudiar y aprender en un lugar seguro y controlado.
“Ya lo estudiaremos, es lo único que nos dicen cuando se lo pedimos. Pero aquí hay muchas personas necesitadas, muy vulnerables y sin trabajo que no pueden esperar”, explica Yolanda, mientras que otras dos vecinas, Antonia y Begoña, reconocen que “da mucha pena que traigan camiones con comida y se tengan que ir para atrás”.
Juan Pedro Valenzuela es el presidente vecinal y reconoce que ha pedido formalmente en diversas ocasiones que la asociación pueda contar con una sede, como tuvo con anterioridad, ya que reciben donaciones solidarias que no pueden recoger por falta de sitio.
Sin embargo, pese a las peticiones, “seguimos esperando”. Una situación que desespera a la asociación al comprobar en su día a día que hay muchos vecinos a los que le falta comida y, “aunque me traen muchas cosas, no tengo donde dejarlas y tengo que derivarlas a otras barriadas. Es una pena”.
Ante este panorama, las vecinas aseguran que están dispuestas a movilizarse y hacer “presión” para poder recoger los alimentos y ayudar a las familias que lo necesitan, además de disfrutar de un espacio de ocio y convivencia. “¿Qué hago? ¿Me quedo en un banco sentá cuando hay dos locales aquí mismo”, reflexiona esta vecina. Lo dice en alusión a la oficina situada en bajos de las 102 viviendas, un local municipal que albergó en su momento oficinas de Jereyssa y que, en estos momentos, se encuentra cerrado y en desuso.
Igualmente, recuerdan que a poca distancia se encuentra también el centro cívico Rosa Roige, donde también hay espacios disponibles. “Al principio te dicen que esto lo van a poner muy bonito, que no nos preocupemos pero una vez que cogen el sillón... se acabó. No es justo, estamos abandonados. Somos 102 vecinos y somos muy vulnerables, la mitad de nosotros tenemos que ir a los asistentes sociales”, explica Yolanda.
Igualmente, hace hincapié en que “aquí hay gente también muy interesante para conocer. No somos cuatro charangueros, hay gente con estudios y también con capacidad para enseñar a otras personas”, apunta, insistiendo en la necesidad de contar con un local para ello. “En Estancia Barrera hay un colectivo que hace muchísimas actividades con los niños y están encantados”, añade Antonia, mientras otras vecinas recuerdan que barriadas cercanas sí cuentan con locales para sus asociaciones.
“Todas estamos igual, no hay ninguna familia nadando en la abundancia. Somos familias trabajadoras, en paro, con muchos hijos y ya está bien de cachondearse de las 102 viviendas, puñetas. Así de claro. Que ya estamos cansados. El Ayuntamiento se está riendo de la cara de nosotros y ya está bien, no se puede soportar esto, es denigrante nos tienen abandonados”, asegura Yolanda, mientras las vecinas que se van uniendo asienten con la cabeza dándole la razón.
Por ello, reitera que mientras sufren esta situación “tenemos que ir a otras barriadas para que nos ayuden porque no tenemos sitio para nuestros alimentos... Simplemente pedimos un local, que el Ayuntamiento tiene 20.000 sitios y se lo ceden a quien les da la gana, no es justo. Aquí la mitad no tenemos ni para pagar luz ni agua... Nos pueden ayudar de otras maneras, no queremos solo dinero, queremos un lugar de convivencia”.
“La alcaldesa anterior vino diciendo que había que arreglarlo y nunca más supimos. Fue hace dos años, para que la votásemos. Pero aquí el único que hace algo es el marido de esta vecina, que se encarga de tenerlo todo bonito, y los bloques que hemos podido pintar es poniendo dinero los vecinos”, asegura. Yolanda continúa contando, además, que la actual alcaldesa conoce la situación de los vecinos: “Pelayo también estuvo, entró en mi casa porque le dije que se me caía de humedades. Ya no ha venido más, tiene un sillón”.
Eso sí, añade Begoña, “si no pagas la casa aparecen rápido diciendo ‘que te vamos a echar’”. “Si no tenemos para comer, ¿cómo pagamos una vivienda?”, añade otra mujer.
Falta de vigilancia
Por último, el presidente Juan Pedro Valenzuela recalca que la inseguridad es otro de los problema importantes en la barriada: “Por aquí no se ven guardias”. Como ejemplo, explica que en una reunión reciente con responsables del centro de salud de San Benito, los profesionales que trabajan allí le han trasladado su temor por ello: “Les da miedo cuando cierran y tienen que salir a recoger sus coches porque en la calle California siempre se encuentran grupos fumando”.
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