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Jaime Sicilia
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En una pequeña pared del salón de Rosa hay una foto suya cocinando. La encuentro mientras ella y Claudia, su nieta, se hacen unas fotos en la entrada de la casa y me apunto en la libreta: "seguro que lo que cocina huele bien". Me llama la atención esa foto porque ¿cómo es posible que yo oliera lo que Rosa estaba cocinando en esa olla? ¿Cómo es posible que la imagen de una mujer con su delantal ante los fuegos de una cocina de una pequeña casa de la Plazuela pudiera provocar la sensación de hogar? Tras un rato charlando con ambas, la respuesta llegó sola: ellas son hogar.
Me fijé en esa foto incluso antes de saber la historia que tiene detrás. En el sofá del salón de Rosa, Rosa la del delantá, la del Lili, la Rosa Moneo Vargas, abuela y nieta se miran con complicidad. Y quizás para ellas es algo normal, pero no siempre hay esa magia. Rosa y Claudia GR Moneo han lanzado el pódcast 'Un posca con mi abuela', una serie de conversaciones entre ambas en el que hablan de la vida, centrándose en temas tan importantes como la educación, la amistad, la comunidad, la identidad.
"No me había planteado un pódcast, pero hace un año me lo pensé y quería que fuera con ella con la intención de conservar todas nuestras conversaciones. Las dos nos tomamos nuestro tiempo y de ahí salen muchas cositas bonitas. ¿Cómo puedo sacar la historia de mi abuela? Pues todo debe ser oral y es importante también verle los gestos, la cara… Ella es mortal, está sembrá. Yo muchas veces vengo aquí y le digo que la estaría grabando 24/7", declara Claudia.
"Yo no sé si leer ni escribir, que tiene guasa, pero me acuerdo de todo. Mi madre tenía seis varones y dos hermanos solteros y la que llevaba el mando era yo. Todo el que llega come, siempre hay plato para el que lo necesita. Antes y ahora", añade Rosa.
Se hizo 'famosa' gracias a un vídeo del programa El Hormiguero en 2018, cuando tuvo que mudarse de casa por la enfermedad de su marido y el barrio se echó a la calle para homenajear a una vecina muy querida. La imagen del fotomural de Juan Carlos Toro junto a la parroquia de Madre de Dios sigue dando la vuelta al mundo.
"No me incomoda que la gente sepa que no sé ni leer ni escribir, ni tampoco me importa que me saquen (en las redes sociales). Recibo mucho cariño de la gente. Hubo una vez que un muchachito en el Villamarta me paró y me pidió un beso, '¡y dos, uno en cada cachete!' le dije", recuerda Rosa.
Para Rosa, el proyecto del pódcast es un motivo más "para estar juntas en mi casa, me gusta". Claudia, periodista e ilustradora, utiliza sus redes sociales (claudia_grmoneo) para despertar corazones atontaos por las rutinas, el estrés y la 'adicción' a las nuevas tecnologías: "Mi objetivo también en las redes sociales es que la gente levante la mirá. Tengo una ilustración de una mujer mayor con su carrito por la calle y la nieta pequeña al lado mirando al móvil y reza algo así como 'niña mira para adelante y disfruta de la compañía'. Esto es lo que me ha dado ella (Rosa), disfrutar de la gente que tienes alrededor".
Fue la fotografía que describí al principio, precisamente el principio de esta especial relación abuela-nieta. "La foto la hice cuando estaba en 4º de la ESO. Se hizo un concurso por el 8M sobre la mujer trabajadora. Había que hacerle una foto a mujeres trabajadoras y yo le hice la foto y la presenté. Estaba poniendo el puchero. Cuando le hago el perfil de Instagram y empiezo a subir contenido, hay gente que me dice que me estoy aprovechando de ella, que qué estoy haciendo, que la estoy incomodando… Me hizo pensar desde cuándo estaba mirando a mi abuela y fue desde esa foto. Llevo desde la ESO mirándola con otra mirada. Yo antes no quería venir a su casa pero la descubro por el feminismo, cambiando mi mirada y descubrí quién era, qué había hecho, su historia, cómo se expresa, la empatía que tiene… Me ha cambiado", cuenta Claudia.
"Ella es la escucha, está muy viva en todo momento. Yo siempre digo que ella es el espejo en el que me miro. Ella ha cambiado mi forma de ser ante la vida, gracias a ella he aprendido a vivir más tranquila, más pausada, a relativizar, su filosofía es ‘para adelante, para adelante’", continúa explicando la nieta.
Rosa suelta cositas en bajito mientras se recoloca su delantal enganchado con dos imperdibles. Mira a Claudia a veces de reojo, y percibo admiración y amor. Ese amor que a veces no se dice en voz alta pero se siente. Aunque mira, al parecer Claudia reconoce que poco a poco escucha eso de "te quiero Claudia, te quiero".
De repente Rosa se acuerda de un álbum que le regalaron con fotos que ella guardaba en una lata de galletas. Sonríe. Y sonríe aún más cuando un pequeñajo que empieza a andar entra al salón con los brazos en alto. Rosa es sabiduría. Es saber querer, cuidar, calentar el hogar con un buen puchero. Sabiduría en aconsejar que hay algo mejor esperando, que la vida es demasiado corta para estar detrás de un mostrador cuando el arte recorre las venas.
Las puertas de la casa de Rosa siempre están abiertas, ya sea para charlar o para que te dé un poco de tomate frito. Y es así es ella. Son ellas. Cuando empezamos a recoger, Rosa nos dice "pues cuando tú quieras aquí tienes tu casa". Y así lo sentimos.
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