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Mikel Lejarza
Toulouse
jerez/La gota que colma el vaso. La brutal paliza con robo que este martes recibía el sacerdote Juan Carlos Mancebo en San Mateo "es la consecuencia de todo lo que ocurre en el barrio", lamenta Tamara Jiménez, presidenta de la Asociación de Vecinos del Centro Histórico.
Una zona de la ciudad desde la que sus vecinos "llevamos alertando meses, años, de la falta de seguridad, pero aquí nadie toma medidas, y es que el Ayuntamiento no se manifiesta al respecto. Sobre todo, la sufrimos desde el confinamiento y desde que se marchó la Policía Nacional de la plaza del Arroyo. Ya no podemos más".
A esta situación se añade el regreso del botellón a la plaza del Mercado, por el que hace años los residentes tuvieron que hacer patrullas vecinales. "Aquí el fin de semana de fiesta comienza el jueves y se prolonga hasta el domingo por la noche. Se ha incrementado el vandalismo. Hay más robos, rotura de lunas e incluso han volado las arquetas", asegura Tamara, que señala las calles Liebre y Justicia como los puntos más conflictivos.
Hace precisamente una década, en un reportaje publicado en este Diario, uno de los muchos que se han realizado del estado de esta zona, los vecinos ya calificaban San Mateo como un "barrio maldito". Desde entonces, y cuarenta años antes, con el éxodo de población al extrarradio, los residentes se quejaban del abandono de sus calles y el patrimonio que encierra el barrio.
"La verdad es que se echa en falta un cochecito de la Policía pasando de vez en cuando. Con su presencia seguro que ni siquiera se montaba ese escándalo", el cual se ve incrementado de madrugada por las personas que aparcan sus coches en la plaza "y empiezan a pitar cuando están 'calentitos", ya comentaban entonces.
"Si es que esta demanda es histórica, esa falta de seguridad y el aumento del vandalismo", insiste Tamara. Todo a pesar de que paradójicamente el Ayuntamiento pretenda que el barrio sea "de interés residencial" donde "atraer" especialmente a "familias jóvenes" que necesiten "tranquilidad para sus hijos”.
Un barrio lleno de inmuebles abandonados que lucen junto a viviendas bonitas, la otra cara de la moneda, que es la esperanza en la repoblación, futuro del turismo y de la recuperación de un enclave diamante en bruto.
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