La Schola Cantorum Carmelitana y la Peña Artística y del Folclore
En aquel local de la calle Canto, donde los mejores cantantes de Jerez iban a ensayar con el maestro Navarro, los domingos nos reuníamos a medio día un grupo de amigos, algunos de ellos aspirantes a artistas, pertenecientes a la Peña Artística y del Folclore, germen de la Cátedra de Flamencología

LA Schola Cantorum Carmelitana gozó, en nuestra ciudad, durante muchos años, allá sobre la primera mitad del pasado siglo, de un bien ganado prestigio, como centro musical de primer orden. Tenía su sede en la calle Canto, en un local bien modesto que recuerdo tenía sobre su puerta de entrada, en la fachada, un pequeño letrero que decía 'Schola Cantorum Carmelitana'. O sea, Escuela de Canto Carmelitana, tal vez por su origen en el convento carmelita, ya que de todos es conocida la tradición musical de esta orden, en nuestra ciudad, que goza hoy día de una magnifica Coral Polifónica. La Schola Cantorum fue fundada por el P. Carmelo Codinach, f.c. quien sería su primer director, y cantó en la solemne coronación de la Virgen, por los reyes de España, en el Parque González Hontoria, el 23 de abril de 1925. Curiosamente, en el coro de la iglesia carmelitana, nosotros, cuando niños, con la escolanía de la Escuela San José, dirigida por el hermano Faustino Manuel Víctor Grande, allá por los años cuarenta, teníamos el honor de acudir a cantar la misa de Perosi y otras composiciones religiosas, en la festividad de la Virgen del Carmen.
Recordamos que a finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, siendo muy jóvenes, la Peña Artística y del Folclore fundada por nosotros, con amigos de ambos sexos, se reunía allí, en el local de la calle Canto, todos los domingos, a medio día, para gozar de unas horas de recreo y esparcimiento, cantando todo tipo de canciones de moda; siendo los cantantes más imitados Antonio Machín, Bonet de San Pedro, Jorge Sepúlveda, Irma Vila, Jorge Negrete, y las tonadilleras Conchita Piquer y Juanita Reina. También teníamos un pianista amigo, llamado Pepe Galán, que vivía en la casa de al lado y era profesional del piano, viajando constantemente por toda España, que acompañaba al piano la mayoría de las canciones de los amigos de la peña. Otros lo hacían tocando la guitarra, cuando se trataba de cantar flamenco.
Este cronista tuvo el privilegio, en otras ocasiones, de poder asistir a los ensayos que determinados cantantes llevaban a cabo en la sede de la Schola Cantoum, bajo la dirección del profesor Francisco Navarro Ortega, que acompañaba al piano a dichos cantantes de ópera y zarzuela, cuyos nombres eran los de José Caballero, Julián López Camacho, Pepe Orellana y otros, cuyos nombres no recordamos. Entre ellos, el extraordinario bajo, Antonio Asencio, gran amigo nuestro, quien también dirigiera algún tiempo la citada Schola Cantorum. Estos cantantes, tenores unos, y barítonos, otros, iban a ensayar y a tomar clases de canto del maestro Francisco Navarro, máxima autoridad musical en el Jerez de aquellos tiempos. Siendo, además, el maestro Navarro, afamado organista de San Marcos, en donde aparte de sus acostumbradas actuaciones dominicales, ofreció varios conciertos de órgano, con piezas de los más renombrados compositores. Por cierto que el mismo maestro Navarro, siendo más joven, acompañó en dicho templo de San Marcos, el 11 de octubre de 1939, el concierto de canto que dio el excelente barítono jerezano, Jesús Coiras, el cual tuvo una enorme repercusión en el Jerez de la época.
No cabe duda que la Schola Cantorum Carmelitana se significó, durante años, por su importante y muy destacada aportación a la cultura musical jerezana, ya que por sus filas pasaron los mejores cantantes de nuestra ciudad, quienes actuaron, casi durante muy buena parte del siglo XX, en toda clase de espectáculos, conciertos y representaciones líricas, con el mayor de los éxitos.
Al margen de esta principal actividad, en su sede se desarrolló la primera peña juvenil que hubo en Jerez; así como se inició también, al mismo tiempo, el Grupo Atalaya de Arte y Poesía, del que salió toda una generación de jóvenes promesas de la canción y el baile; del cante y la guitarra; la música y la pintura; así como entre otros cultivadores de la poesía, el que años más tarde sería galardonado poeta Manuel Ríos Ruiz, premio nacional de poesía; siendo este grupo y la precitada peña el germen, posteriormente, de la actual Cátedra de Flamencología, nacida el 24 de septiembre de 1958, hace ahora cincuenta y cinco años; la que también ha realizado una fructífera labor en el campo de la música autóctona de nuestra tierra, que algún día le deberá ser reconocida; y que, para muy pronto, actualmente estudia dar el salto a una nueva y más ambiciosa etapa, con garantías de renovado futuro.
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