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Del Sherry Cobbler al rebujito

El Rebusco

Hasta hace bien poco no se conocía esta relación

Hay numerosas referencias literarias, gráficas y musicales

Pareja victoriana.
José Luis Jiménez García

27 de julio 2020 - 06:00

Caricatura de Richard Doyle.

Si uno se toma la molestia de rastrear en internet los artículos que relacionan el sherry cobbler con el rebujito comprobará que ninguno sobrepasa la década.

Pero hay una excepción. El 7 de mayo de 2006 publiqué uno titulado ‘Rebujito, un invento inglés llamado sherry-cobbler’, donde se planteaba por primera vez estos vínculos entre uno y otro combinado.

Siete años más tarde, el periodista Juan Pedro Simo se hacía eco de esta información, y de otras que le pasé, para su trabajo en Diario de Jerez: ‘El sherry cobbler, padre del rebujito’.

La entrada en la wikipedia del término rebujito no hacía mención alguna al sherry cobbler. En sus inicios, los "autores anónimos" adjudicaban esta "novedad" tan refrescante a una iniciativa surgida en alguna de las grandes fiestas de primavera celebradas en Andalucía, bien Granada, bien Sevilla. Ocasión que aproveché para incluir la que por aquel tiempo era la única imagen, un grabado de época victoriana, representando a una pareja compartiendo un sherry cobbler.

Además, describía su elaboración a base de agua carbonatada, zumo de limón, tal vez lima, y azúcar, añadiendo vino de Jerez y hielo picado. Se adornaba con dos pajitas -era habitual tomarlo en compañía-, de esta forma los rostros de las parejas casi podían rozarse. Tanto las pajitas como el hielo picado era una novedad por aquel tiempo.

La historiadora jerezana, Carmen Borrego, en la página 129 del tercer tomo de su obra ‘El Jerez, hacedor de cultura’ (2009) escribe: "Curiosamente sus composición (la del sherry cobbler) recordaría a otra muy similar que actualmente suele consumirse mucho, sobre todo en los recintos feriales. De la misma - según Jiménez García-, se llegaría a decir que "era tan refrescante como disfrutar de una agradable brisa".

No se tiene certeza de quién fue su creador, hecho que se disputan tanto ingleses como norteamericanos. Los especialistas datan su origen en las décadas de los años 20 y 30 del siglo XIX.

Es una evidencia que bien entrado los años 40 de ese siglo su consumo tenía una gran aceptación, tanto en el nuevo como en el viejo continente.

En estas líneas intentaremos ofrecer algunos aspectos culturales y sociales de esta bebida tan singular, considerada una de las más populares del siglo XIX.

Lo que dicen los escritores

Deux hommes libres, de Draner.

En 1888, Harry Johnson escribió en su ‘Bartender’s Manual’: This drink is without a doubt the most popular beverage in this country, with ladies as well as gentleman. It is a very refreshing drink for old and young (Esta bebida es sin duda la bebida más popular en este país, tanto para damas como para caballeros. Es una bebida muy refrescante para mayores y jóvenes).

El mismo Charles Dickens se haría eco de la fama de esta bebida en su novela ‘The Life and Adventures of Martin Chuzzlewit’ (1843-44), donde se describe la escena en la que Chuzzlewit reacciona al probar su sherry cobbler.

Este maravilloso invento se llama sherry cobbler, o cobbler en su versión corta. Ciertamente, Chuzzlewit estaba asombrado por la belleza de la bebida, pero también por el acto de sorber una pajita, un concepto novedoso en ese momento.

Experiencia que vivió el mismo escritor las dos ocasiones en las que viajó a Estados Unidos, y que incluía en su dieta.

Tampoco a Julio Verne se le pasaría por alto referirse a este aperitivo en su obra ‘De la Tierra a la Luna’, escrita en 1865. Cuando describe los preparativos del lanzamiento del cohete y al numeroso y variado público asistente a tan curioso acontecimiento: "Todos hablaban, peroraban, discutían, aprobaban, aplaudían, lo mismo los ricos muellemente en el sofá de los bar-rooms delante de las copas de sherry cobbler, que el batelero que se emborrachaba con su aguardiente en las temblorosas tabernas de Falls Point.

Los ejemplos en la literatura estadounidense de la segunda mitad del XIX son variados, y lo encontramos en obras de Nathaniel Hawthorne, Fenimore Cooper o Henry James.

Algo que no sucede en la española, en la que no se ha encontrado referencias relevantes, lo que resulta llamativo.

Para cerrar este apartado reproduciremos este párrafo de la obra de John Fowles, ‘La mujer del teniente francés’ (1969): "...the White Lion´s best cobbler, a velvety concoction of sherry and brandy that cause many a victorian unloosing of the stays".

Más que mil palabras

La prensa de la época aporta un material gráfico que es un complemento perfecto a los textos literarios que hemos visto.

El más antiguo es el publicado por la revista satírica inglesa ‘The Punch’ en 1847, obra del artista John Leech.

En el reservado de un pub londinense, donde dos esnobs, los modernos del momento, mantienen un charla, aparece un cartel anunciado el sherry cobler, y otro combinado con oporto. En la mesa se observan dos copas con sus respectiva pajitas.

No será el único de este tipo que recoja esta publicación entre sus páginas. Del mismo autor, ya en 1858, se reproduce un momento romántico con una elegante pareja compartiendo su sherry cobbler.

En el año 1849, otro de los colaboradores gráficos de ‘The Punch’, John Doyle, realizaba una divertida caricatura cargada de denuncia en la que un grupo de hombres convictos agujerean un terreno en busca de oro en California. En una caseta se oferta sherry cobbler a 60 dólares, indicando "very cheap" (muy barato).

La imagen de otra pareja, en actitud amorosa tomando esta bebida, la tenemos en el libro de los hermanos Cuevas, ‘Vida y Milagros del vino de Jerez’ (1979). Al pie del grabado, sin más datos, puede leerse: The sherry-cobbler. From an early victorian print.

El más bello de todos es obra de Paul Gavarni, famoso dibujante francés. Como resultado de su viaje a Londres en 1849 es su obra ‘London Sketches of Life and Character’.

Una de los grabados es el titulado ‘Sharing a Cobbler’, al que se acompaña de un texto firmado por Albert Smith, editor de la obra. Dos jóvenes, hombre y mujer, beben con sus pajitas de una misma copa. Mientras que él está absorto en la copa, ella dirige una mirada recatada al espectador. De fondo un grupo de parejas danzan una alegre polka.

Por otra parte, en Francia, hemos localizado otros tres grabados que evidencian la fama internacional de este cocktail con jerez.

Durante la Exposición Universal de París, de 1867, el pabellón norteamericano llegó a consumir 500 botellas de vino de Jerez al día. Una manera de hacerlo fue en forma de Sherry Cobbler, especialmente en el periodo estival.

El lugar idóneo para ello era el bar americano, tal cono nos lo muestra Jules Renard, más conocido con el seudónimo de Draner.

En esta atractiva litografía coloreada, recogida en su publicación Souvenirs Universal Exhibition, observamos a un dandy apoyando su espalda en el mostrador mientras que en una mano sostiene una copa de la que bebe con una pajita. Detrás de él se vislumbra un camarero negro.

Su sombrero de copa resalta su estatura, y una amplia perilla nos recuerda al presidente Abraham Lincoln. Al pie del dibujo se lee: Dos hombres libres, uno lo prepara, el otro bebe el sherry cobbler.

Los adeptos a esta bebida de moda eran personas de alta posición,tal como vemos en el grabado Joan Berg para ‘Le Courrier Français’, de fecha 20 de mayo de 1888. Un hombre maduro está acompañado por una joven en un apartado de L´Eden Concert, en París.

Lo mismo ocurre con el caballero que aparece en una viñeta de Carsten Ravn, publicada en la versión española de la francesa Le Pelé-Melé (nº 14, 27 de septiembre de 1903).

Con algo de música y cine

Anunciado en un pub de Londres.

Los fondos de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos guarda la curiosa partitura de una polka compuesta por C. A. Lopke en 1853. La misma lleva por título Sherry Cobbler.

Cuando algo se hace habitual en nuestro consumo, y alcanza a amplias capas de la sociedad, las manifestaciones artísticas lo asumen elevándolo de categoría, tal como lo vemos en la literatura, las artes gráficas, la música y el cine.

Sí, en el cine también hará su aparición el sherry cobbler, concretamente en el film de Samuel Fuler, Park Row, de 1952. En un concurrido local donde suelen ir los periodistas la tabernera ofrece a los parroquianos sherry cobbler.

Park Row era en el año 1880, cuando transcurre la historia, una céntrica zona de Manhattan.

Y de New York volvemos de nuevo a París. Famoso entre la bohemia parisina de finales del XIX era el establecimiento conocido con el nombre de Sherry Cobbler. Este café situado en los números 40-42 del boulevard Saint-Michel era frecuentado por los jóvenes artistas. entre ellos Mallarmé, Alphonse Allais y Villiers-de-L’Isle-Adam.

En este ir y venir de Estados Unidos a Europa, y a la inversa, hay que mencionar que el quinto presidente norteamericano, James Monroe lo bebía a menudo.

Y el periodista norteamericano Richard Auffrey recoge en su blog ‘Passionate Foodie’, una amplia información sobre la presencia del sherry cobbler en la prensa del país durante gran parte del siglo XIX. Una consulta que es imprescindible.

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