Sir Alfred Munnings, el pintor de los caballos
La página ecuestre
La pintura del artista británico Alfred Munnings (1878-1959) representa un delicioso bocado del arte dedicado casi por completo al mundo equino
El inglés Alfred Munnings guardaba dos intensas pasiones en su interior desde que era niño: la pintura y los caballos. A pesar de quedar tuerto, a base de esfuerzo y dedicación consiguió que estos dos hobbies le convirtieran en un reputado artista.
Sir Alfred J. Munnings (1878-1959) nació en Mendham, al este de Inglaterra. Tal era su vocación artística que en sus comienzos compatibilizaba sus labores como aprendiz en una compañía de litografías en Norwich con las clases nocturnas de la escuela de arte, de la que guardó muy buenos recuerdos, según apuntaba en su autobiografía The Second Burst. A pesar de su juventud, el artista fue rápidamente valorado.
Su primera exposición en la Royal Academy fue en 1898 cuando tenía veinte años. Al año siguiente perdió la visión de un ojo en un accidente, pero no le impidió continuar con su actividad creadora. En 1904 se trasladó a Swainsthorpe para retratar la campiña en todo su apogeo.
Incluso en los momentos más difíciles, su creatividad seguía su cauce. Con motivo de la I Guerra Mundial fue enviado a Francia dentro de la brigada de caballería canadiense como artista y oficial de guerra. Finalmente en 1919 compró la casa de sus sueños, el Castillo de Dedham en Suffolk y se casó con Violet McBride, una renombrada amazona.
Rodeado del ambiente perfecto, Munnings ya podía dedicarse por entero a la pintura ecuestre. Comenzó a ganar popularidad y durante los siguientes veinte años se dedicó a viajar por Europa retratando los ejemplares de la realeza y alta burguesía. En 1944 fue elegido presidente de la Royal Academy y nombrado caballero por el Rey Jorge VI. Todavía tres años más tarde seguían llegando los honores y alabanzas desde las más altas esferas. Fue designado Caballero Comandante de la Real Orden Victoriana, un increíble nombramiento para un artista de provincias con escasa formación.
Sin embargo, esta condecoración le trajo más desgracias que alegrías porque su nueva condición interfería en su trabajo del día a día. Esto concluyó en 1949 con la renuncia de su privilegiado estatus. Actualmente, Munnings es uno de los pintores más célebres por sus retratos equinos y sus cuadros, donde la protagonista era la velocidad de las carreras de caballos.
Su mandato al frente de la Royal Academy (1944-1949) no tuvo precisamente un broche de oro. El día de su despedida protagonizó un lamentable espectáculo al dar un discurso, retransmitido por la BBC y seguido por millones de ciudadanos, con más alcohol del debido para las circunstancias. Y claro, en dicho estado salieron de su boca palabras muy poco medidas atacando a artistas como Cézanne, Matisse o Picasso, a los que acusaba de haber corrompido el arte.
Había llegado a lo más alto de su carrera; había tenido la oportunidad de retratar los mejores torneos del siglo XX. Buena muestra de ello es el retrato de Tiberius, el gran ganador del Ascot Gold Cup en 1935, uno de los más importantes torneos del calendario. A pesar de que no es el definitivo, aquí se aprecia ya el aplomo, porte y majestuosidad que Munnings supo apreciar en este gran corredor.
De hecho, tan impresionado quedó con la belleza de este ejemplar que en su autobiografía se refería a él en estos términos: "He pintado sólo a cuatro ganadores del Gold Cup, entre ellos Solario, Foxlaw y Tiberius… Tiberius, entrenado por Lawson, fue pintado con su jockey Weston, en Manton. Como imagen, prefiero a Tiberius frente a los otros dos".
Munnings murió en 1959 en su querido castillo de Dedham, en Essex, donde habitó más de 40 años. Actualmente, el castillo es un lugar que merece la pena visitar. Alberga la casa-museo de Alfred Munnings. El museo cuenta con una colección permanente y exposiciones temáticas que destacan ciertos aspectos del trabajo del artista, como las carreras de caballos.
Su inmensa popularidad en el mundo de la equitación ha puesto de moda sus pinturas tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido. Pero sólo los más ricos pueden soñar con tener un Munnings original. Distintas casas de subastas han vendido sus cuadros a precios astronómicos, pero la estrella estuvo en manos de la afamada Sotheby's de Nueva York. Aquí se vendió la pintura más cara del artista el 5 de mayo de 2004. Se trataba de 'La yegua roja del príncipe'(1921) que alcanzó los 7.848.000 dólares, superando así su propio récord de 1999 cuando fue adjudicada en Christies's a su anterior propietario tras abonar la friolera de 4.292.500 de dólares
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