Sorolla pintó la vendimia jerezana

El rebusco

El famoso pintor valenciano lo hizo en octubre de 1914 invitado por Pedro Nolasco González Soto

Vendimiadoras.
Vendimiadoras.

El paisaje fue un género de gran importancia en la evolución de la pintura moderna. Si hasta el siglo XIX la academia lo consideraba "menor", el realismo lo colocó a "la vanguardia de la innovación y la experimentación"

Si algo distingue la obra de Sorolla son sus pinturas al aire libre, en contacto con la naturaleza. Los temas de la costa levantina son los más conocidos en su producción artística, sin embargo, "tierra adentro" pintó una gran variedad de temas de gran calidad, como sus bocetos recreando la vendimia jerezana.

Otros artistas

La temática del paisaje jerezano durante la vendimia tiene variados y destacados ejemplos a lo largo de la segunda mitad del XIX y principios del XX. época de esplendor del comercio de nuestros vinos.

En 1861 es descrita por el barón Davillier en su libro de viajes ilustrado por Doré, que incluye un grabado de vendimiadores:"A poca distancia de la ciudad, no lejos de las orillas del Guadalete, se extienden los ricos viñedos que producen los famosos vinos de Jerez"; y más adelante comenta: "El oficio de vendimiador en Andalucía es muy rudo y fatigoso..."

Otros ejemplos los podemos ver en artistas como Sherzinger, Viniegra, Montenegro, Álvarez Algeciras, López Cabrera, Godoy, incluso en las ilustraciones del libro de Henry Vizetelly, Facts about sherry, de 1876.

Incluso el músico húngaro, Oscar de la Cinna, afincado en nuestra ciudad, creó una composición titulada Vendangeurs de Xérez.

Sorolla en Jerez

El 7 de octubre de 1914 llega a Jerez, procedente de Sevilla, el famoso pintor valenciano, Joaquin Sorolla (1863-1923). DPedro Nolasco González Soto, que lo aloja en su espléndida mansión de recreo El Cuco.

El pintor viene con la idea de realizar un gran cuadro ambientado en la vendimia jerezana que conformaría el panel dedicado a las regiones de España, con destino a la biblioteca de la Hispanic Society of America de Nueva York. Un encargo de rico hispanista Archer Milton Huntington.

Sin embargo, este proyecto no llegó a materializarse. De su visita sólo quedó una serie de diez bocetos, donde se nos muestra a unas jóvenes realizando la vendimia en la viña existente en aquella finca. Esta colección se conserva en la Casa Museo de Sorolla, en Madrid, junto con una serie de cartas y fotos remitidas desde Jerez por su anfitrión y familiares.

En una de ellas se puede leer que Manuel González Agreda le remite unas fotos "tomadas a la hora y en el sitio en que usted se ponía a pintar".

Éstos, son óleos en formato de unos noventa centímetros donde se observan grandes manchas, al modo fauve, colores puros y de gran vivacidad que hacía resaltar la fuerza de la luz solar. Unos son simples estudios de vides y campo y en otros aparecen vendimiadoras con el clásico atuendo protector del polvo , el calor y los rayos de sol, caracterizado por el ancho sombrero de paja bajo el cual un pañuelo envuelve la cabeza y apenas deja al descubierto el rostro curtido de las jóvenes.

Durante los días que permaneció en Jerez el artista visitó la cercana población del Puerto de Santa María, así como la Cartuja, siendo acompañado por Manuel González Agreda, sobrino del anfitrión, tal como recoge el periódico El Guadalete de aquellos días.

El pintor, antes de marcharse, obsequió al Marqués de Torresoto con un cuadro representando un patio andaluz, obra que aún permanece en manos de la familia. Una vez realizado el trabajo en Jerez marcharía a Sevilla para pintar su obra El encierro, no sin antes pasar por Sanlúcar, para tomar unos apuntes en la viña La Palma, donde fue agasajado con una comida campestre.

Era tal la atracción que ejercía Andalucía en el artista que en el periodo comprendido entre 1902 y 1919 Sorolla la visitó en diez ocasiones. Curiosamente, el Consejo Regulador del jerez, por sugerencia del que esto escribe, utilizó el cuadro que reproducimos para realizar la felicitación de Navidad del año 2005.

Su copita de jerez

En su agotador proceso de creación, y ya con sus fuerzas mermadas por sus dolencias, el artista se veía obligado a subir y bajar las escaleras durante las agotadoras jornadas de trabajo, ya que hay que tener en cuenta que pintaba cuadros de grandes medidas. A lo que hay que añadir lo poco que se cuidaba. Pero cuando tenía vértigos se tomaba su habitual copita de jerez.

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