Los ingredientes de la creatividad
Educación | cerebros en toneles
Jerez/La creatividad es uno de los fenómenos naturales que generan mayor asombro. Es una de las capacidades más importantes del ser humano, la que ha dado lugar a la cultura, al ámbito técnico, conceptual y simbólico. Desde hace décadas, nuestra sociedad demanda personas creativas e innovadoras en todos los terrenos. Ya no basta con acumular conocimientos para ser un buen profesional. Hay que saber resolver problemas con inteligencia, y proponer soluciones inéditas cuando el contexto lo requiere. Los sistemas educativos deberían favorecer el desarrollo de esas capacidades, tan útiles en la vida cotidiana.
Por eso no nos extraña que haya mucha curiosidad por saber cómo surgen las ideas nuevas en cualquier actividad humana. El avance en ciencias cognitivas está posibilitando un acercamiento científico, experimental, a ese momento eureka del que hablan los creadores. Además hay que agradecer la descripción que los propios artistas y científicos hacen de sus hábitos de trabajo. Como ejemplo clásico, tenemos la conferencia de Henri Poincaré sobre la invención matemática.
Poincaré explicó cómo llegó a crear las ecuaciones fuchsianas (automorfas). Después de un largo trabajo racional preparatorio, y de haber dado mil vueltas a un problema, considerando todas sus dimensiones, el científico deja a un lado el asunto y se dedica a otra actividad. Aparentemente no piensa en el tema, pero de forma inconsciente el cerebro sigue trabajando en ello, haciendo combinaciones, conexiones… Y, de repente, una de ellas brota en la consciencia y aparece como solución, como idea nueva. Esa intuición, esa idea en bruto, deberá ser verificada, demostrada de forma rigurosa. De todas las combinaciones posibles, nuestra sensibilidad ha seleccionado la más útil, la más bella. Y es la que ha aflorado como solución en la mente consciente. Para Poincaré las analogías son fundamentales en el proceso de descubrimiento: una estructura de un campo la trasladamos a otro. La idea nueva, por lo tanto, no surge de la nada, sino de ese trabajo preparatorio que explora conceptos y formas de ámbitos diferentes.
Todos los investigadores actuales entienden la creatividad como un proceso complejo. Aunque no hay recetas mágicas, sí existen ciertos factores que hacen posible la creatividad. El matemático Cédric Villani habla de siete ingredientes necesarios para el surgimiento de ideas innovadoras. La fase de documentación nos permite dominar un campo y ver cómo se ha abordado hasta ahora nuestro problema. Sin la motivación es imposible adentrarse en el duro trabajo de inventar. Pero de nada sirve, si no hay un entorno adecuado. El diálogo con otros investigadores es una fuente de nuevas perspectivas y corrección de errores. También hay que saber gestionar las restricciones impuestas, ya sean técnicas, materiales, formales, económicas… El investigador debe sumergirse en el problema, para incubarlo. Mediante esa impregnación, la persona reflexiona sobre el tema y da mil vueltas al asunto. Gracias a esa inmersión surge la iluminación, el eureka… Villani, como muchos creadores, también dice que se necesita un último ingrediente, la suerte.
En psicología se habla de dos tipos de pensamiento, el convergente y el divergente. El modelo convergente se basa en el razonamiento lógico y analítico. Según este enfoque, cada problema tiene una solución, que se alcanza tras seguir un método, unos pasos lógicos y necesarios. Es un enfoque rígido, secuencial y conservador. El enfoque divergente consiste en promover el flujo de ideas, la flexibilidad, la originalidad, la elaboración y la redefinición. Hay que probar todas las perspectivas y asociaciones posibles. Las analogías surgen al conectar dominios distantes y al relacionar ideas aparentemente muy alejadas.
La historia de las ciencias y de las artes nos muestra que en los procesos creativos se combinan de forma dialéctica varios factores opuestos. Sin imitación, no hay innovación. El azar y la suerte son importantes, si de fondo hay un trabajo metódico que tiene en cuenta las restricciones. Conocer las reglas de un campo es esencial para poder transgredirlas cuando es oportuno. Si no conoces varios campos de conocimiento, las posibilidades de ser creativo disminuyen. Sin un trabajo preparatorio racional previo, las intuiciones no aparecen, y si lo hacen, no sabemos cómo aprovecharlas. Para que nuestra parte inconsciente trabaje bien, debemos suministrarle ideas, perspectivas y datos desde la parte consciente. Y nuestro trabajo individual se enriquece con la puesta en común, con el diálogo crítico. Recomiendo el libro Idea súbita. Ensayos sobre epifanía creativa (Adaba, 2018). Editado por Amelia Gamoneda y Francisco González.
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