Turismo de pantano

El lleno del Guadalcacín, a punto de rebosar, atrae a vecinos y visitantes, que cambian en estos días la playa por la que ya se conoce como 'la ruta del agua'

Un grupo de jubilados que participó en la construcción del pantano de Guadalcacín, el viernes en su paseo diario al embalse para medir el nivel del agua por si se produce el momento histórico del desbordamiento por el aliviadero.
Ángel Espejo Jerez

07 de abril 2013 - 01:00

El pantano de Guadalcacín se ha convertido en atractivo turístico de primer orden en las últimas semanas, posiblemente el principal foco de atención del turismo este fin de semana en el que muchas playas del litoral permanecerán cerradas al baño por la aparición de la medusa tóxica portuguesa. El río toma el relevo de la playa y los pantanos, con el gigante Guadalcacín al frente, figuran ahora como puntos de visita obligada en lo que en San José del Valle y alrededores se conoce ya como 'la ruta del agua'.

El pánico del Guadalete Bajo tras las dos riadas registradas en la zona inundable de Jerez en menos de un mes se transforma en fascinación en la cabecera del río por el histórico lleno del embalse de Guadalcacín, que desde que superó el récord de agua almacenada registra una gran afluencia de curiosos ávidos de inmortalizar con sus cámaras de fotos ,vídeos, tabletas o teléfonos el primer desbordamiento del pantano en sus 18 años de historia, situación impensable hasta hace poco más de un mes.

Un grupo de jubilados regresa de su paseo diario por la carretera que baja serpenteando desde el pantano hasta la pedanía arcense de La Pedrosa. Manuel Quiñones, el más parlanchín, relata que, "desde que faltaban dos metros para salirse, esto es una feria, sobre todo los fines de semana, en los que no hay sitio ni para aparcar".

Quiñones, que presume de haber participado en la construcción del pantano "desde la primera a la última piedra", asegura no tener miedo alguno a vivir a las faldas del Guadalcacín, en el diseminado del Rincón de Báez, porque "aquí es donde estamos más seguros; esta es una obra bien hecha y no como se rumorea, que cualquier día se abre una grieta y se inunda todo lo que queda río abajo".

Su hermano mayor, Antonio Quiñones, no piensa lo mismo, entre otros motivos, porque tiene una parcela en la Junta de los Ríos ocupada en parte por el agua salida del cauce del Majaceite.

Los vecinos del lugar explican de forma gráfica que la cuenca del Guadalete es como una 'y' -i griega-. El palo largo es el río Guadalete, que tiene en la cabecera el pantano de Zahara y luego Bornos, mientras el palo corto es el Majaceite, con Los Hurones por encima de Guadalcacín. La Junta de los Ríos es la unión de los dos palos, y de ahí para abajo, es el Guadalete Bajo camino de Jerez y de su desembocadura en El Puerto.

"Tranquilo, lo que se dice tranquilo, no se está en La Pedrosa, pero tampoco se puede decir que haya miedo", señala el mayor de los hermanos Quiñones, extremo que confirma Miguel Aguilar, camarero de la venta 'Junta de los Ríos', en la que esperan recibir un aluvión de visitantes este fin de semana. "El miércoles ya fue un espectáculo por la apertura del desagüe de fondo, pero este fin de semana, con el pantano a punto de rebosar, seguro que viene mucha más gente y más con el problema de las playas", explica Aguilar, quien admite estar un poco asustado por la situación del pantano y del río.

Pero por encima de todo, los Quiñones y compañía -José Girón Plácido García y Antonio García- disfrutan del momento histórico, su entretenimiento favorito desde hace semanas y que intentan exprimir al máximo. "Al pantano le queda ya sólo un palmo para salirse y nadie se lo quiere perder", indica el hermano que construyó la presa, quien se pierde en detalles de la seguridad de la instalación, de la que subraya finalmente orgulloso que "está muy bien hecha, y por dentro mejor que por fuera".

Arriba, en la boca del pantano, el puente que cruza por encima del aliviadero es un hervidero de vecinos de la zona el viernes. Los coches aparcados en segunda y tercera fila mantienen ocupada a una pareja de la Guardia Civil que procura mantener despejada la carretera.

Antonio Pérez y Carlos Granado son dos de los vecinos de San José del Valle que han caído bajo el hechizo del pantano y su posible momento de gloria. Con la mirada fija en el aliviadero, parecen querer ayudar al agua a ganar los escasos centímetros que le faltan para saltar el labio y bajar por la rampa hacia el río. Ahora que dan buen tiempo, igual con las escorrentías se gana lo poco que necesita el pantano para rebosar, deben pensar.

Pérez facilita algunos detalles sobre 'la ruta del agua' que pueden servir de guía a los visitantes: la ruta comenzaría en el pantano de Guadalcacín, seguiría por Hurones, El Tempul, Bornos y Arcos, con lo que englobaría cuatro pantanos de la cuenca y el manantial. Y para comer, cualquier venta de las muchas que hay en el camino. Granado da otra pista sobre un rincón escondido, pero no por ello menos atractivo: el 'arroyo del infierno', un manantial que brota en la cantera Palmetín (San José del Valle) y que debe su nombre al olor a azufre de uno de sus caños.

Muchos de los visitantes de las últimas semanas van a tiro hecho. "Llegan aquí -al pantano de Guadalcacín- se asoman, se hacen una foto y se van", refiere Pérez, quien bromea con la posibilidad de convertir el pantano en lugar turístico universal con un monstruo a imagen y semejanza del lago Ness en Escocia. Pero "los únicos monstruos están en los bancos y en los gobiernos", le recuerda Granado, quien apunta a otras líneas de negocio como las que han explotado otros vecinos en el último mes, en el que esporádicamente se han instalado puestos ambulantes de venta de hortalizas y naranjas junto al pantano. "Se podrían vender camisetas con la imagen del monstruo, ja, ja, ja", apunta un espontáneo, otro vecino de la zona apostado cámara colgada al cuello junto a la barandilla sobre el aliviadero.

El lleno del pantano es la comidilla del día a día en San José, donde se ironiza sobre la capacidad del gigante de Guadalcacín, del que, a punto de rebosar, dicen que es "un buchillo de agua".

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