VORS en papel

'Tradición CZ' cataloga el archivo de la bodega en el que se han encontrado por ahora valiosos documentos desde 1666 La familia Rivero adquiere también miles de fotografías y negativos de los Pereiras

VORS en papel
Arantxa Cala Jerez

28 de junio 2015 - 01:00

Un retablo de Juan de Leví de finales del XIV, un legajo de 1666, una placa de madera de 1650, un vino de ochenta años... Una línea de tiempo recorre cada rincón de las bodegas 'Tradición CZ'. La existencia se hace casi eterna allí, en este enclave de la calle Cordobeses, donde ya es conocida su pinacoteca con más de 300 obras de pintura española de los siglos XV a XIX; sus envejecidos, sabios y apreciados vinos, y donde se sigue trabajando con la historia, ahora, con la recuperación del archivo de la firma vinatera.

En una amplia y fresca sala recientemente rehabilitada, se dejan investigar miles de documentos. Perfectamente ordenados y metidos en cajas, reposan sobre una alargada mesa a la espera de que les llegue su turno y sean limpiados, catalogados y leídos por Manuel Marín. La calidad del papel y la tinta, así como el hecho de que a lo largo de las décadas hayan estado guardados tanto tiempo sin manipular, han permitido que la conservación haya sido buena en su gran mayoría, aunque algunos de ellos no se han podido recuperar. Un archivo que proviene de la bodega 'CZ', "de la que se dice que es la más antigua documentada de Jerez, de 1650, aunque el primer documento que por ahora hemos encontrado en el archivo es de 1666. Pueden aparecer más antiguos aún", apunta y desea Helena Rivero, presidenta de la bodega.

Los documentos se han fumigado, extraído de las cajas y se están despojando uno a uno de la suciedad. Los que están arrugados se pasan por la prensa. La idea después es digitalizarlos para que pueda ser consultados. Según ha declarado el propio Javier Maldonado Rosso, uno de los principales historiadores sobre el vino de Jerez, "no se entendería el negocio de Jerez sin estos archivos". Papeles en los que se ve, según atestigua también Rosso, el paso a la industrialización del vino, cuando los bodegueros controlaban todo, como el precio, hasta que llegan los almacenistas y pierden ese control. Un pleito hace legales a estos últimos. Cambia así todo el proceso del vino, de vinícola se pasa a vitivinícola. En Jerez se produce antes que en ningún otro sitio.

Documentos que han ido pasando por los diferentes propietarios que tuvo la firma, hasta que llegó a la familia Rivero, tras una 'dura' negociación con Antonio Núñez Terriza, a quien sentimentalmente "le costó desprenderse de los legajos". En las cajas se han encontrado talones de la Casa Real Inglesa por pedidos a la bodega o documentos oficiales que demuestran que con las soleras que estaban en algunos de los barcos que volvieron de la Batalla de Trafalgar, se inició la marca de reconocido prestigio en su día 'Trafalgar 1805'. Documentación de bodega, muy poca de carácter personal, que engloba también fotografías de cuando Joaquín María Rivero (abuelo del actual propietario, Joaquín Rivero) casado con una heredera de CZ (Cabeza y Zarco) en el siglo XIX, se hace cargo de la bodega y añade su nombre a la firma para hacer luego un proceso de internacionalización, quien hace además público el prestigio de la marca, una promoción fundamental. Una bodega cuya historia es prácticamente desconocida para los jerezanos, pero que permanece en la ciudad desde hace siglos.

Y como el vino de sus botas, que necesita su tiempo, mucho tiempo, que no se puede adelantar, también este archivo se ha tomado el suyo, el que necesita Manuel Marín para 'ordenarlo' cada día, para los libros de cuentas, de fórmulas con símbolos para que nadie los pudiese copiar, cartas con documentos en los que reza cómo cuando fallece el Marqués de Montana en 1785 todas las iglesias de Jerez le redoblan las campanas y le hacen un responso, templos y conventos que hoy ya no existen; una carta del ministro de Fomento de 1906 comunicándole a Joaquín María Rivero que se ha quedado "reducido en materia de billetes a la más mínima expresión", es decir, sin dinero... Documentos que por ahora abarcan desde el siglo XVII hasta el XX, que hablan también de bloc de notas de las viñas, que definen cómo eran originalmente y cómo va variando el campo, de otras cientos de cartas, agendas de labores... O papeles más modernos como un contrato de 1943 en el que consta que se vendieron a Tánger 1.000 cajas de brandy CZ, -aunque allí se supone que no se bebe alcohol-, a 100 pesetas la caja. "Hay muchísima información, que está muy bien para documentar lo que históricamente se va pensando", cuenta la también directora y conservadora de la pinacoteca privada y del archivo de 'Tradición CZ', Helena Rivero. "Nos han llegado a preguntar -añade- incluso qué tinta se utilizó para estos documentos porque es de una gran calidad. Además, el papel es el llamado antiguamente 'de trapo', que no era celulosa que es el alimento del xilófago", que tiene un tacto casi a pergamino. A pesar de la gran documentación disponible en el archivo, Helena se sorprende de que no haya muchas fotografías en él. "Pero nos entra una ansiedad por leer todo lo que hay, y mucha impaciencia por que aparezca cada vez más información que podamos ir conectando", dice Rivero. "Ya mi bisabuelo se preocupó por conservar los archivos, algo que hay que agradecerle".

En la mesa que trabaja Manuel, los restos de polvillo y suciedad de los legajos va haciendo una montañita que crece con cada caricia del pincel sobre el papel. Una extraña goma a modo de saquito borra cualquier impureza. Mientras tanto, la música del violín sale de la radio y hace la labor del conservador más delicada aún.

Para poner a disposición los archivos de investigadores y visitantes "aún queda tiempo ya que hay que sanearlo, limpiarlo todo, aunque leer es algo más rápido... La opinión es que será en torno a un año a 10", bromea Helena. Un archivo que llega a ser, como los vinos, un VORS o VOS, con una vejez considerable, que supera incluso la de los vinos de la bodega, para la que habría que buscar una nueva denominación adaptada al papel. Con el tiempo, la sala se irá acondicionando con estanterías en las que se colocarán los documentos, y a la que se le unirá una zona de estudio. Para guardarlos se han encargado una serie de carpetas con el escudo de la familia Rivero, de un material especial de PH neutro.

En un salón contiguo descansa otro tipo de material que bien merece su propio reportaje, una parte del archivo fotográfico Pereiras con fotografías y negativos de Manuel Pereiras Pereiras y de sus hijos Eduardo y Manuel Pereiras Hurtado, con imágenes desde 1927 hasta los años 80 del siglo pasado, que fue comprado a la familia meses atrás y que se suma al amplio legado fotográfico que ya tienen los Rivero. Negativos en cristal, miles de retratos, bodas, celebraciones..., en los que muchos jerezanos de hoy podrían reconocer a sus padres y abuelos. Fotografías inspiradas en retratos pictóricos del XIX. Una mesa espectacular, que debió de decorar un palacio, protagoniza el centro de la sala. Sobre ella, el candelabro de plata que le regaló Jerez a Rafael Rivero por su lucha contra la peste aporta más historia aún. Para quienes visiten este archivo en un futuro podrán incluso casi que meterse dentro de los retratos a través de un aparato llamado estereoscopio. Y tanto es el amor que le profesa esta familia a la fotografía que una imagen del jerezano Diego González Ragel va a ser utilizada como etiqueta para uno de los vinos de 'Tradición CZ'.

Una bonita cancela encierra el gran espacio en el que se guardan ambos archivos. De hierro, elaborada por el artista jerezano Francisco Fernández, es una obra de arte en sí misma. Uno de los mil rasgos que hacen tradición, una tradición histórica con nombre propio, el de una familia obsesionada con la búsqueda de la belleza en cualquier detalle y en hacer del tiempo su mejor cosecha.

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