Verdades enclaustradas
Los historiadores Javier Jiménez López de Eguileta y Manuel Romero Bejarano presentarán el jueves un libro que ordena todo lo publicado sobre el monumento y corrige errores del pasado
La historia de los Claustros es larga y azarosa. Tanto es así que por su patio pasó hasta un circo. Sí, el Circo Olímpico del Profesor Paul. ¿Quién se puede imaginar fieras y trapecistas correteando por allí? Este monumento, la joya de la corona de la ciudad, tiene su origen muchos siglos atrás, apoyado en las paredes de un castillo. De hecho, una pequeña puerta de un confesionario en la galería baja se abre a parte de esos muros. Pero, ¿sabía usted, lector, que este espacio albergó además una academia de bellas artes, un colegio y una carpintería o que fue visitado por Franco...?
Los historiadores jerezanos Javier Jiménez López de Eguileta y Manuel Romero Bejarano han retratado en su libro Los Claustros de Santo Domingo de Jerez de la Frontera. Historia y Arte (Remedios 9) toda la verdad de este monumento, han conseguido poner orden en todo lo publicado hasta ahora sobre este enclave, así como corregir errores históricos. Porque los Claustros se merecen un libro, "y tanto, porque es un edificio bastante representativo dentro del patrimonio de Jerez". Una larga aventura de la que no se había hecho una historia global, en su conjunto. Y aunque no era desconocido para la historiografía de Jerez, "sí que las noticias que había eran muy inconexas y muchas no acertaban. Lo que hemos pretendido es aunar las noticias que teníamos, ofrecer numerosa documentación y análisis formales y componer una síntesis histórica", apuntan los estudiosos, que presentarán su creación el próximo jueves, 28 de noviembre, a las 21 horas, en los mismos Claustros, con la asistencia de Lorenzo Díez, prologuista del libro, y el autor del epílogo, el padre Xabier Catalá, dominico que estuvo aquí durante un año.
Esta obra muestra, además de numerosas imágenes curiosas e incluso inéditas del fondo Díez Lacave, contratos de obras, inventarios de dasamortización... Un sinfín de datos y retratos que no tienen desperdicio. Se ha consultado también el Archivo Simancas, el de Cádiz, el Archivo de González Byass, el Diocesano, el Municipal y protocolos notariales, entre otros legajos. Todo con el objetivo de contar la realidad, o la verdad, "porque se han escrito cosas sin estar basadas en documentos. Y es que muy pocos o nadie ha dado, ni tan siquiera, una datación aproximada del Claustro. Este libro establece el año en que se empieza la obra del monumento. De hecho, hay un capítulo dedicado solamente a la bibliografía existente sobre el edificio desde el siglo XVIII, como un manuscrito que se conserva en la biblioteca del convento, La historia y recopilación de privilegios del Real Convento de Santo Domingo de Jerez por fray Agustín Barbas, que describe cosas que hoy no existen en este espacio. Una obra que ha servido de 'copieteo' de muchas otras que vinieron después", cuenta Jiménez, que añade que ha habido momentos de investigación "de locos y es que Hipólito Sancho de Sopranis, en el siglo XX, en el mismo artículo daba dos fechas diferentes de inicio de los Claustros. Algo que llevaba a error. Se han utilizado sus obras como la Biblia".
Y la historia comienza... Los Claustros, que se inician en 1430, no se construyen de la nada, o sobre la nada. Los muros son los de un castillo (que podría ser de finales del XII ó XIII). Y de hecho, hay un arco de herradura de época islámica descubierto en la última restauración. "Era un edificio militar y cuando Jerez se conquista a los musulmanes, se sigue utilizando como tal, pero una vez que las fronteras se van alejando, deja de tener sentido. Los dominicos tenían el convento fuera, donde está el actual. Los militares se lo ceden y ellos hacen este claustro. De hecho, los monjes van abandonando la vida comunitaria en aquella zona para empezar a vivir en ésta", dice Romero. El edificio tiene una construcción muy lenta, ya que hasta finales del XV no está hecha la planta baja entera. Se van creando el dormitorio, el refectorio, el claustro propiamente y otros lugares de trabajo. Recuerda Jiménez que ya el padre Barbas advertía de la presencia de almenas en unas obras realizadas en el siglo XVIII, noticia que recogen después Rosalía González y Laureano Aguilar, del Museo Arqueológico, en el estudio 'Las estructuras defensivas islámicas de Jerez. Bases para su reconstrucción virtual'.
En el libro se ha actualizado terminología como el "mal llamado" 'salón De Profundis', "inventado" por Hipólito Sáncho, que en realidad debería ser llamado 'Dormitorio Bajo'. También se habla de la autoría de diversas zonas como el refectorio, que es de Bartolomé Sánchez, o que el dormitorio es de Rodrigo de Alcalá. También se cuenta que los Claustros estaban abiertos en un principio, y que posteriormente se acompañan con filigranas. O cosas que estaban y ya no están, como la puerta del oratorio de fray Jordán, que hoy se encuentra en la finca 'Las Quinientas'. Sucede en un momento en que los Claustros ya no pertenecen a los dominicos. En 1835, con la desamortización, se los queda el Ministerio de Hacienda, que los divide en partes, excepto la iglesia. Al final, todas esas partes acaban en manos de la familia González (hoy González Byass) y lo utilizarán como bodega y granero, principalmente, ya que hay zonas arrendadas como un colegio, una academia de bellas artes, una carpintería... Y otras partes se venden, como casas de la calle Larga que pertenecían a los Claustros. Aquella portada la compró el marqués de Villamarta.
Sobre 1908 el edificio se vende a Salvador Díez y Pérez de Muñoz, "y gracias a él está esto en pie. Invirtió parte de su caudal en mantenerlo, aunque también sacó su beneficio porque arrendaba algunas zonas. Y permite de nuevo a los dominicos hacer via crucis, rosarios... Y en agradecimiento, los monjes le dedicaron una lápida", relata Romero. El monumento pasa a ser patrimonio de la bodega Díez Mérito. Posteriormente, Rumasa compra la firma en 1981, en 1983 se expropia la compañía y el monumento pasa a formar parte de la Fundación Andrés de Ribera, que cede la titularidad al Ayuntamiento. Un periodo en el que se celebraba multitud de actividades culturales. Lo que lleva a dar el paso a la restauración, en 1999, es el hundimiento de dos bóvedas del dormitorio bajo. Doce años de restauración que los investigadores aseguran que no se ha hecho "todo lo bien que se debiera. La piedra la han arreglado escuelas-taller de cantería con un mal resultado y se ha estropeado la decoración, por ejemplo, de ménsulas y capiteles. Algo irrecuperable. Una intervención que tenía que hacer personal especializado, no alumnos que están aprendiendo a tallar la piedra. También han sido insuficientes los estudios arqueológicos y es que se ha levantado el edificio entero y no se han hecho excavaciones, sólo en una parte muy pequeña, en el lado occidental. Se habría aportado mucha información". "Y es que hay noticias -continúan- de que se han cubierto entradas a criptas. Y la única a la que hemos podido tener acceso porque no sufrió la intervención es al Oratorio de Ribadeneira. Hay constancia de su existencia porque las capillas o los altares anexados a los muros contemplaban también el enterramiento de la familia que pagaba esa construcción". Los historiadores se quejan de que además ha habido obras de reconstrucción, "y no de restauración en algunas partes, como la galería de arriba, que está hecha nueva. O el claustro de la enfermería, que está sin terminar, y en el que se ha hecho lo mismo". A lo que hay que sumar las últimas goteras y humedades sufridas en los Claustros y la inundación del patio por falta de drenaje del césped, que ya se han solucionado.
A pesar de todo, los autores ensalzan el monumento, "y los Claustros siguen aquí, se han conservado. Porque en San Francisco había un claustro y hoy no existe. Y sin embargo, Santo Domingo permanece. Es una suerte que los jerezanos puedan acceder a él, algo que con otras cosas, como con la Cartuja, no ocurre. La ciudad tiene un monumento que es digno de valorar".
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