Viernes negro en Jerez
Antidisturbios intervienen a las puertas del Ayuntamiento con dos duras cargas para frenar las protestas por los impagos · La oposición abandona el pleno y el gobierno local no se pronuncia ante los graves incidentes
La tensión ante el grave conflicto socioeconómico por los impagos del Ayuntamiento que afecta a trabajadores municipales y empleados de concesionarias se disparó ayer hasta niveles pocas veces vistos en la ciudad. La Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional tuvo que cargar hasta en dos ocasiones contra unos dos centenares de manifestantes que querían adentrarse a la fuerza en el interior del Consistorio jerezano para presionar al gobierno local para que adopte medidas de urgencia para abonar los salarios que se les adeudan, que en el caso de las trabajadoras de la ayuda a domicilio suman cuatro mensualidades sin cobrar. Después de concluir el pleno extraordinario que precisamente debatió con escaso éxito el problema del personal de Acasa, la concesionaria que presta el citado servicio vinculado a la Ley de Dependencia, el pleno ordinario de enero se vio interrumpido casi en su recta final por el ensordecedor ruido procedente del exterior.
Bocinas, sirenas y petardos dejaron sordo el salón de plenos, lo que forzó a los grupos de la Corporación municipal a congelar durante más de media hora una sesión con escasísimos temas de enjundia en su orden del día que, en cambio, se vio posteriormente salpicada por unos sucesos vergonzosos. La crispación y la bronca subió varios grados de temperatura en el exterior, con un muro de contención de agentes de la Policía Local y Nacional que a duras penas resistían los envites de los manifestantes, empeñados en colarse en el Ayuntamiento. En el momento en que éstos se aventuraron con mayor insistencia a acceder al interior del Cabildo jerezano, fueron un nutrido grupo de antidisturbios quienes frenaron el empuje con porras y disparos de fogueo. Forcejeos, muchos golpes, empujones, asfixia y momentos de angustia que se saldaron sin heridos de gravedad, aunque con muchas magulladuras y moratones entre los trabajadores. Algún agente de la Policía Local también resultó agredido: "Nosotros también estamos sin cobrar, y me han doblado la muñeca y me han partido las gafas de sol; han sido cuatro tontos tirando naranjas...", relató a este medio un agente del 092. Otros de los presentes recriminaron la actitud del Sindicato Independiente de la Policía Local (SIP), "quienes han esperado a que los antidisturbios cargaran para quitarse de en medio, irse a la plaza del Arenal y quitarse las camisetas de protesta". "Ante estos hechos violentos, toda la representación del SIP se retiró del lugar, no participando de ninguna forma en los mismos", aseguraron desde el sindicato local en un comunicado de prensa remitido posteriormente.
Oposición, sindicatos y colectivos de trabajadores sin excepción reprobaron y condenaron con contundencia la "brutal" carga policial que para muchos de los que asistieron a esos momentos de tensión ha supuesto "un antes y un después" en el conflicto municipal. "Cuando se echa el doberman a correr ya no hay marcha atrás, ya no hay quien lo pare", se le oía decir a algún empleado del Consistorio jerezano. "Estaba hablando con una compañera y me han golpeado", aseguraba una empleada de Acasa que tuvo que acudir al ambulatorio de San Dionisio para que le revisaran las contusiones producidas en la pierna por el impacto de las porras. "Esto sí que es una dictadura" y "Pelayo dimisión", fueron dos de las consignas más repetidas por los trabajadores, sin que el 'ejecutivo' de la alcaldesa popular ni tan siquiera se haya pronunciado oficialmente sobre los hechos acaecidos a las puertas del Ayuntamiento.
A escasos metros del salón donde se reunía el máximo órgano de representación de la ciudad, se reprodujo la primera parte de una batalla campal en la que volaban naranjas y servilleteros metálicos de los bares de la calle lanzados por los manifestantes como manera de tratar de responder a los golpes de la Policía, de la que la mayoría, como se ha dicho, se quejó de emplearse con "excesiva dureza y agresividad". Con los ánimos tan caldeados en esta jornada negra en la calle Consistorio, la oposición en bloque abandonó sus bancadas del pleno a pesar de que el gobierno municipal decidió por su cuenta y riesgo continuar en solitario con los apenas tres puntos del orden del día que quedaban por debatir. En la calle, casi al mismo tiempo, se producía una nueva carga policial esta vez desencadenada por varios manifestantes que insistieron en arrojar naranjas a la Policía, lo que más que dentro de la reivindicación entró en el terreno de la provocación. Volvieron a ser los antidisturbios, que escoltaban a una nube de más de un quincena de agentes de las Fuerzas de Seguridad, quienes se abalanzaron en tromba contra los trabajadores, en su gran mayoría empleadas de Acasa, para cargar de nuevo con todas las armas que portaban. Salvas al aire y con porras en mano para dispersar a la multitud, pusieron fin a una segunda escaramuza que dio paso a un ambiente enrarecido que no se marchó de la calle Consistorio en toda la mañana.
Para tensar aún más la cuerda, la alcaldesa, según los sindicatos, se negó a recibirlos en Alcaldía, lo que llevó a sostener a los representantes de los trabajadores que "Pelayo va a superar los registros de la anterior alcaldesa". "Hay que estar más que nunca en la calle protestando", reclamó José Manuel Trillo, de CCOO, mientras que José García, secretario comarcal de CGT, atacó las actitudes "fascistas" del gobierno del PP, al que "se les ha ido el conflicto de las manos porque aquí hay muchas familias desesperadas". "Vamos a ganar esta guerra", exclamaron los representantes sindicales, tras tratar de apaciguar los ánimos de unos trabajadores a los que el cuerpo les pide "pegarle fuego a todo". En cuanto a los grupos de la oposición, si el PSOE pidió la dimisión del subdelegado del Gobierno en la provincia, "como responsable de un espectáculo dantesco", los portavoces de Foro e IU, Pedro Pacheco y Joaquín Del Valle, respectivamente, lamentaron el suceso "sin precedentes" en el Ayuntamiento y censuraron las "formas" del gobierno municipal del PP, que "ha apostado por la represión antes que por el diálogo". "Las gaviotas se han convertido en cuervos", advirtió Pacheco. La mañana, pese a todo, comenzó con humor. Con un frigorífico vacío ante el Consistorio, aunque repleto de letras de hipotecas y recibos de luz y agua, sobre el que rezaba: "Búscate una alcaldesa que te quiera, que te tenga llenita la nevera". "No somos terroristas, somos simplemente trabajadores reclamando nuestro sueldo", se oyó justo antes de que se desencadenara una batalla absurda. Después de la guerra, el colectivo de mujeres de Acasa se dispersó aunque el hecho de que la Policía comenzara el proceso de petición de identificación de muchos de los manifestantes las hizo regresar a las puertas del Consistorio. Se abrió atestado y finalmente la concentración se dispersó sin mayores incidentes en una jornada para olvidar.
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