Voluntad e inteligencia
Algunos problemas intelectuales mejoran con ciertos programas de estimulación
UNO de los motivos de consulta con el que nos encontramos frecuentemente en Psicología Diez, es el bajo rendimiento académico de muchos estudiantes. Nos encontramos con alumnos con problemas intelectuales que sólo mejoran gracias a la aplicación de programas de estimulación neuropsicológicos personalizados, pero sobre todo recibimos a muchos alumnos que parecen no presentar ningún tipo de problema intelectual pero, sin embargo, no consiguen estudiar el tiempo suficiente para aprobar sus exámenes. Tanto en las entrevistas con sus padres, como con sus tutores académicos, las conclusiones al respecto coinciden: el chico es muy listo pero el problema es que es muy flojo, si quisiera podría aprobarlo todo y con nota.
En este artículo pretendemos estimular la reflexión sobre tan lapidaria sentencia, que se basa en dos cualidades totalmente incongruentes, la inteligencia y la pereza. Y es que hace tiempo que la ciencia ha demostrado que los circuitos cerebrales que controlan cada función de la inteligencia, se potencia si los utilizamos o entrenamos y se debilitan si dejamos de usarlos, son los fenómenos de potenciación a largo plazo e inhibición a largo plazo respectivamente. De ahí, que ya en la década de los años 90 empezaran a comercializarse los programas de entrenamiento cerebral o brain training, (en inglés) basados en el uso y activación de determinadas estructuras cerebrales para mejorar funciones cognitivas.
En cierto sentido, podríamos decir que una persona cambia cada vez que aprende algo nuevo, mejorando continuamente su inteligencia para resolver los problemas y conflictos a los que habrá de enfrentarse en su quehacer diario. Ésta precisamente es una de las definiciones más aceptadas de la Inteligencia, la inteligencia es la habilidad para resolver un problema. Por tanto, aquella persona que, o bien se niega a aprender o bien no puede aprender por dificultades para regular su voluntad, difícilmente podrá poseer una inteligencia alta. Quisiéremos aquí, para explicarnos mejor, citar unas líneas de nuestro premio Nobel Santiago Ramón Cajal cuando en su libro “Los tónicos de la voluntad” escribe: “Cabría afirmar que el trabajo sustituye al talento, o mejor dicho, crea el talento”.
Parece entonces, que el alumno perezoso o sin fuerza de voluntad, aun pudiendo aparentar brillantez y poseer cualidades naturales, difícilmente puede ser considerado muy inteligente, pues la voluntad y el esfuerzo prolongado son funciones inherentes a la inteligencia. De hecho, salvo excepciones, la mayoría de personas de éxito tanto en ciencia, como en literatura o en el ámbito personal y social, lo son por su persistencia y capacidad de concentrarse en conseguir sus objetivos.
Para trabajar las dificultades de la voluntad, disponemos de excelentes recursos educativos. El asesoramiento a los padres resulta fundamental para reorientar sus estilos educativos, de forma que permitan mejorar la tolerancia a la frustración del alumno y por tanto su capacidad para demorar las gratificaciones, concentrándose así, en el esfuerzo por alcanzar las metas de cada día. Los alumnos deben aprender a concentrarse, a regular determinadas emociones, a frenar sus impulsos y además, entender que lo que hacen es fundamental para su futuro, aunque por el momento no puedan comprender la utilidad que tienen determinados conocimientos. Es prioritario estimular sobre todo la satisfacción por aprender, la aplicación de lo aprendido llegará más adelante con toda seguridad.
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