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EL calor raramente espera a que finalice el curso académico para llegar a las aulas y recordar, tanto a profesores como alumnos, que llega el verano. Pero para los alumnos, el tipo de verano que les llega va a depender, en gran medida, de los resultados de los temidos exámenes finales.
Obviamente, la mejor estrategia para realizar un examen es haberlo preparado bien, con tiempo suficiente y llegar descansado a la hora de realizarlo. Pero, aun así, en Psicología Diez atendemos frecuentemente a alumnos que a pesar de la buena preparación del temario, no logran realizar un examen que refleje fielmente sus conocimientos. En muchas ocasiones, es tal la ansiedad y angustia que se experimenta en los momentos previos al inicio de la evaluación escrita, que el alumno no consigue concentrarse, ni recuperar nada de lo que ha instalado previamente en su memoria.
Cualquiera que haya tenido pretensiones o expectativas con respecto a su futuro académico, sabrá bien, qué se siente cuando uno se juega horas, días, semanas o, incluso, meses de estudio en sólo cinco preguntas escritas. Sensación de nauseas, escalofríos, sudoración, falta de concentración o sensación de ahogo, son algunos de los enemigos que se suelen encontrar a la entrada del aula cuando vamos a ser evaluados.
Para evitar que esta situación de ansiedad ante el examen se dispare, podemos utilizar algunas estrategias que han resultado eficaces a muchos de los estudiantes más brillantes y eficaces en sus estudios:
La primera de todas, es la confianza en uno mismo. Muchas personas, creyendo que les ayudará, prefieren ponerse en lo peor para luego no sufrir si los resultados no son los deseados. La proporción de alumnos que suspende es mucho mayor entre los que utilizan este tipo de estrategias frente a los que se imaginan consiguiendo el éxito y una buena nota en el examen.
La valoración que hacemos de la situación, es otra de las claves. Valorar negativamente el acto de la evaluación es algo ansiogénico, que nos lleva a sentirnos más nerviosos. Las personas que afrontan mejor la ansiedad tienden a pensar que por fin ha llegado la hora del examen y la oportunidad de demostrar lo que se han esforzado. Hacer el examen no es negativo, sino el principio del éxito.
Pocas veces, es realmente la última oportunidad para aprobar un examen, ni lo que se ha estudiado ha sido inútil. Casi siempre hay segundas oportunidades. Pero, en cualquier caso, no hay que anticipar la catástrofe. El objetivo es pensar que lo vamos a conseguir, gracias a todo el esfuerzo realizado, lo que pueda ocurrir más tarde ya nos ocuparemos de resolverlo.
Para finalizar, es necesario, que cada uno intente descubrir cuáles son los pensamientos que más le perturban o angustian, porque identificarlos es el primer paso para cambiarlos.
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