Mi adhesión a Paco Cepero
Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
"Como jerezano que soy, me gusta el aire de nuestra tierra. - Rafael del Águila fue el académico.- Hoy todo el mundo se apoya en la técnica, pero hace falta el pellizco, como en el toreo del Paula"Portada de la entrevista de Juan de la Plata a Paco Cepero, en el suplemento de televisión y variedades de DIARIO DE JEREZ, de 24 de abril de 1984. ARCHIVO DEL AUTOR
D EBIDO a reciente enfermedad no pude asistir el pasado sábado al homenaje a mi querido y viejo amigo Paco Cepero, celebrado en Villamarta. Lo sentí mucho, porque me hubiera gustado estar esa noche a su lado, en el teatro, ofreciéndole mi adhesión, mi admiración y mi aplauso, por una vida llena de éxitos y reconocimientos, como primerísima figura de la guitarra flamenca que es; continuador de la escuela jerezana de Javier, conservada y aprendida a través de su maestro Rafael del Águila, al que Paco reconocía como académico. Porque según él, "como jerezano que soy, me gusta el aire de nuestra tierra".
A Paco lo conozco desde niño, aunque sea mucho más joven que yo; y lo vengo tratando y siguiendo, desde antes de sus inicios como tocaor, allá por los años cincuenta del pasado siglo, que ya es decir; cuando le conocí en ese mismo teatro, donde fui a entrevistar a su tío-abuelo, el gran cantaor jerezano, don José Cepero. Allí se retrató. niño aún de pantalón corto, junto a su padre, viejo amigo mío y buen cantaor, también.
Desde muy joven, en los años sesenta y setenta le veía pasar con su guitarra, algunas tardes, camino de la venta de Benjamín, en la avenida, para irse fogueando, junto a viejos y gloriosos cantaores jerezanos, en el difícil arte de acompañar el cante; y algunas madrugadas, me lo encontré con algunos de ellos, en el bar "La Fábrica" de la calle de la Justicia, donde solíamos recalar algunos periodistas, a la salida de la redacción; junto a viejos maestros flamencos, como Tío Borrico, El Batato, El Troncho o Paco Laberinto, entre otros, a su vuelta de buscarse la vida en las ventas.
Andando el tiempo, allá por el año 1984 - ha pasado casi un cuarto de siglo - ya Paco Cepero había logrado escalar el privilegiado puesto que ahora ocupa y en el que ha sabido mantenerse con talento y a fuerza de dedicación, esfuerzo y trabajo; creciendo como artista, hasta convertirse en una de las tres mejores figuras de la guitarra flamenca.
Sobre esto le pregunté yo, en una entrevista que le hice para el suplemento de televisión y variedades de DIARIO DE JEREZ, el 24 de abril de dicho año: "Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Paco Cepero… ¿En qué puesto se sitúa el guitarrista jerezano?" Y el me contestó, con la mayor modestia del mundo: "Yo no me coloco en ningún puesto. La palabra la tienen los críticos. Porque yo no sé donde estoy… Yo lo único que digo es que tengo la misma ilusión del que empieza. Trabajo mucho y hago lo que puedo. ¡Dios me libre de ponerme en ningún puesto!".
Paco Cepero, además de ser ya un guitarrista consagrado, se había revelado también como un consumado compositor de melodías aflamencadas. Y, como productor, él sería quien lanzó a varias figuras del género, entre otras a Chiquetete, a Agustín Pantoja, a Bordón-4, al Turronero y a Lolita, quienes se hicieron famosas, gracias a sus pegadizas canciones. Quizás la más triunfal de todas ellas, la titulada "Amor, amor", de la hija de Lola Flores que aún esta canta, porque se la siguen pidiendo. Y por algo, digo yo, que será.
A este respecto, Paco Cepero, recuerdo que me decía: "Con Chiquetete me va muy bien. Ambos nos hemos encontrado. Pero yo produzco para todo aquél que se adapta a mi forma de hacer. Antes producía para el que me mandaba. Ahora puedo escoger. Me puedo permitir, diríamos, ese pequeño lujo". Pero, no obstante sus éxitos como compositor y productor, por encima de todo, él se sentía y se consideraba, más que nada, guitarrista; un buen tocaor para acompañar a los más grandes del cante y, sobre todo concertista, en cuyo proyecto cifraba su más inmediato y definitivo futuro, el que le ha llevado a ocupar el privilegiado lugar que hoy ocupa, hasta alcanzar, entre otros muchos premios - el nacional de la Cátedra de Flamencología, entre ellos -, el más importante galardón que puede ansiar un artista en este país: la medalla de oro a las bellas artes que, un buen día, no hace todavía mucho, recibió de manos del rey de España..
Como concertista de guitarra, ejecutando sus propias composiciones, Paco Cepero ha sido aplaudido dentro y fuera de nuestras fronteras. La base de su guitarra, con ser muy jerezana, tenía reminiscencias, ecos de las guitarras de otros grandes intérpretes a los que alcanzó a escuchar, como los maestros Manolo de Huelva, Niño Ricardo, Sabicas, y otros cuyos nombres figuran ya en el olimpo de los genios de la bajan, para el resto de los siglos. Y, naturalmente, respetaba y reconocía la gran aportación a la guitarra moderna de Paco de Lucía, aunque su camino sea otro. Y, al preguntarle por la técnica, Cepero opinaba que todo el mundo se estaba ya apoyando mucho en la técnica y, sabiamente, me decía: "Hay que tener técnica suficiente para hacer lo que tú quieras hacer; pero no abusar nunca de la técnica, porque hace falta el pellizco flamenco; como en el toreo del Paula. Algo que te llegue más hondo que doscientos mil picaos o doscientos mil rasgueos"
Y, por culpa del abuso de la técnica, consideraba que "hay menos guitarristas de arte. El toque debe ser más reposado, hecho para uno recrearse. Con la guitarra no se debe correr". No cabe duda de que ya Paco Cepero - hace veinticuatro años de estas declaraciones -, hablaba como todo un maestro.
Personalmente, debo agradecer a este gran guitarrista, a este artista que es un lujo para Jerez, aunque aún no tiene calle con su nombre ni placa en su casa natal, una preciosa carta que me mandó hace años, desde Madrid, cuando aún residía en la capital de España, y que conservo como oro en paño por las delicadas cosas que me decía; y el sincero prólogo que le puso a mi último libro "Los cafés cantantes de Jerez", con cuyo motivo me invitó a acudir a su casa, toda una preciosidad, un verdadero joyero, en las inmediaciones de la plaza Antón Daza, en el corazón mismo del barrio de San Miguel. Una casa que en nada envidiarían las más reputadas celebridades de Hollywood, llena de cuadros y de valiosos objetos de arte; y que, puedo asegurar, con toda certeza, jamás, jamás, ha tenido nada parecido, ningún otro artista flamenco de Jerez. Lo digo con cabal conocimiento de causa, porque no es la primera casa de un artista jerezano que conozco.
Paco Cepero, y sus bodas de oro con la guitarra. Toda una celebración, a la que quiero sumarme, desde esta página de DIARIO DE JEREZ, con todo entusiasmo. Primero, porque Paco es un buen amigo, y me lo ha demostrado, más de una vez. Segundo, porque es jerezano y me alegro de ello y por ello. Y, tercero, porque es un artista, como la copa de un pino. Y, como diría García Lorca, un creador de "glorietas para el silencio", entre arpegios y filigranas de las seis cuerdas de su guitarra.
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