Una viña sin vallar
Energías renovables
Las renovables suponen una gran amenaza para el patrimonio paisajístico y medioambiental de la campiña de Jerez y su viñedo
Las administraciones públicas miran hacia otro lado frente a una invasión que parece no tener límite
Ecologistas alerta del alto impacto ambiental de una planta fotovoltaica al norte de Cuartillos
Renovables sí, pero no así
La proliferación sin límite de molinos y espejos -parques eólicos y fotovoltaicos- se ha convertido en los últimos años en la gran amenaza para el paisaje tradicional de la campiña de Jerez, rompiendo la estética de las viñas y del campo para configurar un skyline muy alejado del valor histórico, cultural y natural tanto del viñedo jerezano como de otros parajes singulares del término municipal. Una pérdida de patrimonio que puede ser irreparable y un pésimo legado para generaciones venideras.
Plantas fotovoltaicas
Actualmente hay tres plantas fotovoltaicas ya en funcionamiento, dos en el paraje de Roalabota (Las Quinientas y Cortijo de Frías) y una en la Carretera de La Barca (A-2003), cerca del núcleo de El Chaparrito.
Ahora bien, actualmente hay otra decena de instalaciones solares en construcción, la mitad de ellas promovidas por la energética Repsol, que también proyecta dos nuevas plantas en las proximidades de Torrecera.
El gigante Repsol continúa con la construcción de sus cinco plantas fotovoltaicas. Tres de ellas se están instalando en parcelas colindantes situadas en la Finca Ranchiles, junto a la pedanía de Torrecera, y las otras dos, sobre suelos situados en el paraje de Los Isletes Bajos.
Por su parte, el grupo inversor A&G está inmerso en la construcción de las cuatro plantas que promueve en Jerez a través de distintas sociedades –estas fueron constituidas y tramitadas inicialmente por el grupo andaluz Magtel–. En la actualidad construye las instalaciones solares autorizadas en unos terrenos junto a la barriada rural Puente de la Guareña, en el Cortijo Berlanga –frente al parque termosolar de San José del Valle–, y dos parques fotovoltaicos en el paraje de los Isletes Bajos, en las proximidades de la linde con el término municipal de Paterna.
En este mismo lugar, los Isletes Bajos, están en construcción otros proyectos de energías renovables. Y también cuenta con licencia de obras el proyecto fotovoltaico de la empresa malagueña Ansasol, en las proximidades de la barriada rural de Mesas de Asta, cuya línea de evacuación atraviesa el histórico pago del viñedo jerezano de Carrascal
No obstante, el número de proyectos en ejecución podría aumentar en próximas fechas, toda vez que la Junta de Andalucía ya le ha dado el visto bueno a otros ocho proyectos fotovoltaicos, que por tanto, están en trámites para tratar de obtener el resto de permisos municipales y autonómicos necesarios para poder iniciar su construcción.
Y hay más en la recámara, puesto que hay otros 16 proyectos que han solicitado autorización, ocho de ellos a través del Ministerio para la Transición Ecológica ya que sus proyectos contemplan unas instalaciones con una potencia instalada superior a los 50 megavatios, el límite a partir del que se exige la aprobación por parte de la Administración central.
Los ocho megaproyectos fotovoltaicos en fase de tramitación irían en distintos puntos al norte de Cuartillos, algunos de ellos sobre terrenos que hace poco más de una década ocupaban viñedos. Incluso, se está tramitando una planta de generación de hidrógeno verde en Nueva Jarilla.
En el caso de que todos estos proyectos lograsen su aprobación, ocuparían una extensión de más de 12.000 hectáreas, casi el doble de la superficie actual del viñedo del Marco de Jerez.
Según datos del Catastro Inmobiliario, actualmente hay más 100.000 hectáreas de terrenos agrícolas, de las que en torno a un 50% son de secano -los proyectos fotovoltaicos se asientan sobre este tipo de suelos-. La superficie de viñas, también en secano, ocupa según el Catastro en torno a un 5% del total de la superficie agrícola del término jerezano.
Parques eólicos
El auge de la energía eólica tampoco parece tener límite en Jerez, cuyo término municipal es ya el segundo de la provincia con más parques eólicos en funcionamiento, por detrás de Tarifa. Según los registros oficiales, una docena de estas instalaciones eólicas se reparten fundamentalmente por el entorno de la autovía de Sanlúcar (A-480) –también dentro del pago histórico de Balbaína, donde los aerogeneradores ‘conviven’ con el viñedo–, el paraje de Los Isletes –en el extremo sureste del término municipal, en la linde con Paterna– y en Roalabota –al suroeste, lindando con Puerto Real–.
En próximas fechas, también entrara en funcionamiento el polémico parque eólico de El Barroso, en Macharnudo, que ha contado con una fuerte oposición de viticultores del entorno y del Consejo Regulador del vino por el impacto visual que supone en uno de los pagos vitivinícolas más singulares de la campiña jerezana, de gran valor paisajístico y natural, considerado la joya de la corona por el mundo del vino.
A pesar del rechazo sectorial y social, el proyecto ya cuenta con todos los permisos autonómicos municipales y hace escasas fechas recibió la declaración de utilidad pública de la Junta de Andalucía, la figura administrativa que le permitirá ocupar y establecer servidumbres sobre suelos anexos para que la energía que se genere en la instalación pueda evacuarse a la red. Llama la atención que la Administración autonómica hiciera caso omiso a las 16 alegaciones presentadas en la fase de exposición pública, algunas de ellas por el impacto negativo de los aerogeneradores de más de 100 metros de altura sobre la fauna y flora de la zona, con especies incluso en peligro de extinción.
Estos molinos de viento gigantescos, visibles desde muchos kilómetros, han alterado por completo el paisaje del viñedo jerezano con un proyecto que, además, va más allá, ya que su promotora Capital Energy -que a la postre acabó vendiendo el 70% de la instalación– complementó la idea inicial con la incorporación posterior de una planta fotovoltaica híbrida –el parque eólico y las placas solares compartirían central eléctrica–, para la que actualmente está tramitando los permisos.
El último de los parques eólicos que entró en funcionamiento data del año 2019, si bien la mayoría se construyeron y pusieron en marcha a principios de este siglo.
Rechazo social
Toda esta marea -o maremoto- de molinos y espejos, y la amenaza que supone para el paisaje, ha generado un rechazo casi generalizado en la sociedad, tanto de Jerez como de fuera, ya que el problema se extiende a todo el territorio nacional, donde se han creado multitud de asociaciones y plataformas, principalmente vinculadas al sector vitivinícola, que exigen la implicación de las instituciones públicas en la preservación de los valores paisajísticos y naturales de los espacios ocupados, así como de otras actividades económicas que contribuyen a la fijación de la población al territorio, así como a la generación de empleo y riqueza.
Afectados y sensibilizados con la lucha contra la proliferación indiscriminada de las renovables en lugares de interés histórico, social, cultural... -estos colectivos siempre dejan claro que no están en contra de las renovables, sino de su instalación en espacios que, como ocurre en Macharnudo, gozan incluso de protección especial en los planes de ordenación urbanística que no se ha tenido en cuenta– reclaman a gritos una ordenación cabal del desarrollo de las nuevas energías.
En el caso de Jerez, donde puede entenderse la postura de pequeños viticultores y agricultores, que se aseguran unos ingresos estables por la cesión de sus terrenos, el malestar, precisamente, obedece al desprecio de las autoridades por la localización de los proyectos cuando el término municipal cuenta con terreno suficiente para alojar estas instalaciones sin renunciar a la continuidad del viñedo histórico y de otros parajes de la campiña que atesoran un gran valor.
A estas reclamaciones y denuncias se ha sumado el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de los vinos de Jerez, que denunció las numerosas anomalías observadas en el proceso de tramitación y construcción del parque eólico El Barroso. La institución jerezana del vino también presentó una batería de alegaciones a la declaración de utilidad pública, aprobada finalmente por la Junta a principios de julio, decisión contra la que estudian ahora emprender acciones legales.
La Ruta del Vino y el Brandy del Marco de Jerez también se unió a la causa para alertar del impacto negativo de este proyecto, contra el que hizo un llamamiento a la ciudadanía, entidades y asociaciones para que se adhirieran al ‘Manifiesto de protección del paisaje’. En el mismo, los operadores del sector del vino y el turismo muestran su rechazo frontal a la proliferación de los molinos y espejos en el viñedo. Del mismo modo, el sector vitivinícola jerezano impulsó la creación de la Plataforma de Defensa de Paisajes y Viñedos del Marco de Jerez, que reivindica la preservación del patrimonio vitícola y que convocó una marcha en febrero del pasado año en Macharnudo que contó con el respaldo de grandes, medianas y pequeñas bodegas, responsables del Consejo Regulador y del sector del vino, Ecologistas en Acción, Sociedad Jerezana del Vino, la Federación de Asociaciones de Vecinos Solidaridad y, a título particular, bodegueros, viticultores, viñistas independientes, cooperativistas, sumilleres y chefs, que se han volcado con sus mensajes en redes sociales, así como ciudadanos sensibilizados con estas reivindicaciones.
La protesta tuvo el respaldo también de nombres propios de la gastronomía española y de la provincia como Pitu Roca, sumiller y copropietario del Celler de Can Roca; Ángel León, el triestrellado chef de Aponiente; Israel Ramos, chef del restaurante Mantúa, el primer estrella Michelin de Jerez; Fernando Córdoba, propietario y cocinero de El Faro de El Puerto; y Mario Jiménez Córdoba, jefe de cocina de El Faro de Cádiz, que colgaron en redes sociales vídeos en defensa del viñedo del Marco de Jerez frente al avance de las renovables.
Amenaza medioambiental
Recientemente, Ecologistas en Acción también ha dado la voz de alarma por el impacto ambiental del proyecto de una planta fotovoltaica en la finca Croft (Cuartillos), que cuenta ya con autorización previa de la Junta de Andalucía. La organización, que advierte de la “amenaza” para “el paisaje y la biodiversidad de la campiña jerezana”, no se explica el visto bueno inicial de la Administración autonómica.
Para los Ecologistas resulta igualmente contradictorio que una consultoría ambiental solvente haya podido emitir una declaración de impacto ambiental positiva a la invasión de este espacio, un antiguo viñedo ya arrancado propiedad de González Byass, de gran valor medioambiental y ecológico.
No en vano, explica que en este paraje se ubica la laguna del Gato, que alberga “una interesante diversidad de aves acuáticas”, entre ellas especies protegidas o amenazadas como la cerceta pardilla, el porrón pardo o la focha moruna, aunque también hay flamencos, patos, ánades, garzas o cigüeñuelas. En esta zona también hay especies como el aguilucho cenizo o el alcavarán, y en los últimos meses han detectado la presencia de una hembra de avutarda, “el único ejemplar presente en la provincia de Cádiz del que tenemos noticia”.
Modificación del PGOU
La instalación de parques eólicos o fotovoltaicos en el término municipal de Jerez “tiene que estar regulada en una modificación del PGOU”. Eso es lo que defendía el PP de Jerez en marzo de este año, es decir, cuando aún ejercía de líder de la oposición en la Corporación municipal antes de asumir el poder tras su victoria en las elecciones municipales.
La ahora alcaldesa, María José García-Pelayo, no cerraba la puertas a las renovables, eso sí, siempre que no se rompa, dañe o elimine el paisaje tradicional de las viñas de Jerez. Y de ahí la propuesta de trabajar y aprobar una modificación del PGOU que regule la instalación de estos proyectos de energía renovable en el conjunto del término municipal, donde hay que insistir en que hay sitio de sobra para ubicar las renovables sin poner en riesgo la biodiversidad y la riqueza medioambiental, el paisaje y otras actividades económicas milenarias como el viñedo o, más recientemente, el enoturismo, habida cuenta de que es el sexto más extenso de España.
Pelayo proclamaba su “compromiso para impulsar una modificación del Plan General que permita regular y ordenar la instalación en el Marco de Jerez de las energías renovables”, necesarias e indispensables pero que “no pueden suponer borrar la viña ni el campo de Jerez”.
La solución pasaba porque, “cuanto antes, el Ayuntamiento use sus herramientas urbanísticas para ordenar la implantación de estos parques eólicos y fotovoltaicos para que no se instalen donde quiera la empresa sino donde, entre todos, se contemple que sea factible”. Esa solución está ahora en manos de María José García-Pelayo, alcaldesa con mayoría absoluta.
¿El PP defendiendo a ultranza el viñedo? Depende, porque en febrero de este mismo año el Parlamento andaluz rechazaba una proposición de ley promovida mediante una iniciativa legislativa de 70 ayuntamientos de toda la comunidad autónoma, entre ellos el de Jerez, para establecer una moratoria en la implantación de plantas de generación de energías renovables.
El rechazo parlamentario provocó una nueva -otra más- confrontación entre el PSOE y el Partido Popular. Los socialistas acusaron a los populares de “engañar” por afirmar que defiende al viñedo y los populares, aún en la oposición, reprocharon al entonces ejecutivo municipal de Mamen Sánchez que no ejerza sus “competencias” en la regulación de este tipo de instalaciones. Nihil novum sub sole (Nada nuevo bajo el sol).
Sea como fuere, y mientras no se acote y se ponga orden en la instalación de renovables, la multiplicación de molinos de viento y espejos solares -parques eólicos y fotovoltaicos- en el Marco de Jerez seguirá siendo una viña sin vallar.
Es hora de que los responsables -políticos- asuman de verdad la responsabilidad y cuiden el patrimonio de la ciudad, y el legado que quedará a generaciones venideras.
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