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Acto en Jerez por el 50 aniversario de la Fundación Vicente Ferrer
En noviembre de hace 50 años, se emitió por primera vez la versión estadounidense de Barrio Sésamo; el periodista investigador independiente Seymour Hersh descubrió la historia de la masacre de My Lai, en la guerra de Vietnam; y Estados Unidos lanzó el Apolo 12, la segunda misión tripulada que caminó sobre la luna.
Hace cincuenta años Vicente Ferrer convenció a tres personas para iniciar una maravillosa y complicada aventura. Una misión de profundo amor hacia la India con el objetivo de transformar una de las zonas más empobrecidas del sur: los estados de Andhra Pradesh y Telangana.
Cincuenta años después, Anna Ferrer cautivó ayer a Jerez con su puro testimonio en el Consejo Regulador. La Bodega San Ginés se quedó pequeña ante la gran expectación que la mujer de Vicente Ferrer despertó en la ciudad.El salón enmudeció para escuchar a “la arquitecta de sueños imposibles”recordar los primeros pasos de la Fundación, los retos de futuro y la importancia del apadrinamiento; así como transmitir, como hace 50 años hizo Ferrer, el poder de que cada granito de arena puede cambiar el mundo.
“Soy Anna, soy una persona muy simple. En una entrevista que tuve en Madrid escribieron que tenía el don de la felicidad. No sé si tengo el don de la felicidad, pero sí soy una persona muy espontánea, muy feliz y algo que aprendí de Vicente, soy una persona siempre positiva. Estoy feliz en Anantapur y aquí en Jerez con vosotros”. Así se presentó la presidenta de la Fundación durante la entrevista que le realizó el director de Diario de Jerez, Rafael Navas, durante el evento.
Anna relató los comienzos de la Fundación, cuando Vicente Ferrer, ella –una joven periodista de 21 años– y dos colaboradores locales llegaron a Anantapur, “un desierto” donde había una pobreza extrema. “El pueblo ahora siente un gran cambio en sus vidas, ahora se sienten iguales y no hay nadie superiores a ellos (casta)”, contó Anna.
“Vicente nos convenció cuando muchísima gente no creía en que era posible erradicar la pobreza. Vicente tenía la capacidad de transmitir a cientos de miles de nosotros, tanto en la India como en España, que cada uno tenemos la responsabilidad de ayudar a los que estaban sufriendo”, añadió en el acto, presentado por Esteban Fernández.
Cuando falleció Vicente Ferrer la Fundación estaba trabajando en 2.000 pueblos, hoy en día están presentes en 3.700 pueblos: “Nuestro equipo en Anantapur lo componen unas 2.500 personas y todos pertenecen allí. Queríamos a gente local y cuando entraron no sabían nada de desarrollo, pero hemos prestado muchísima atención a la formación del personal. Así, las personas locales que antes no sabían nada de desarrollo, hoy en día son personas muy fieles a la Fundación, son muy profesionales. Cuando murió Vicente no hubo ni una pequeña pausa en el trabajo”.
Para Anna Ferrer una de las claves de la buena salud de la Fundación es “creer en las personas del pueblo. Son ellos los protagonistas de su propio desarrollo. Debemos tener una buena relación de confianza entre las personas de los pueblos y la organización, porque no estamos allí para desarrollarles. Estamos allí para hacerles más organizados, más fuertes, darles el conocimiento que necesitan para tener una vida digna y que sean los dueños de sus propias vidas”.
Entre los retos del futuro, Anna Ferrer hizo especial mención a la “lucha contra la discriminación de género y la eliminación de la violencia de género. Las mujeres han progresado mucho, pero queda mucho por hacer”.
La relación de la Fundación con Jerez tiene muchos nombres y apellidos. Entre ellos, Francisco Valencia y Teresa Garrido, impulsores de decenas de eventos para recaudar fondos para la entidad en la India.
En 2017, con motivo de una venta privada promovida por el matrimonio, Teresa dijo “mientras Dios nos dé un soplito de vida seguiremos adelante. Desde que se jubiló Paco es nuestro late motiv. Nos enamoramos tanto de esta Fundación que nos volcamos en ella”. Valencia falleció el pasado mes de abril, pero todo su buen hacer sigue muy presente. Y así lo reconoció Anna en el evento anoche: “Tere y Paco son muy buenos amigos”.
El director general de la Fundación Vicente Ferrer, Jordi Folgado, subrayó que el objetivo no es tener un gran volumen de personas a las que ayudar, “sino la eficiencia”. Dijo que era una gran “satisfacción” devolver la dignidad a las personas, “ya no hay pobres de primera ni de segunda”.
La concejal de Igualdad, Juventud y Diversidad, Ana Hérica Ramos, confesó que “desde que desperté esta mañana la ilusión y la emoción me ha acompañado; muchas gracias por inspirarnos”. La delegada recordó que durante la recepción a primera hora en el Ayuntamiento, Folgado “nos dijo que lo más importante en los territorios es la organización de la comunidad, en la que todas las personas tienen un papel importante. Y habló de la dignidad, algo que me tocó profundamente”.
Tras la entrevista, Anna Ferrer y Jordi Folgado entregaron diversos reconocimientos por parte de la organización por “su solidaridad y compromiso” con la entidad. El Consejo Regulador del Brandy de Jerez, González Byass, Álvaro Domecq Romero, Sebastián Romero, David Torrent y Concepción Fernández Asurmendi, son los premiados en esta gran gala.
La música estuvo muy presente durante el acto en el Consejo Regulador, con dos representaciones de la artista Beatriz Crespo y su danza clásica de la India Khatak, así como por el flamenco del jerezano Domingo Ortega –ambos además hicieron una fusión de culturas muy aplaudida–, y para finalizar, el grupo Alba Jerez puso el broche de oro con una zambomba.
“Es mi primera vez en Jerez pero no será la única”, confesó la presidenta. La ciudad espera que sea así. Gracias Anna.
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