31 años buscando sin éxito el modelo perdido

Fiestas de la Vendimia

Tres décadas después de la eliminación de la Feria de la Vendimia, la ciudad no encuentra la celebración idónea que le sirva para festejar el nacimiento del vino que le hizo universal

31 años buscando sin éxito el modelo perdido
Manuel Moure / Jerez

05 de septiembre 2011 - 01:00

Feria de Septiembre, Fiestas de la Vendimia, Fiestas de Otoño... Jerez ya no sabe ni cómo se llama ese ciclo festivo que solía comenzar a primeros de septiembre y concluía, casi siempre, cuando la patrona de Jerez, la Virgen de la Merced, se hace presente por las calles de la ciudad la tarde del día 24. Aunque muchos hayan sido los intentos realizados en 31 años, el septiembre festivo jerezano siempre ha adolecido la falta de una continuidad que tan sólo tuvo, curiosamente, la primitiva Feria y Fiesta de la Vendimia, nacida en 1948 después de que un grupo de jerezanos (gentes de letras en su mayor parte) decidieran acompañar de una serie de actos el nacimiento del vino de Jerez, producto sobre el cual descansaba por entonces toda la economía local.

Muchos proyectos se han iniciado desde que la Feria fuera suprimida. Algunos de ellos llegaron a prosperar en el tiempo si bien en el momento en que comenzaban a considerarse establecidos en el ideario colectivo fueron sorprendentemente abandonados, bien fuera de forma caprichosa o porque la economía obligó a ello. Sea como fuere, Jerez lleva ya más de treinta años sin saber qué hacer ni como celebrar el nacimiento de ese vino que diera fama universal a este Marco de tierras albarizas.

La antigua Feria de la Vendimia disponía, a partes iguales, de actos culturales y actos sociales, eventos a los que el pueblo llano, ciertamente, no tenía el acceso que hubiera sido deseable. Cabe destacar que los costes para las arcas municipales eran por entonces mínimos, ya que los exportadores de vino del Marco de Jerez corrían con buena parte de los gastos. Quien paga exige... y los roces con el primer Ayuntamiento democrático fueron importantes. El final de la Fiesta (aunque los jerezanos la llamaban Feria) vino precedido de frases tales como que se trataba de una fiesta "por y para los señoritos de Jerez". Hacía por entonces (1980) apenas un año que Pedro Pacheco se había erigido en el primer alcalde electo de Jerez cuando decidió poner punto final a la Feria y Fiesta de la Vendimia. Fue entonces cuando el regidor decidió trasladar el protagonismo al casco antiguo con la intención de llenar de vida un centro que no terminaba de despegar. De esta forma murieron 33 ediciones de la Ferias. La ciudad, que por entonces tenía las celebraciones de esta índole más antiguas de España, dejó el testigo a la localidad valenciana de Requena. Montilla-Moriles, localidad que de siempre se ha mirado en el espejo de Jerez, creó las suyas en 1974. A día de hoy continúan.

El cambio deparado por la decisión de Pacheco fue radical. Del parque de la Feria se pasó al centro. Fueron los años de los toros de fuego por el barrio de San Mateo (sólo duraron una edición) y la verbena de la plaza del Mamelón, donde se entremezclaban las tómbolas y los cacharritos que hasta entonces hacían su septiembre en el González Hontoria.

El intento de cambio, fallido a todas luces pues no aportó nada y acabó con una celebración de 33 años de existencia, vino a provocar que la vendimia jerezana se resumiera en unos pocos actos, tales como la Pisa de la Uva, la cabalgata, la Fiesta de la Bulería y la procesión de la patrona. Poco más.

Fue en los primeros años noventa, concretamente en 1992, cuando Pedro Pacheco decidió darle aires nuevos a este ciclo festivo bajo la denominación de Fiestas de Otoño, si bien los diferentes concejales que se hicieron cargo de las mismas terminaron por convertirlas en un 'cajón de sastre' donde cabía de todo: pasacalles, procesiones, parada hípica, carreras de caballos en la plaza del Arenal, cabalgata, títeres, cursos universitarios, mercadillos, degustaciones de vino y hasta un otoño lírico en el Teatro Villamarta, entre otros muchos actos. Eran años de bonanza y no se dudaba en apuntalar la imagen y el concepto de ciudad antigua y noble con colgaduras en las farolas, juegos de cañas y lanzas y hasta con malabaristas de banderas (los 'sbanderatiori') traídos ex profeso desde la Toscana italiana. El ciclo festivo llegó a consolidarse si bien su elevado coste terminó pasando factura y hubo que reducir tanto su duración (no en vano llegaron a prolongarse hasta el 9 de octubre, día del patrón San Dionisio) como su exagerada diversidad.

El cambio de gobierno -una vez que la socialista Pilar Sánchez llegó a la Alcaldía jerezana- motivo que las Fiestas de Otoño cambiaran de nombre. Pasando a denominarse Fiestas de la Vendimia. "No se debe mantener esa denominación -dijo Sánchez- cuando ni siquiera se celebran en dicha época del año sino en verano". El traslado de la ceremonia de la pisa de la uva a la Asunción y a la Alameda Vieja no terminaron de arraigar entre los jerezanos, que entendían dicho acto como una desnaturalización del auténtico para agasajo de turistas. La ceremonia nocturna era algo demasiado duro para un pueblo que sigue relacionando el primer mosto con el reducto de la Catedral y un solazo de muerte. Así sucedió entre 2003 y 2007. Al año siguiente, Pilar Sánchez devolvió la Pisa a su enclave de siempre.

Otro cambio sonado fue la eliminación de la parada hípica, un evento en el que el número de caballos no hacía más que aumentar de edición en edición -siempre según la versión de la organización- cuando sucedía justamente lo contrario. Fue en 2008 cuando Sánchez diseñó sus fiestas. Como ha quedado dicho la Pisa retornó a la Catedral, la parada hípica dio paso a un encuentro ecuestre en el Hontoria, el mercado medieval se tornó en un mercado de la vendimia en la Alameda Vieja, las actuaciones flamencas pasaron de La Asunción al Alcázar y la cabalgata de la vendimia se suprimió por un espectáculo de clausura "vanguardista". La base, como se puede comprobar, era exactamente la misma, simplemente cambiada de nombre o de ubicación.

En estos días -es decir 31 años y tres alcaldes después de que la Feria de la Vendimia fuera suprimida- estas Fiestas siguen siendo un híbrido con sus aciertos y con sus errores. Sin apenas presupuesto -22.000 euros para todo el ciclo festivo- y con una crisis económica de enorme gravedad, el ciclo festivo mantiene este año tanto lo imprescindible como lo barato. La cabalgata pasa a mejor vida mientras la faceta gastronómica que abriera hace años 'Tapa Jerez' se conforma con una Feria Gastronómica que apenas tendrá coste para las menguadas arcas consistoriales y que reunirá en la Alameda Vieja a lo más granado de la 'ars culinaria' jerezana. El ciclo festivo apenas durará seis días, del 13 al 18 de septiembre. Basada en los pilares culturales de la ciudad -vino, flamenco, caballos y gastronomía- la Fiesta de la Vendimia tendrá como principales referentes el acto de la Pisa (el día en que comienzan las Fiestas) y la Fiesta de la Bulería (el sábado 17). La procesión patronal, los viernes flamencos (en agosto), las noches de verano en el Alcázar (en agosto) y hasta el concierto de la Banda Municipal de los domingos en la alamedita del Banco se han incluido en el programa. El rediseño del ciclo festivo, como se puede comprobar, es urgente.

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