40 años en el ruedo de un milagro de siglos
Toros | 40 Aniversario Diario de Jerez
El toreo es una de las grandes tradiciones de Jerez y en estas páginas, hemos contado su glorioso pasado, el presente de cuarenta tmporadas, y el futuro de su savia taurina
JEREZ es sin disputa la ciudad de los milagros: el milagro sus fiestas mayores de Semana Santa y Feria del Caballo, el milagro del vino, el milagro del cante y del baile, el milagro del caballo y el milagro del toreo y del toro. A través de estas páginas hemos contado e intentado descifrar esa seña de identidad de la ciudad que es la lidia, aunque los milagros se resisten a cualquier explicación lógica.
Es milagroso alcanzar esos niveles de excelencia y que confluyan: el mecido de un palio, la saeta jerezana, el paseo de caballos y carruajes, caballos que bailan aires de alta escuela, la soleá o la bulería, la callada crianza del vino y el brandy, el enjambre de un zambomba, un toro bravo arrancándose al caballo o un ayudado por alto de Rafael de Paula.
Milagros a compás. El milagro del toreo no podía faltar, inseparable de Jerez de la Frontera y testimoniado en las actas capitulares de su añejo Cabildo desde 1454, cuando se celebraban en Jerez toros por el nacimiento del infante o por levantarse los pendones del Rey don Enrique. Toreo ecuestre.
Se corrieron toros en la Puerta de Rota, en la plaza del Mercado y, sobre todo, en el Arenal, donde Juan de la Plata documenta que esbozó sus primeros balbuceos el toreo a pie en 1654, cuando los conocedores de que operaban en las Carnicerías Públicas –siempre aparece una Casa de Matanza como cuna de la lidia– solicitaron correr toros en el Arenal y el Cabildo dio licencia con la condición de que no hubiera juego de cañas ni alcancías. Ni falta que les hacía, eran del Matadero y no se les permitía montar a la jineta. Se trataba de hacer en público el regocijo de toros que se permitían en las corraletas de la casa de matanza o carnicería.
El milagro había empezado en el siglo XV y se estaba fraguando al estilo de Jerez, despacio y a compás. Como en la crianza del vino, hubo un trasiego desde el toreo ecuestre al toreo a pedestre. En el XVII se toreaba ya a pie y en XIX se construyó la primera plaza de toros de Jerez, la actual. Otro milagro en pie que ha sobrevivido a devastadores incendios, reconstruyéndose cada vez de sus cenizas.
Hemos contado cuarenta años de festejos desde la plaza estrenada en 1894, reconstrucción de la anterior de 1840, que había sufrido un incendio en 1860, fue reconstruida, sufrió otro incendio en 1891 y por fin, se levantó la actual, aprovechando los viejos muros que se salvaron en los incendios, reedificación obra de Francisco Hernández Rubio.
La plaza, estrenada en 1840 y levantada junto a la viña de ‘La Constancia’ fue obra del teniente coronel Juan Daura, arquitecto académico de mérito del Gobierno de la provincia por Su Majestad y arquitecto mayor de la ciudad de Cádiz. Intervino Malvino Marrón, arquitecto de la ciudad, que dirigió las obras. El jerezano Antonio Bonora se ocupó de los trabajos en madera. Porque el nuevo edificio era de madera pero con una base de mampostería, la misma construcción mixta que diseñó Daura al año siguiente para construir la plaza de toros de Cádiz de 1841. La base de mampostería permitió, que sobre ella se reedificara por dos veces la plaza pese a los voraces incendios.
En la tarde inaugural de la plaza no faltaron en el ruedo dos toreros jerezanos, los picadores hermanos Francisco y Andrés Hormigo. Fue el 7 de junio de 1840 con ocho toros de Arias Saavedra, de Utrera, y los toreros que estrenaron el circo jerezano fueron el chiclanero Francisco Montes ‘Paquiro’ y el gaditano Gaspar Melchor Díaz Cantoral, que se anunciaba como Gaspar Díaz. De media espada toreó el sevillano Antonio de los Ríos.
Ya podía oficiarse el milagro en un templo que supera en antigüedad a la plaza de San Roque, estrenada en 1853. La de Villaluenga del Rosario es la única plaza de toros más antigua que la de Jerez en la provincia.
Y siguió añejándose el toreo en Jerez, despacio, con esas tres líneas: el toreo ecuestre de aquellos caballeros de Jerez que dieron lustre a sus fiestas de toros, cañas y alcancías; el Matadero de aquellos trabajadores de la Carnicería que en regocijo pusieron los primeros fundamentos de la lidia a pie y aquellos picadores jerezanos como los del cartel inaugural, que en el campo bravo se manejaban con los toros de casta y en el campo de batalla se lanzaron contra las filas francesas en Bailén, picadores de Jerez de legítimo renombre ayer y hoy.
En ese pentagrama, en la línea del toreo ecuestre, Álvaro Domecq y Díez o Álvaro Domecq Romero, los Bohórquez padre e hijo, Luis y Antonio Domecq, los hermanos Zambrano, Agustín García Mier.
Para nuestro pesar hemos sido testigos en estos cuarenta años de cómo Jerez ha perdido el cetro del toreo a caballo que detentaban, a modo de dinastías, los jinetes jerezanos. La lidia ecuestre se ha quedado sin continuadores tras los brillantes reinados de los Domecq, tres generaciones, y los Bohórquez. Esperamos contar algún día que un torero a caballo de Jerez vuelve a ser figura histórica del rejoneo.
Por lo que hace a la línea del toreo a pie, del matadero vinieron los ejemplos de Manuel Lara Reyes ‘El Jerezano’, Carnicerito o los Venturita, pero ese fue el arranque. El sueño de ser torero lo vivieron jóvenes desde todos los barrios de la ciudad con Juan Luis de la Rosa y otros. Vivió el sueño de ser torero Juan Antonio Romero ‘El ciclón de Jerez’ e hizo el toreo de ensueño Rafael de Paula.
En estas páginas contamos el fin de aquel sueño cuando el prodigio del barrio de Santiago cerró su carrera junto a Curro Romero y Finito de Córdoba. Cuarenta años de páginas de toros en los que vimos nacer muchos toreros desde 1984 en una dura y difícil carrera en la que sólo consiguió cima Juan José Padilla, a base de esfuerzo y de jugarse la vida con los hierros más duros pagando el más alto precio.
Y desde el campo, varilargueros de fama como los Almodóvar, Pucherete, Martín Toro, Atienza, los Gil o los Barroso. Jerez ha dado grandes picadores y ha sido escuela de grandes toreros de plata. El mundo del toro se ha nutrido en Jerez y todo el sector taurino local a la vez se ha alimentado de muchos profesionales que nacieron al amparo de la casa Belmonte, y que una vez cerrada aquella empresa fueron protagonistas del sector taurino local en los últimos cuarenta años.
Y no solo picadores o toreros fruto de una empresa líder y creativa con el sello de Pepe Belmonte:a título de ejemplo Juanito Belmonte, Paco Doña, Paco Bocanegra, Bellido, Romero o tantos otros nombres que se quedan en el lado opaco pero que forman parte importante la estructura de la fiesta en una ciudad en la que la plaza es de propiedad privada. En los últimos 40 años el timón de Belmonte pasó a Balañá y a los Matilla, empresa que sigue con otras formas societarias.
El milagro del toreo jerezano además de esas claves que arrancan del toreo ecuestre, del nacimiento del toreo a pie y de piqueros, toreros de plata y gente del toro, necesariamente requiere al gran protagonista. Jerez también ha sido piedra angular en el mundo ganadero. En este periódico hemos vivido como los alquimistas de la sangre brava han ido perfeccionando el toro. No han sido los únicos pero la generación de Juan Pedro, Pedro, Salvador y Álvaro dio nombre a un encaste y los murubes alcanzaron la excelencia con la casa Bohórquez. En estos cuarenta años el toro no ha faltado en Jerez aunque el aficionado mira con preocupación la evolución del tipo de toro y su presencia que se está lidiando en la feria.
El milagro del toreo jerezano tiene otro ingrediente, otra línea en el pentagrama. El toreo nació con su percha, su razón de ser. Hemos visto algunos ejemplos: el nacimiento del Infante, levantar pendones por un rey, el regocijo de toros que quieren montar en público los oficiantes de aquellas carnicerías reales... En Jerez el acontecimiento taurino tiene o ha tenido tres puntos de mira: la feria, hoy Feria del Caballo con su corrida del arte ecuestre; los festejos del día de Santiago, que luego fueron festejos del arte del toreo y se perdieron, y los festejos de la vendimia, luego de Feria de la Vendimia con la Corrida Concurso de Ganaderías.
Hemos contado como, con ocasión de la pandemia del año 2020, volvieron los festejos a celebrarse en torno al día de Santiago con buena respuesta, pero no han vuelto los toros a ese día. Igualmente el recordado Fermín Bohórquez Escribano quiso recuperar los festejos de otoño con toros en San Dionisio pero su meritorio y jerezanísmo empeño no tuvo eco, e igualmente contamos en estas páginas los dos últimos intentos de reanimación de la Corrida Concurso de Ganaderías: en el año 2014, en 2020 cuando la frustró la pandemia, y el pasado año.
Pero el acontecimiento por excelencia en estos últimos cuarenta años, en los que hemos visto perderse la corrida concurso y la corrida del Arte del Toreo, es la Feria del Caballo. Los toros en Jerez se han reducido a primavera y su abono a las corridas de feria. Jerez se ha convertido en una importante feria en el circuito español, intermedia entre las dos citas más importantes de cara a la temporada y a la vitola de los toreros que son Sevilla y Madrid, y exclusivamente reducida a las primeras figuras.
Jerez no es feria de promoción y sus escasas plazas se reservan a figuras de máximo cartel para configurar eso que los taurinos llaman “carteles rematados”. Un tipo de torero de excelencia, calidad y matices que en Jerez ha gustado siempre, aquí los que han “tirado” del abono han sido Ordóñez, Ortega, Romero, Paula, Manzanares y Morante, en ese aire.
Reinado que comparten en los carteles con Juan José Padilla, Ponce, Manzanares hijo o un torero muy querido en Jerez cuya trayectoria en esta plaza ha sido espectacular, El Juli.
Y la afición. Hemos estado muy pendientes de los aficionados en estos años, emprendedores en fomento de la fiesta con premios como los de Garvey, Radio Jerez, el Hotel Jerez o la Bodega La Janda, así como de las actividades de las peñas, muchas efímeras otras constantes y que han marcado el camino, como la Tertulia Taurina ‘Los 13’ con su Pregón del Toreo Jerezano, que constituyen una enciclopedia del toreo según Jerez y que merecen la publicación de su compilación.
También Juventud Taurina de Jerez que ha acercado mucho el toreo a los jóvenes que son el futuro de la fiesta. Y no solo como espectadores. Jerez se disparó un tiro en el pie cerrando la Escuela Municipal de Tauromaquia, negando una seña de identidad de la ciudad y hoy la Fundación Cultura Taurina lucha por su reapertura.
Otro tiro fue el cierre del Museo Taurino, descapitalizando a Jerez de un importante patrimonio cultural y artístico. En la Comunidad Valenciana no perdieron una oportunidad de oro y el importante conjunto museístico está hoy en la localidad castellonense de Burriana, ciudad que ha visto enriquecido su patrimonio y oferta cultural merced a una política sin complejos y a costa de Jerez.
Volviendo a la Escuela Taurina, sí que ha contado este periódico lo fecundo de su trabajo. En la vertiente ocupacional como actividad extraescolar de muchos chavales y jóvenes que han hecho suyos los valores del toreo y todo lo que suponen de puesta en valor del esfuerzo, tenacidad y sacrificio para alcanzar metas, superar retos o materializar sueños. En su vertiente laboral o formativa también Jerez ha lanzado al sector taurino un importante número de profesionales cuyas carreras hemos seguido. Desde el punto de vista cultural la escuela municipal llevó a cabo importantes ciclos culturales en colaboración con la Universidad de Cádiz en el Campus de Jerez. Por último, y recordando que la escuela ha sido fábrica de aficionados, tampoco hay que olvidar la vertiente social y de cómo el toreo llegó a muchos jubilados y aficionados en su sede de la avenida Lola Flores.
Han sido cuarenta años de un milagro que empezó en Jerez hace medio milenio y hemos sido testigos de primera fila pero no propietarios de ningún asiento. Como debe ser. Nada nos agradaría más que contárselo los próximos 40 años.
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