La apócrifa historia del mítico cantaor jerezano Tío Luis el de la Juliana

Jerez, tiempos pasados Historias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

Historia cierta, o falsa, la del más legendario cantaor flamenco de todos los tiempos, al que se le supone llamado Luis Fernández Morón, nacido en Jerez, sobre 1752, y aguador de profesión, citado por vez primera por 'Demófilo', padre de los hermanos MachadoGaspar Melchor de Jovellanos, falso biógrafo de Tío Luis el de la Juliana, y Antonio Machado y Álvarez 'Demófilo', a quien se deben las primeras noticias sobre el célebre cantaor jerezano.

La apócrifa historia del mítico cantaor jerezano Tío Luis el de la Juliana
La apócrifa historia del mítico cantaor jerezano Tío Luis el de la Juliana

LA verdad es que no sé ni cómo pudo llegar a las manos de quien esto escribe el peregrino artículo firmado por el célebre jurisconsulto, estadista y más que famoso escritor del siglo XVIII, Gaspar Melchor y Baltasar de Jovellanos, a quien otro Gaspar, de apellido Gómez de la Serna, llamó en el siglo XX 'el español perdido', de quien se cuenta que se levantara indignado contra José Bonaparte, cuando éste le ofreciera la cartera del ministerio del interior, huyendo posteriormente de los franceses y encontrando la muerte en su Asturias natal. Dicen que tenía la mejor prosa de su tiempo, llana y sencilla, con la que escribió maravillosos artículos.

En éste que comentamos, que dan como publicado en 'La Iustración', diario de artes, industrias, comercio, administración y noticias, del que era director propietario, y fechado el día 1 de febrero de 1772, cuyo recorte alguien nos hizo llegar, en el que bajo el título de 'El postrer castratti' - algo así como el último castrado - empieza diciendo que "de cuantas cosas vide por la fermosa Andalucía, nada plújome los sentidos de tal uso como cruzarme en el camino de un juglar que facía la ruta de Xerés, portando por único equipaje una viuela - primitiva guitarra - i un botijo. En el botijo traía agua de la misma Fuensanta que vendía a los peregrinos a cuarto la jarra pues tenía por oficio el de aguador i en la viuela otro fluido asaz preciado i elemental con el que acompañaba cantares y otras zarandajas".

"Era su tal nombre - continuaba el escritor - D. Luis Fernández Morón, vecino de Xerés, manque viera los primeros albores de la existencia en las atarazanas de Puerto Real allá por el año de gracia de 1752. Hijo de Juliana Morón, la que fuera graciosa tonadillera del Corral de la Comedia de la Villa y Corte, donde se ubica el Teatro de los Caños del Peral y que por esta vicisitud de la grande celebridad de su madre se le conoce por Luis el de la Juliana. Pero los tiempos son otros - añadía Jovellanos - la tonadilla anda de capa caída manque haríamos mejor en decir que anda de refajo caído pues era la prenda que mayormente lucía la Juliana en sus laureles, conquistando con tal guisa el favor de Su Alteza Fernando VI, i hasta sus aposentos, pero de glorias pasadas no comen las mesnadas - como suele decirse -, ansí que hoy se exercita en lavar y coser ajeno, hilar y hacer calceta".

Decía Jovellanos que Luis el de la Juliana "conoció el boato cortesano i no faltan las fabladurías que sostienen que por sus venas corre sangre regia, haciéndole vástago del Rey Fernando"; toda vez que nada se sabía de su verdadero padre, al que todos suponían, años hacía, en las Indias, en busca de fortuna, dando a muchos que pensar "que acaso lleve el apellido Fernández por ser hijo de Fernando"… "Las habladurías non cejan sino que persisten en considerarse como quasi locura la grande fascinación que cosechaba la Juliana en el monarca", llegando ésta a vivir como cortesana, en palacio, hasta el punto de que las malas lenguas le dieron en llamar el Palacio de la Zarzuela. Y allí dice Jovellanos que la Juliana procuró para su hijo una esmerada educación musical; que aprendió a tocar la viuela, a cantar tonadas y a bailar el fandango. Incluso como el rey murió sin descendencia, algunos le quisieron hacer aspirante al trono, pero al saberse que Luis había sido castrado, "para mejor conservar su preciosa entonación infantil" no podía por ello ser rey por no poder darle al reino la obligada descendencia.

Esta historia, con totales visos de apócrifa, podría ser verdadera en parte, tan solo en lo referente a que el cantaor conocido por Tío Luis el de la Juliana nació en Jerez , sobre 1752, y fue aguador de profesión; al que ya citara en 1881, en su obra sobre cantes flamencos Antonio Machado y Alvarez 'Demófilo', padre de los hermanos Manuel y Antonio Machado, los autores de 'La Lola se va a los Puertos', por indicación del también cantaor jerezano Juanelo, quien hablaba de él verdaderas maravillas, afirmando que era un cantaor general, que lo cantaba todo, creando varias tonás y dando a conocer las llamadas toná grande, toná chica y tona del Cristo, entre otros muchos cantes.

El artículo de 'La Ilustración', atribuido a Gaspar Melchor de Jovellanos, que alguien desconocido a tiempo me envió, tal vez con intención de confundirme y dar por ciertas sus presuntas afirmaciones, termina diciendo que Luis el de la Juliana, acusado de 'aflamencado', "que es como se decía a los que habían simpatizado con los flamencos i ese sambenito de 'flamenco' lo llevó toda su vida i aún lo persigue en la actualidad, lo que le lleva a malvivir de su arte, cantando por los caminos sus tonadas, seguidillas, fandangos, polos, cañas i así hasta cuarenta palos distintos que interpreta con su voz de ruiseñor, trinando divinamente para admiración de cuantos se cruzan en su camino".

¿Historia verdadera o falsa, esta que se atribuye a Jovellanos, sobre el mítico cantaor jerezano Tío Luis el de la Juliana? Más bien nos parece falsa de toda falsedad. O lo que es lo mismo, apócrifa; que así es como se ha llamado siempre lo que se ha escrito con fundamentos falsos e inciertos, para engaño de los menos avisados. Pero por ese aro no pasamos, ni dejamos que pasen nuestros lectores. Por lo que la auténtica historia de Tío Luis el de la Juliana continuará siendo el enigma que siempre ha sido, desde que Juanelo el de Jerez habló de su existencia al folclorista Demófilo - amigo del pueblo - padre de la flamencología andante.

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