Tierra de nadie
¿Por qué?
El 9 diciembre de 2015 la Junta de Andalucía acordaba declarar Bien de Interés Cultural (BIC) la Zambomba. La Administración subraya que es una manifestación cultural de interés etnológico y debe su denominación al instrumento musical membranófono de fricción tan utilizado en la música tradicional navideña.
Pocas personas conocen tan bien el instrumento al que da nombre a la fiesta como Alejandro Cruz. En la casa de este jerezano siempre es Navidad. Las cañas se entrelazan con las cortinas, las vasijas de barro dibujan el camino hacia su puerta y su sótano... Su sótano es un taller y museo del belenismo. No hay rincón en su hogar que no evoque al Nacimiento y a la fiesta, al son de los villancicos, a su mujer María Luisa, de la que sigue hablando con un amor tan vivo como el primer día.
En los recuerdos de la Navidad de Alejandro está siempre la zambomba. Esta vasija de barro que lo mismo servía de despensa en las antiguas cocinas que conseguía reunir a sus vecinos en el patio de las casas para cantarle a la Navidad, para cantarle a la vida, a la nueva vida. Aprendió desde bien pequeño el oficio de la mano de los ‘mayores’, a quienes ayudaba a poner a punto “al protagonista de la fiesta, porque la zambomba es la que canta el villancico”.
En mitad de su patio un pupitre de colegio hace de ‘altar’. Tiene una vasija lista para mostrar cómo se monta y se transforma. Corta un trozo de tela 100% de algodón de una fábrica de Cataluña: “Poca gente tiene esta tela, porque ahora se utiliza mucha tela con fibra y no es lo mismo”.
Alejandro cuenta, mientras repasa sus cañas colocadas de pie en los boquetes de ladrillos, que entró en el mundo del belenismo en el año 1988, aunque años antes ya comenzó su afición por el Nacimiento de la mano de su mujer, cuando compraron el Belén más antiguo de su colección, uno de 1969.
Ella cantaba en el coro Virgen de Belén y él lo relata como si la estuviera escuchando cantar mientras ya tiene su caña elegida y el trozo de tela cortada.
Su ‘invento’ es colocar canicas (sí canicas) en los picos de la tela. Con una habilidad asombrosa hace nudos, escondiendo la canica verde bajo un ‘gorro’ de tela de algodón. En enero va al cañaveral a recoger las cañas para la Navidad. Las mira, las repasa, las limpia... Todo natural, todo original. Una pasta de dos ingredientes hace de tope en uno de los extremos de la caña, es la parte que quedará escondida en la barriga de la vasija.
Con cuerda empieza a unir extremos de la tela. Tensa. Nudo. Vuelve a tensar. “Hay quien pega la tela a la vasija pero yo no. Yo hago este juego con la cuerda para dejarla amarrada, además, así siempre puedo ponerla a punto”, declara Cruz.
Lo tiene casi listo. Toca la tela tensada como la piel de un tambor. “Me gustaría enseñar a la gente joven para que esta tradición no se pierda”, dice. Su nieta le sigue en algunas cosas, pero la pasión de Alejandro hay que cuidarla desde pequeño.
La firma siempre. Así hay zambombas por todo el mundo: “Un día me pidieron una para llevársela a Marruecos. Pero hay por muchísimos sitios, es algo universal”. Universal y único. Como Alejandro.
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