Arte, flamenco y vino
El Rebusco
De jerez y manzanilla
Un trío indisoluble del costumbrismo andaluz

La ciudad vive en estos días inmersa en la celebración de la 29 edición del Festival de Jerez. Un evento cultural, musical y artístico en torno a una de nuestras manifestaciones más emblemáticas: el flamenco.
Hay que recordar que en el 2010 el flamenco fue declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Esto nos brinda la oportunidad para tratar un aspecto nunca tratado con anterioridad: la relación entre el arte, el flamenco y el vino.
Para el asunto que nos ocupa, cuando decimos vino, nos referimos, casi en exclusiva al del Marco de Jerez, sobre todo a la manzanilla
Su representación va indisolublemente unida a la pintura costumbrista. Los ejemplos son muchos y variados.
El especialista Luis Quesada, en el texto que acompaña al catálogo de la exposición ‘La vida cotidiana en la pintura andaluza del XIX (1987), expone que. ‘El nacimiento de la pintura andaluza costumbrista, o de género, si se prefiere así, obedece no solo a motivos semejantes a los del resto de la pintura romántica europea sino a otros que van a conferirle una propia y curiosa originalidad’.
En la introducción de la misma publicación se lee: Nadie sabe ( ) lo que hay en un cuadro costumbrista del siglo XIX. Hay, entre otras cosas, la invitación a escapar de este presente agriado, la invitación a reposar en una visión más armónica y tranquila de la vida’.
De viajeros
Las crónicas escritas por los viajeros extranjeros que visitaron Andalucía (incluida Jerez en sus planes), en el periodo del XIX y parte del XX, jugarán un papel importante a la hora de crear todo un imaginario en torno a nuestro folklore, su música y sus bailes.
La aristócrata inglesa Elizabeth Vassal Fox Holland (1771-1845). fue una gran admiradora de España y su cultura. En su diario recoge sus dos estancias en nuestro país.
A Jerez llega un lluvioso 15 de mayo de 1803, siendo atendida por el comerciante de vinos escocés, Mr. Gordon, teniendo la oportunidad de disfrutar disfrutó del baile de bolero ("where the bolero was well danced”).
Realiza una nueva visita a la ciudad el día 22, en esta ocasión para cenar con los Gordon y la Marquesa de Campo Real, donde tiene la ocasión de conocer las bodegas jerezanas, además de una fiesta con bolero, la tonadilla y el sainete.
Unos sesenta años después, los franceses, el barón Charles Davillier y el pintor Gustave Doré, se embarcarían en un viaje por España. Experiencia que se plasmaría en el libro Viaje por España (L´Espagne, 1874), y en el que Jerez estaría incluido en el itinerario.
En una de sus descripciones de Sevilla hay un apartado hablando de ‘Un baile en Triana’: ‘Se llama baile del candil a los bailes de clase baja que tiene lugar ordinariamente en una taberna, una botillería (despacho de vinos y licores) o en alguna casa de aspecto modesto: se ha llamado así a estas reuniones a causa de su iluminación poco brillante, que consiste lo más corrientemente en un candil`.
Los ejemplos en la pintura lo podemos observar en Baile del farol, del pintor jerezano Juan Rodríguez Jiménez ‘Panadero’, o en Baile de candil, del gaditano Antonio Chaman, fechado en 1850.
Por su parte, el norteamericano Irving Brown (1888-1949), titula el capítulo IV de su libro de viaje ‘La senda gitana’ (Nights and days on the Gipsy Trail, 1922), de esta manera ‘Jerez: Gitanos, vino y canciones’.
De artistas
El espacio para este ‘Rebusco’ no nos permite hacer una relación exhaustiva de cuadros y pintores, por lo que hemos de prestar atención a una selección de ellos.
Hay que destacar que en todos los ejemplos estudiados el tipo de copa, mejor dicho, de vaso, es de un cristal con una base gruesa, que se estrecha y se hace esbelto, la conocido como caña. muy propia de Sanlúcar.
Así se ve, tanto en las tabernas, caso de Baile flamenco, de Ricardo Brugada, como en un elegante salón burgués de Baile en un salón (c.1860), de Francisco Cabral Bejarano, donde un sirviente porta una bandeja con tres botellas negras y sus cañas.
Las botellas con etiquetas, en muchas ocasiones son difíciles de distinguir, pero no de intuir, son los casos de Baile gitano en una terraza de Granada (1922-1923), de Ignacio Zuloaga, Guitarrista (1884), de Dióscoro Teófilo Puebla Tolín y, sobre todo, en La canción (circa 1900), Eugenio Vivo Tarín.
En otros casos el barril, o bota, en diferentes tamaños, nos lleva a deducir sus orígenes.
Lo vemos en Baile por bulerías (1884), de José García Ramos, Escena en un tabanco con Manolo Caracol, años `60 (no distinguimos la firma), o en Escena flamenca, de José Ruiz Blasco, donde los tres personajes están situados frente a la taberna del cojo, y en el interior de la misma hay dos botas con los escudos de los Infantes de Orleans.
La figura del torero es otro asunto igualmente recurrente, unida al consumo de vino,
Lo vemos en Después de la corrida (1885), de Marius Michel, aparecido en La Ilustración Española y Americana; Fiesta de toreros (1882), de José Villegas Cordero, cuya versión en grabado, a color, se publicó también en La Ilustración Española y Americana.
Finalizamos con Feria de Sevilla, de Valeriano Domínguez Bécquer. En un palco de la plaza de toros de Sevilla hay una escena violenta, y en las que la botellas son armas arrojadizas.
Este grabado se publicó en El Mundo Universal, el 25 de abril de1869.
La presencia de la mujer es clave en estas historias.
Ejemplo las andaluzas con mantón de Manila con una caña de vino en una mano, y en la otra una botella, posan junto a una guitarra.
Hay dos versiones, la que se puede ver en bodegas Real Tesoro el mantón es negro, la otra, con mantón rojo y cañero sobre la mesa está en el museo de Sheffield, Inglaterra, donación J.G. Graves en 1943.
Hay que especificar que la botella que sostiene la mujer del cuadro de la colección de José Estévez tiene una etiqueta que indica: E. Álvarez y Ca. Xerez, Pasto Sec.
En el catálogo del Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde cuelga el cuadro de Gonzalo Bilbao ‘Baile gitano’’ (c,1897), se lee el comentario del especialista en arte Gerardo Pérez Calero: “Gonzalo Bilbao fue un renovador del costumbrismo romántico en el primer regionalismo sevillano de entresiglos. Su obra posee un carácter popular y pintoresco, afín al que quisieron imprimir a las suyas los pintores de generaciones anteriores. El pintor presenta una imagen romántica renovada que corresponde al tablao flamenco El Burrero, de Sevilla, en el que aparecen, entre otras, las afamadas hermanas calés Juana y Concha, esta última llamada La Carbonera, acompañadas del cantaor Chacón y del guitarrista Antonio Pérez.
En esta escenografía no faltan los catavinos con los caldos de la alegría sobre la silla de enea’’.
Lo que se observa realmente no son catavinos sino un cañero de metal conteniendo varias cañas, al igual que en otro cuadro de Bilbao, A orillas del Guadalquivir. Una escena galante con torero y gitana en una terraza.
Este Café, el del burrero , es el pintado por Constantin Meunier en 1882.
En esa línea es el cuadro Tablao flamenco (1895), de José Rico Cejudo, donde vemos una botella de manzanilla sobre la mesa donde están dos parroquianos.
Publicidad y etiquetas
Las propias bodegas de la zona producirían una buena cantidad de documentos publicitarios con la temática flamenca. Carteles y etiquetas que nos proporcionan una información complementaria, pero no por eso menos valiosa.
El folleto de Bobadilla recrea una concurrida fiesta andaluza, que tiene lugar en el patio de una casa de viña en una noche de primavera.
Valdespino reproduciría en una sus etiquetas la obra de Josep Llovera (1846-1896), La playera.
La obra fue publicada el 1 de diciembre de 1884 en la revista La Ilustración Artística, y hace referencia al nombre que antiguamente se le daba a las seguiriyas, representando a una joven y atractiva andaluza tocando la guitarra.
Real Tesoro, lanzaría en los años `20 sus manzanillas Tesoro y La bailadora, donde se reproducían sendas esculturas de Mariano Benlliure, con dedicatorias fechadas en 1924, y 1925.
Años más tarde esta misma bodega pondría en el mercado otra manzanilla, pero esta vez como La bailaora, reproduciendo el ciadro de su colección, obra de José García Ramos. En el mismo se representa a una mujer gitanoandaluza de cuerpo entero envuelta en un mantón de Manila rojo, sosteniendo una copa en la mano al tiempo que dirige la mirada al espectador.
Poema festivo
Sirva de colofón en esta entrega de mis ‘Rebuscos’ la siguiente estrofa de la Oda XIV, ‘De un convite’, del escritor español Juan Meléndez Valdés (1754-1817).
‘La fiesta celebremos:
Del néctar perfumado
Que Jerez nos regala
Brindemos y bebamos’.
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