Este es el atardecer que cautivó a Spielberg

UN ANIVERSARIO DE CINE

Recuerdos del rodaje de 'El Imperio del Sol' en Trebujena, que cumple 25 años

Este es el atardecer que cautivó a Spielberg
Este es el atardecer que cautivó a Spielberg
Juan P. Simó / Jerez

29 de enero 2012 - 06:50

Imagínese un enorme campo de concentración en un pueblo andaluz, ocupado por objetos de guerra: pueblo ajeno dentro de otro pueblo. Una imagen fuera de contexto que parece creada por arte de magia. Si lo parece, realmente lo es. Todo lo que ve allí el caminante es fabricado, no por arte de magia, sino por artistas del cine hollywoodiense.

(The New York Herald, Miami)

Era 1986. Steven Spielberg buscaba localizaciones para hacer una obsesión, la Segunda Guerra Mundial. Buscaba maravillosos atardeceres. Nunca se sabrá cómo llegó a sus manos aquel vídeo sobre aceites rodado por el productor cinematográfico Antonio Pérez en las marismas de Trebujena. Steven quedó fascinado por sus puestas del sol. Avisó al personal que buscaba localizaciones en Israel y Kenia y los mandó regresar. Había encontrado 'su sol'. Era en una villa de nombre de difícil pronunciación para un americano: Trebujena, Spain.

En la primavera de 1987, un ejército de jeeps, caravanas, grúas y trailers desembarcaron en Cádiz y atravesaron la marisma hasta instalarse en la finca 'Alvantus', a orillas del Guadalquivir. Sobre las marismas de 'Alvantus', Spielberg levantó una estación de tren, un aeropuerto, un estadio olímpico y un campo de concentración japonés, con su hospital: Era el 'Soo Chow', que durante seis semanas ocuparon un millar de extras y cientos de técnicos a las órdenes de un jovencísimo director de cine de 39 años, que siempre vestía unos tejanos, gorra de béisbol, gafas ahumadas y camisa a cuadros y se rodeaba de fornidos 'gorilas' iraníes que mascaban chicle. Una legión de carpinteros, electricistas y peones de Trebujena y su entorno pusieron en pie los decorados, dejando a punto las naves, pagoras y hangares para el inicio de la película.

Trebujena, una ciudad con cerca de siete mil almas y último bastión comunista, arrastraba entonces una altísima cifra de paro, semejante a cualquier localidad subsidiaria. La llegada del 'Rey Midas del Cine' traía consigo una lluvia de millones que supuso a muchos trebujeneros estabilizar su situación, mientras otros compraron coches o arreglaron sus casas. Aunque mucha de esa inyección económica también fue a parar a Sanlúcar, Lebrija y otras poblaciones vecinas, donde la productora Warner Bros contrató a extras (en su mayoría rubios y flacos, de apariencia inglesa) y se pateó las asociaciones de inmigrantes de la región buscando a japoneses que dieran vida a los soldados del campo de internamiento, que ocuparon, como dice la Historia, familias diplomáticas y empresarios británicos que, en 1945, fueron expulsados de Shangai y recluidos por las tropas japonesas.

"Spielberg encontró su sol en Trebujena, pero yo encontré a la mujer de mi vida", refiere a este periódico John Baker, 'El Llon', un inglés especialista en efectos especiales, ahora ya con achaques en las piernas a sus 72 años. Por eso mismo, pese a que no es la mejor película del norteamericano, 'El Imperio del Sol' es la favorita de John. El primer día de estar en Trebujena fue convidado por su compañero Kim West al restaurante 'El Litri', el de otro rey, 'el rey de las angulas'. Allí conoció tras la barra a Isabel Vargas, una vecina que hizo de extra, de la que quedó fascinado "por su pelo negro, sus rasgos latinos y su buen corazón". Baker, un hombre tranquilo y de aspecto sonrojado, había sido ya nominado al Oscar por sus trabajos en 'Dune' y 'Pánico en el túnel' y lo obtuvo al fin con la taquillera 'En busca del arca perdida'. Tiene tres hijos de dos anteriores matrimonios y uno con Isabel, con quien casó en Tailandia, cuando trabajaba en la película 'Corazones de Hierro', de Brian de Palma. Ha trabajado con directores como George Lucas, David Lynch o Rob Cohen y, al preguntarle sobre Spielberg, habla de "un hombre bueno y amable, que siempre sabe lo que hacer en cada momento, un tipo hablador que saludaba a todos los extras españoles con un 'hola'. Sólo en dos semanas, se sabía el nombre de todos los que intervenían en la película. Su memoria es prodigiosa".

Desde muy pequeño, Spielberg estaba obsesionado con los pequeños cazas de guerra. 'El Imperio del Sol' está basada en la obra autobiográfica del mismo nombre del inglés James G. Ballard, otro torta de los aviones. También él y su familia fueron expulsados de Shangai y concentrados en un centro de internamiento. La película se basa en el argumento del libro, con la diferencia de que en la cinta, su protagonista Jim Graham (Christian Bale, futuro Batman) pierde a sus padres durante la evacuación de la ciudad y ha de enfrentarse solo en un campo de concentración a un ambiente absolutamente hostil, en el que tendrá que adaptarse o morir tras una infancia feliz y acomodada entre sus ricos padres; un niño, en fin, con voz de ángel que experimentará una larga estancia en el infierno una vez que le corten las alas.

Las sesiones de rodaje transcurrieron durante más de seis semanas. Spielberg se lo curraba y apenas descansaba en su chalé alquilado de 'San Bruno', en la carretera de Cartuja y propiedad de la familia Picardo, en compañía de su mujer Amy Irving y su hijo Max, de once meses. Junto al chalé, toda su escolta ocupaba una pequeña casa cercana. El resto de los 'muchachos de la película' habían abarrotado la única fonda del pueblo y los hoteles de las localidades más próximas. En una ocasión, el director de cine convocó a la prensa y comentó que, antes de 'San Bruno', trataron de alquilar un chalé y su propietario le exigió un certificado de que no padecía Sida, una enfermedad que estallaba por entonces. Esto provocó la furia de Spielberg, que en tono más relajado, declaró que se sentía "muy bien en Trebujena y entre sus gentes" y, sobre el vino de Jerez, dijo lo siguiente: "He probado el jerez y creo que podría dejar de ser abstemio. Quizás decida ahora empezar a beber".

Unos 1.500 extras cobraban entre 8.000 y 15.000 pesetas diarias por participar como figurantes. Un dinerillo más que curioso (equivalente al doble de un jornal en el campo) por pasearse, vestidos de presos, durante cuatro horas al día por donde se les indicase, lo cual provocó una auténtica fiebre por conseguir un empleo temporal en el rodaje. Es el caso de José María Romero, hijo de Antonio, 'el rey de las angulas', que aquellos días andaba escayolado de una pierna, por lo que fue destinado a hacer de extra en el hospital junto al resto de 'enfermos'. "La ciudad era otra -recuerda José María-. Venían de todas partes, se inundaban los negocios, aprovechaban las calles para guardar el vestuario...". O de Juani Romero, ahora propietaria de una peluquería, una atractiva rubia que invirtió todo el dinero que acumuló como extra para comprarse el traje de reina de las fiestas de ese año. Ganaba unas 5.000 pesetas diarias simulando ser una prisionera inglesa. "Yo estaba tumbada en una cama. Spielberg se acercó y comenzó a darme indicaciones . Para mí, una niña de 17 años entonces, aquello fue inolvidable ".

Otro día de mayo, la ciudad se levantó con una tormenta de bombardeos. Recuerda Baker que tuvo que utilizar diez kilos de goma-2 y cien litros de gasolina para hacer explotar los hangares y resto de naves durante el 'bombardeo' del campo de concentración por los estadounidenses en tres aviones Mustang -los P-51, "el Cadillac de los cielos", como los llama 'Jamie'-, reliquias del Museo Aéreo de Londres. Spielberg también utilizó maquetas de aviones en estas escenas.

Tras semanas de bombardeos, fusilamientos, horror y miseria, el rodaje llegó a su fin. El 'amigo americano' se despidió y jamás volvió. Hoy día, no queda ni rastro del rodaje. A Trebujena volvió la tranquilidad y, con ella, los parados volvieron a aflorar en un pueblo que parecía despertar de un sueño, el de la 'magia del cine' o el que levantaron aquellos 'muchachos de la película'. Quizás, aquella lluvia de millones que dejaron los americanos sólo fuera una mera anécdota económica. Los vecinos despidieron con un homenaje a Spielberg y le regalaron un catavino con su nombre en letras de oro. A modo de agradecimiento, la película se exhibió por vez primera en el mundo, excepcionalmente y sólo para los extras, en el 'Cine Jerezano'. "El Imperio del Sol" obtuvo seis nominaciones a los Oscars, pero no ganó ninguno.

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