Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
Ecos sociedad jerez Quevedo Mariscal Plazuela Soler
Jerez/Todo comenzó a las once de la noche del pasado martes. Un atracador armado con un cuchillo intentó atracar la panadería de la marca ‘Polvillo’ que se ubica en la popular avenida de la Soleá, en Icovesa. Llegó amenazando con un gran cuchillo. La empleada se refugió en la trastienda mientras el hombre lo ponía todo bocabajo. Logró avisar a las fuerzas de seguridad y, según argumenta el propietario, Rafael Argudo, “en menos de dos minutos la Policía Local se presentó en la puerta”. El atracador todavía estaba dentro. “Fuera de sí”. Los agentes se fueron a por él, pistola en mano, pero contra lo que pudiera parecer lógico el individuo en vez de obedecer se abalanzó contra ellos. Los agentes retrocedieron. Lo golpearon con una porra, incluso consiguieron asestarle una fuerte patada, pero el individuo (al parecer bajo el síndrome de abstinencia) ni se inmutó ante el golpe.
Las circunstancias no fueron las más propicias. No en vano, el agente que le propinó la patada perdió el arma en dicho momento. El atracador salió huyendo tras agacharse un momento, manteniéndose la duda entre los policías acerca de si el arma ya estaba en poder del ladrón. Poco después comprobaron que estaba bajo una estantería. Y se fueron a por él.
Lo más complicado, de la ya de por sí complicada situación, vino después cuando el individuo se atrincheró en un piso de la calle Cartagenera. Fue en el número 4. Allí, tras dar un empujón a la puerta se encerró con una madre y sus dos niños. Las escenas de pánico que padecieron fueron tremendas.
En ese momento acudieron las fuerzas del choque urbano del Cuerpo Nacional de Policía, es decir, las Unidades de Prevención y Reacción, que comenzaron a buscarle.
El hecho de que nadie abriera en un piso que se sabía ocupado levantó todas las sospechas. Los policías nacionales, armados con chalecos antibalas, antitrauma y con escudos accedieron al interior consiguiendo detener a un delincuente que se mostró extremadamente peligroso hasta el momento en que fue finalmente esposado.
Ayer era día de apertura al público en la panadería ‘Polvillo’ de la avenida de la Soleá. Mientras se vendía, se atendía y se contaba lo ocurrido a la concurrencia, los empleados del negocio se afanaban en poner orden en el enorme desaguisado que montó el atracador apenas unas horas antes.
“Venía buscando dinero de una forma desesperada. Era muy peligroso. Lo tiró todo por los suelos buscando dinero. Estaba ansioso y se veía que era muy peligroso”, refiere Rafael Argudo, quien agradece la rápida respuesta de los patrulleros de la Policía Local. “Lo más grave de todo es que este tipo se fue a por los agentes armados a la carrera, armado con un cuchillo, dándole igual todo”, narra a este medio de comunicación. Las consecuencias de un episodio tan desagradable han provocado que las empleadas del negocio hayan cogido miedo a estas solas en la tienda. Es algo lógico, “por lo que hay que acompañarlas”.
Como muestra del estado en que se encontraba el atracador es reseñable que “al no encontrar lo que quería se pegó un cabezazo contra la puerta del congelador de la tienda, haciéndose un corte en la cabeza. “Estaba fuera de sí”.
El detenido es un viejo conocido de los vecinos de la zona. No en vano se sabe que vive en la barriada de La Coronación, y que el cual ha tenido parte en numerosos sucesos acaecidos en las inmediaciones, como por ejemplo un robo en la cafetería La Plata y un intento de robo a una farmacia. “Ya ha pasado por aquí en otras ocasiones. Recuerdo que un día entró un tipo con un casco y empezó a llevarse champús. Llevé las grabaciones a la Policía y dijeron que no podían hacer nada. El que estaba esperando fuera con la moto era él”.
Según pudo saber este medio, el individuo, que cuenta con numerosos antecedentes policiales y penales, permanecía ingresado en los calabozos de la comisaría a la espera de su puesta a disposición de la autoridad judicial que, muy probablemente, dictaminará su inmediato ingreso en prisión.
Los agentes que le detuvieron le imputan dos graves delitos. De un lado el atraco, es decir un delito de robo con violencia sobre las cosas y las personas, y de otro lado un delito de detención ilegal del que fueron víctimas la madre y los niños que se vieron retenidos contra su voluntad en su propio hogar de la calle Cartagenera.
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