Lectores sin remedio
Cultura
En torno a Jerez
MUCHOS lectores, en sus paseos por la ciudad o por el entorno rural, habrán reparado en los denominados azulejos devocionales o retablos cerámicos que se conservan en las fachadas o junto a la puerta de entrada de iglesias, ermitas, casas de viña o cortijos, y que por su relevancia artística presentan un notable interés histórico, cultural y etnográfico. Rastreando el origen de algunas de estas obras, apunta a su posible elaboración en el siglo XVIII. Y es muy probable ya que a lo largo de esta centuria es cuando se deja sentir en nuestro entorno la influencia de la azulejería sevillana y trianera que persistirá durante el siglo XIX, alcanzando su máximo esplendor en el primer tercio del XX.
En contraste con los llamativos retablos cerámicos policromos, que muestran por lo general motivos religiosos y han contado desde antiguo con la protección que le procuraban sus propietarios, otros pequeños azulejos fabricados en el siglo XVIII para rotular las calles o numerar las casas, han pasado, por el contrario, prácticamente desapercibidos. Sin embargo, conviene destacar que estas viejas y hermosas losetas, mucho menos vistosas por cuanto fueron elaboradas con una finalidad más funcional, son también piezas cerámicas de gran interés, aunque por carecer de imágenes y presentar sólo uno o dos colores, no han atraído apenas el interés de los estudiosos, ni han sido objeto de una especial protección, a juzgar por las pocas que se han conservado y han llegado hasta nuestros días.
Junto a la inevitable renovación del caserío urbano que debió ocasionar la pérdida de muchos de estos azulejos en derribos y demoliciones, otro factor que ha contribuido a su progresiva desaparición hay que buscarlo en el permanente cambio de nombre que han venido experimentando (o mejor diríamos “sufriendo”) nuestras calles y plazas en los dos últimos siglos, de la mano de los frecuentes vaivenes políticos que, invariablemente, han querido dejar su huella en el callejero. No es de extrañar que, bien sea por rotura, deterioro, sustitución, eliminación o por simple ocultación bajo los recubrimientos de pintura o de enfoscado de las fachadas, la mayoría de estos valiosos azulejos hayan desaparecido.
Sin embargo, a lo largo de estas últimas décadas, no han faltado voces que reclamen su conservación y su protección por su gran valor histórico, como “memoria” de nuestra trama urbana y como testigos de nuestro pasado más reciente. Por esta razón, los azulejos realizados en el siglo XVIII que aún se conservan en algunas calles del Conjunto Histórico de Jerez, figuran en el Catálogo de Bienes de Carácter Singular incluido en la Carta Arqueológica Municipal.
Un curioso origen
A falta de estudios más detallados, el origen de estos curiosos azulejos hay que buscarlo, en el Real Despacho de 1771 por el que se dispone “la numeración de las casas y nombre de las calles para un mejor gobierno de las ciudades y pueblos”. Así lo afirman los investigadores Teresa Álvarez González y Eduardo Martínez Glera en su “Aproximación al estudio de la historia de la alfarería de Jerez de la Frontera a través de la documentación de su archivo municipal”, un interesante trabajo en el que el lector curioso podrá encontrar numerosas referencias y apéndices documentales, sobre los más variados aspectos de los oficios del barro en nuestra ciudad.
Al abordar la producción alfarera en el siglo XVIII, los citados autores resaltan el hecho de que los alfareros jerezanos se ocupaban, especialmente, de la fabricación de cantarería, tinajería y ollería vidriada y sin vidriar. "Esto nos hace pensar que se hacía un trabajo basto, y el vidriado al que se refieren debía ser el comúnmente utilizado en esas labores, es decir, el de sulfuro de plomo o plumbífero. De hecho no encontramos referencia de alfareros de obra fina o vidriada con cubierta estannífera, así como tampoco de azulejeros".
Esta aparente falta de alfareros del azulejo en la ciudad puede explicar que, cuando el Cabildo jerezano ha de dar cumplimiento a las Reales Órdenes que obligan a numerar casas y rotular calles, deba realizar el encargo de la elaboración de las losetas requeridas para ello al taller del maestro sevillano, Alonso de Gandía, fabricante de loza fina. Como indican los mencionados autores, “parece raro que, en caso de existir algún alfarero de Jerez capaz de realizar estas placas, no se las hubieran encargado a él, sobre todo si pensamos que el transporte encarecería todavía más las losetas. De todos modos, la Ciudad no se dio demasiada prisa en pagar estos materiales, pues, si bien el citado alfarero mandó las losas en enero de 1776, fue necesaria una carta orden del Excmo. Señor Gobernador del Real y Supremo Consejo de Castilla, fechada en 1781, para que se las pagasen y, así, el 20 de marzo de dicho año el Cabildo dio la correspondiente orden”.
En el mencionado estudio se apunta que el maestro alfarero sevillano Alonso de Gandía entregó a los diputados y escribanos del Cabildo jerezano la cantidad de 2628 losetas “de real y quartillo cada una” si bien tardó más de 5 años en cobrar, tras hacer cuatro viajes a la ciudad para reclamar su dinero y denunciar los impagos ante el Gobernador Real. Como puede verse, los retrasos en el “pago a proveedores” por parte del Ayuntamiento jerezano vienen ya desde muy antiguo.
Con todo, como señalan Teresa Álvarez y Eduardo Martínez, no acabaron aquí los problemas en relación con los azulejos pues “si mucho se tardó en el pago, más todavía fue demorada las colocación, ya que, por un acuerdo sobre "azulejos y canapés" de 19 de febrero de 1783, se manda que se revise el estado y paradero de los mismos, con el fin de que sean fijados los que no lo estuvieren. No obstante, hemos de esperar hasta el 13 de septiembre de 1787 para ver cómo de nuevo se manda que se coloque de una vez las losetas y azulejos de la numeración de las casas.”
De acuerdo con lo anterior podemos apuntar que los azulejos del maestro sevillano Alonso de Gandía que aún se conservan en algunos rincones de la ciudad y cuyas fotografías ilustran este artículo, llevan ya en nuestras calles no menos de 225 años.
Los “azulejos de Olavide”
En Sevilla, estas antiguas losetas son conocidas como los “azulejos de Olavide” ya que tienen su origen, como se ha señalado, en los Despachos, Órdenes y Cédulas reales dictadas en los años en los que el ilustrado Pablo de Olavide era “Asistente” de la ciudad. Los afanes modernizadores de Olavide trajeron consigo una nueva organización de la trama urbana que se quedará dividida en cuarteles, barrios y manzanas, que vendrán a sustituir a las antiguas collaciones medievales. Este cambio administrativo obligó también a nombrar e identificar todo el callejero, señalizándolo con rótulos cerámicos, numerándose las distintas casas de cada calle. Otras ciudades de nuestro entorno, como El Puerto de Santa María, conservan también muchos de estos azulejos del siglo XVIII, algunos de los cuales han sido sustituidos (para su conservación) por réplicas .
Los azulejos del siglo XVIII en Jerez
Como se ha dicho, buena parte de los azulejos del s. XVIII conservados en algunas casas y calles de la Jerez están registrados en el Catálogo de Bienes de Carácter Singular de la Carta Arqueológica publicada en 2008. Muchos de ellos se encuentran en mal estado, rotos o deteriorados, cuando no semiocultos por la pintura o por el cableado urbano que tanto afea fachadas y muros en nuestro casco histórico.
Conviene recordar que la simplicidad de su diseño obedece básicamente a que la función con la que fueron fabricados era meramente informativa y no artística. Pese a sus modestas dimensiones, su elaboración artesanal y su característica coloración han hecho de ellos piezas de notable interés y de gran valor patrimonial por su significado histórico. La mayoría de las losetas han sido realizadas siguiendo un mismo esquema compositivo y utilizando una tipografía muy característica que las hace inconfundibles. Aunque se aprecian algunas variaciones, los azulejos suelen tener fondo blanco, un fino marco exterior de azul cobalto y letras azules o negras (realizadas en este caso con manganeso). Todos los rótulos de calles o números de las casas están encabezados con una pequeña cruz que se sitúa en posición central en la parte superior del azulejo. Como señala el arquitecto Juan Ramón Sánchez-Suarez en el estudio que ha realizado de estos azulejos en Sevilla y que nosotros hacemos también extensivo para Jerez, “esta unidad tipológica es, precisamente, una señal de modernidad y, al mismo tiempo, refuerza la idea de que pueden ser protegidos como conjunto, algo que actualmente se echa de menos.”
En nuestros recorridos por el centro histórico de la ciudad hemos tratado de documentar algunos de estos pequeños azulejos del siglo XVIII para, en su caso, llamar la atención sobre su deterioro y sobre su necesidad de conservación y protección. Más que ofrecer un censo de todos los existentes, nos ha movido el hecho de dejar testimonio de los más relevantes, tomando como referencia los incluidos en el ya citado Catálogo de Bienes de Carácter Singular a los que hemos añadido otros que no figuran en él y que hemos documentado, así como otros dos que se citan en el libro Curiosidades Xerezanas .
Sin ánimo de ser exhaustivos, estos los azulejos localizados corresponden a los de las calles: Barraganas (dos piezas), Alcaydesa, Torneria, Visitación, Yglesia de San Lucas, Cavezas, Cruces, Novias, Lecheras, Ciegos, San Miguel, Santa Clara, Palomar… Se conserva también los de la Plaza de Belén, Plazuela de la Visitación y, en muy mal estado, el de la Plaza Arenalejo (en la fachada de la Iglesia de Santiago). En Carpintería Baja puede verse otro (Casa Nº 6). También han llegado hasta nuestros días los azulejos de otras casas rotulados como S. Dionisio Nº 104, S. Matheo Nº 15, S. Miguel 257, S. Tiago Nº 364, S. Salbador Nº 32, San Miguel 1485…
De los veinticuatro azulejos localizados, siete no estaban incluidos en el citado Catálogo…, donde se mencionan otros dos que, por distintos motivos no se encuentran en su antigua ubicación y se conservan en el Museo Arqueológico. Se trata de los de Calle San Juan Nº 2 (en la Plaza de Melgarejo, 4, frente a San Juan de los Caballeros) y el de Calle Salas (en C/ Liebre nº 2, edificio que fue demolido). En el libro Curiosidades Xerezanas se incluyen fotografías de otros dos más que nos ha facilitado amablemente nuestro amigo J.A. Cirera: los de S.Tiago Nº 326 y Sn.Miguel Calle de Conosedores Nº 36. Entre los nuevos azulejos realizados imitando el estilo de los del siglo XVIII señalamos, por ejemplo el de Sta Ysabel Nº 1, aunque son muy frecuentes en otros muchos lugares del centro histórico.
A buen seguro que los lectores sabrán de la ubicación de otros azulejos tan singulares como los mencionados cuya comunicación agradeceríamos ya que, en última instancia sólo hemos pretendido llamar la atención de todos sobre una pequeña faceta de nuestro rico patrimonio que, de no actuar a tiempo, corre riesgo de acabar perdiéndose para siempre.
Consultar referencias bibliográficas, reportaje fotográfico con todos los azulejos mencionados en www.entornoajerez.com.
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