Morado y fuera de lo común

La bodega González Byass en Jerez acogerá el 27 de marzo la presentación de 'El libro morado. Semblanza de Pedro Nolasco González Soto. Marqués de Torresoto', de Begoña García González-Gordon, que recoge la vida y anécdotas de este "interesante" personaje

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Pedro Nolasco y uno de sus perros, los dos sobre el banco que aparece en tantas fotos.
Pedro Nolasco y uno de sus perros, los dos sobre el banco que aparece en tantas fotos.

"Al niño, de mayor, lo llamarían Perico, pero dado que todavía no tenía ni media arroba de carne lo había dejado en Periquillo. Perico, al crecer, también sería mezcla explosiva, juntando en asombrosa armonía el rango y la guasa, la dignidad y la campechanía, la distinción y la desvergüenza". La bodega Los Apóstoles de González Byass en Jerez acogerá el 27 de marzo, a las 19,30 horas, la presentación de 'El libro morado. Semblanza de Pedro Nolasco González Soto. Marqués de Torresoto' (Fundación González Byass), de Begoña García González-Gordon.

Listo, simpático y algo pícaro, Pedro Nolasco González, bisabuelo de Begoña, llegó al mundo el 26 de septiembre de 1849 en la jerezana calle Francos, 14 años después de que su padre, Manuel María González Ángel, fundase González Byass. Tuvo la suerte de nacer en una familia que conocía el valor de una buena educación y que además podía proporcionársela. En el negocio bodeguero tenían especial importancia los clientes extranjeros y aprender idiomas era fundamental. Con estas premisas enviaron a Pedro Nolasco, con nueve años, junto a su hermano mayor, Manuel Críspulo, a estudiar a un pensionado de Tours. Fue un viaje largo que los hermanos hicieron en diligencia, pues en 1859 los trenes aún eran escasos. Imagínense. A la vuelta de Tours, donde los hermanos habían pasado aproximadamente un año y medio, don Manuel María quiso que Perico continuase sus estudios. Pero en español. Su facilidad para los idiomas era tal que, durante su breve estancia en el colegio francés, no sólo había aprendido a la perfección aquel idioma, sino que había aprendido también a hablar inglés bastante bien, con el inconveniente de que había casi olvidado su propia lengua. Volvió a casa hablando el español con dificultad. Su padre entonces lo matriculó en el instituto provincial, el único que había, que estaba en la plaza del Mercado. A los trece años volvió a marcharse interno, esta vez al St Edwards College en Everton, Inglaterra.

Portada de 'El libro morado'.
Portada de 'El libro morado'.

Después, a los catorce años, los enviaron al colegio de los jesuitas en Carrión de los Condes, provincia de Palencia, "una pesadilla", que él renombró como "Carrión de los Condenados". Porque, aparte de la rigurosidad de las normas, el clima allí —en invierno por sus fríos y en verano por sus calores— era verdaderamente insoportable. En "Carrión de los Condenados" aprendió Perico mucho. Lo primero, a apechugar con el rigor de la desdicha y, lo segundo, un nuevo idioma. Coincidió su estancia en el colegio con la expulsión de los jesuitas de toda Italia, y muchos de ellos se refugiaron en España, yendo a parar en avalancha a Carrión. Se planteó entonces si tenía vocación religiosa, algo que se le pasó pronto. Tras una breve estancia en Jerez, lo enviaron un año a Kassel (Alemania), donde añadió otro idioma a su lista. A los 16 años, terminada su educación escolar, su padre decidió que entrase en la bodega.

"Hace bastante tiempo que tengo deseos de recopilar los datos que conozco sobre la vida de mi padre, y de que escribiera estas notas alguna persona con más disposición que yo. Pero, no habiendo podido encontrar quien pueda dedicar el tiempo necesario a esta labor, la he emprendido yo, aunque sólo sea para que otro la complete, por considerar que posiblemente sería interesante, sobre todo para los que nos sigan, el conocer datos sobre una vida que ha llenado casi cien años con una energía y actividad fuera de lo común". En esta carta, le faltó añadir a su autor que el reto lo dejaba, aun sin saberlo, claro, en manos de Begoña, "mi futura nieta. Ahí lo llevas". El mensaje parece que llegó directo a ella: "Con aquella carta, algo calentito parecido a un deseo se me quedó enganchado dentro y me impulsó a empezar", explica la escritora. Era el abuelo de Begoña, Manuel María González Gordon, que por 1941 emprendió la tarea de dejar escrita la biografía de su padre, Pedro Nolasco (91 años entonces), proyecto que dejó relegado para más adelante... hasta hoy.

Manuel Críspulo González, Enrique Dubosc, Pedro Nolasco Soto y Pedro Nolasco  González, el protagonista, mirando al frente con los pelos en pie y mucho desparpajo.
Manuel Críspulo González, Enrique Dubosc, Pedro Nolasco Soto y Pedro Nolasco González, el protagonista, mirando al frente con los pelos en pie y mucho desparpajo.

"Un tío mío, José García Fernández-Palacios, me hablaba mucho de Pedro Nolasco, de sus divertidas anécdotas, que él decía que no sabía si eran verdad o no, pero que sobrevivieron a los tiempos. Él me hizo una recopilación y pensé que era buena idea escribir sobre el personaje. En el proceso, me encontré en la bodega lo que yo he llamado 'el libro morado', que da título a la obra, porque eran como cien hojas mecanografiadas de tinta color morado. Y es que además, da la casualidad de que a Pedro Nolasco le dio una fijación por el color morado, todo lo quería morado. Aquellas hojas fueron un intento de biografía que yo he puesto en orden y he adornado. Mi abuelo, con ayuda de alguien, no sabemos, trató de dejar la vida de su padre por escrito. Yo la he rescatado, con aportaciones de otros documentos del archivo de González Byass, como cartas, y lo que la familia me ha ido contando", desgrana Begoña.

Y es que Pedro Nolasco se merece un libro. Casi cien años de existencia, de un personaje "muy interesante", que tenía una habilidad sorprendente para meterse a la gente en el bolsillo, talento que -acompañado de una educación excelente- le fue muy útil a lo largo de su vida como bodeguero, diplomático y hombre de negocios. Nuestro protagonista fue el sexto de ocho hijos, que tuvieron Manuel María y Victorina Soto Lavaggi: Victorina, Emilia, Josefa, Dolores, Manuel Críspulo, Pedro Nolasco, Luisa y Ricardo.

Begoña García González-Gordon, en la sala 'ArteaDiario', junto a una obra de Borja Cantos.
Begoña García González-Gordon, en la sala 'ArteaDiario', junto a una obra de Borja Cantos. / Manuel Aranda

El libro, diseñado con detalle por Paula Fernández de Bobadilla y trufado con numerosas fotografías, relata de forma profusa la vida de Pedro Nolasco, sus aficiones, sus relaciones con la realeza, el deporte (introdujo el polo en España); las leyendas y excentricidades, muchas; sus viajes, era hombre de mundo; Doñana, personajes de la época...

Pedro Nolasco casó con María Nicolasa Gordon y se fueron a vivir a la finca que hoy es el colegio ‘El Cuco’. Tuvieron 13 hijos. En aquella casa, con un ambiente de familia muy intenso, se comía de maravilla. "Mi bisabuela era muy buena cocinera y tenía una cocinera que era muy famosa en Jerez, pero si en el menú de la semana había lentejas, aunque viniera el Rey, ese día se comían lentejas", cuenta Begoña.

Pedro Nolasco escribía cartas sin parar y guardaba papeles sin cesar al igual que adquiría cosas, desde coches hasta puertas y pianos sin fin, que guardaba en almacenes. Cuentan que cuando falleció y su hijo Manuel tuvo que hacer limpieza de documentos, llegó a tirar 23 toneladas de papeles. El dinero recaudado del reciclado se donó para hacer dos celdas de los cartujos, con los que la familia tenía mucha relación.

Pedro Nolasco y su esposa, María Nicolasa Gordon, el día que se casaron.
Pedro Nolasco y su esposa, María Nicolasa Gordon, el día que se casaron.

Un libro que realmente "descubre un personaje a la propia familia, porque de él circulaban muchas historias que no estaban recopiladas. Pero también se retratan otros personajes que no son ajenos a él, ni tampoco a la ciudad. En realidad, es hablar de las costumbres, de una sociedad, de un tiempo, de un Jerez y su mundo, de nombres como Sorolla, que vino a pintar a 'El Cuco'...".

La autora estará acompañada en la presentación por Bibiana González-Gordon López de Carrizosa y Pedro Nolasco González López de Carrizosa, actual Marqués de Torresoto, bisnieto del protagonista. La entrada será libre hasta completar el aforo.

Más sobre Begoña García

Nacida en Jerez, en 1955, es bisnieta, por línea materna, del protagonista de este libro. Su madre, María Dacia González-Gordon Díez, era hija de Manuel María González Gordon, hijo a su vez de Pedro Nolasco González Soto, primer marqués de Torresoto e hijo de Manuel María González Ángel, fundador de González Byass.

Licenciada en Periodismo y madre de cuatro hijos, es autora también de los libros Una vida en Doñana (2000), Las niñas de El Altillo (2007), Un paseo por González Byass (2008), En familia (2010), El charco dulce (2014) y Afanas: 50 años de recuerdos (2015). Fue columnista del Diario de Jerez entre los años 2004 y 2011.

A Begoña le gusta capturar el tiempo y revivir a las personas. Que el pasado se conserve, asequible y a buen recaudo dentro de un libro —y si lleva imágenes, todavía mejor—. Así, de alguna manera, los que vienen detrás pueden conocerlas y aprender de ellas, logrando que el ayer y quienes lo poblaron no se pierdan del todo. Con esta semblanza de Pedro Nolasco confía en que el recuerdo de su bisabuelo perdure.

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