La Manzanilla marca distancia con el Fino en la caída de la última década
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El jerez se deja un 34% de sus ventas desde 2010 y el Pedro Ximénez es el único vino que logra aumentar sus salidas
El descenso en volumen de los diez últimos años ronda los 16 millones de litros
El jerez cerró 2019 en plano, pero el problema viene de lejos, pues la sangría de las salidas de bodega se remonta varias décadas atrás, sin que se atisbe solución en el horizonte. Sólo en la última década, el vino de Jerez se ha dejado más del 34% de sus ventas, para pasar de los 46,4 millones de litros comercializados en 2010 a los 30,6 millones con los que saldó el último año.
Dentro de la llanura del ejercicio anterior, hay vinos que funcionan mejor que otros, pero desde la perspectiva de los diez últimos años, el Pedro Ximénez es el único de los vinos amparados del Marco que se mueven por encima del millón de litros en salvarse de la quema, ya que arroja un incremento del 19,6% que lo ha llevado, precisamente, a superar en 2019 el millón de litros frente a los 852.671 vendidos allá por 2011.
El resto de vinos protegidos por la Denominación de Origen que aportan volumense desmoronan sin excepción, con descensos que, en el caso del Fino, llega a superar el 40%, desde los 10,6 millones de litros del inicio del periodo hasta los algo menos de 6,4 millones en los que se plantó el año pasado.
La Manzanilla de Sanlúcar, que hace tres años desbancó al Fino como el vino del Marco más vendido, aguanta mejor el tipo y se mantiene al frente con cerca de siete millones de litros, un millón menos que los vendidos en 2011 tras una bajada del 12,5%.
El Fino cede terreno en su vertiginosa caída, que lo sitúan como el tercer vino en volumen del Marco por detrás del Cream, que en estos diez años se deja el 27,3% de sus ventas –ha pasado de 9,1 a 6,6 millones de litros comercializados–, y a escasa distancia del Medium, el cuarto vino de Jerez en liza con 6,1 millones de litros y un descenso acumulado desde 2011 del 32,6%.
Y el Oloroso, que al principio de la década superaba el los 1,5 millones de litros, ha dejado de formar parte del club de los jereces con ventas ‘millonarias’, para bajar al cierre de 2019 de los 634 mil litros tras la pérdida en estos diez años de cerca del 60% de sus salidas.
El año en plano también tiene sus aristas, que contraponen la evolución favorable de los vinos generosos de licor con mayores volúmenes de ventas (Cream y Medium) con el retroceso de los vinos de crianza biológica (Manzanilla y Fino).
Los dos primeros, que suman unas salidas superiores a los 6 millones de litros cada uno, salvaron el ejercicio con sendos aumentos del 4,2 y el 1,2%, respectivamente. Los generosos de licor, incluyendo al Pale Cream, superan los 14,8 millones de litros en conjunto, que los convierte en la categoría más vendida.
Muy por debajo de estos volúmenes, el Pedro Ximénez, dentro de los dulces naturales, se situó en el entorno del millón en ventas tras un incremento del 4,7%. Y el Palo Cortado, aunque con poco más de cien mil litros, figura como el único de los vinos secos en acabar el año en positivo, en su caso con un repunte del 3,5%.
Los jereces secos tradicionales, categoría que engloba al Palo Cortado, suman poco más de un millón de litros en las ventas totales del año, de las que más de la mitad –unos 634.000 litros– corresponden al Oloroso, que se deja en el último año un 3,5%, mientras el Amontillado, con algo menos de 370.000 litros, registra una caída del 15,4%.
La Manzanilla y el Fino superan los 13,3 millones de litros para representar ya el 43,6% del total de las ventas de vinos amparados. Pero tampoco tuvieron un buen año en 2019, que saldan con una caída del 1,14%, en el caso de la Manzanilla, que se duplica hasta el 2,29%, en el caso del Fino.
El Moscatel, que se agrupa en los dulces naturales con el Pedro Ximénez, tiene volúmenes mucho más reducidos, en concreto de algo menos de 64.000 litros al cierre del último año, en el que se deja un 16% de sus ventas.
Tan adorado como poco bebido. ‘El País’ se hizo eco este fin de semana en sus páginas de la delicada situación del decano de los vinos españoles, un gran incomprendido, si no el que más, que pese a contar con la bendición de los grandes prescriptores del vino, no logra poner freno a la caída de su consumo.
Algunos de los operadores consultados por el periódico de tirada nacional abogan por vender más y a mayor precio, pero las estadísticas de volumen –las de valor, que las bodegas se resistían a facilitar, aún se están cocinando– reflejan una realidad muy distinta, en la que los nuevos consumidores del jerez, que los hay, no llegan a cubrir las bajas de los de mayor edad ni el paulatino abandono de las marcas blancas, en las que durante mucho tiempo se sustentó el volumen a costa del precio.
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