`Sherry Cask', quién da más

Bodegas

El envinado de botas requiere una regulación que garantice su “coexistencia pacífica” con el vino de Jerez

La producción anual de uva se queda corta para abastecer ambos negocios

Botas en proceso de envinado para 'Sherry Casks¡ en una bodega del Marco.
Botas en proceso de envinado para 'Sherry Casks¡ en una bodega del Marco.
Á. Espejo

03 de julio 2022 - 05:00

El sector del vino prevé otra vendimia corta para este año, la cuarta consecutiva en el Marco de Jerez, donde crece la preocupación de las bodegas dedicadas en exclusiva a la elaboración y comercialización de vinos de Jerez por la escasez de materia prima, agravada por el aumento de la demanda de vino calificado para el envinado de botas.

Los también conocidos como ‘Sherry Casks’ no paran de crecer y, según datos del Consejo Regulador, en la actualidad hay el equivalente a algo más de cien mil botas jerezanas –de 500 litros de capacidad– en proceso de envinado con vino calificado, lo que representa cerca de un tercio del total empleado para la elaboración de los vinos de Jerez.

El sector coincide en la necesidad de regular el Sherry Cask antes de que sea demasiado tarde

Nada impide que estos vinos puedan entrar en el circuito de comercialización del jerez una vez cumplan su función del envinado, pero al margen de las connotaciones negativas que puede deparar esta práctica para la calidad y el prestigio de los vinos amparados por la Denominación de Origen, asunto que ha sido objeto de debate en el pleno del Consejo Regulador sin que hasta la fecha se haya tomado decisión alguna al respecto, pequeñas y medianas bodegas ajenas al negocio de los ‘Sherry Cask’ están teniendo serios problemas para garantizar la reposición de sus existencias de vino, por no hablar ya de los vinagreros.

Fuentes del sector indican que este año se han cerrado contratos de compra de uva palomino, aunque por cantidades poco significativas, a 60 céntimos de euro por kilo, el 50% por encima del precio medio de la última campaña, ante el temor a quedarse sin materia prima tanto por la escasez de la cosecha prevista como por el auge de la demanda para el lucrativo negocio del envinado, cuya facturación llega a duplicar ya los ingresos totales de la comercialización de los vinos de Jerez, aseguran distintos operadores.

El Consejo Regulador es consciente de la necesidad de conciliar los intereses de uno y otro negocio, garantizar lo que el presidente de del vino, César Saldaña, denomina una “coexistencia pacífica”, antes de que sea demasiado tarde y haya que lamentar un daño irreparable para la Denominación de Origen jerezana, como el que en su día ocasionó el brandy, que según recordaba un reconocido enólogo y bodeguero recién aterrizado en Jerez en una entrevista publicada recientemente por un medio de comunicación local, tuvo una influencia “nefasta” para el jerez, “relegándolo a un papel casi testimonial”.

Una comisión específica del envinado

Por su dimensión, crecimiento y consecuencias para el vino de Jerez, el envinado requiere sin más demora una regulación, que el Consejo Regulador quiere someter al filtro previo de una comisión de trabajo específica que se encargue de consensuar propuestas para su aprobación posterior en el pleno. Sin embargo, pese a que los vocales de la institución jerezana del vino están de acuerdo en la necesidad de crear la comisión del envinado o ‘sherry cask’, su simple composición ya generó roces en la última sesión plenaria, en la que se acordó aplazar la votación por la desavenencias sobre el reparto de sillones del ente, en el que la patronal Fedejerez, que agrupa a las principales bodegas con intereses en el ‘Sherry Cask’, quiere ostentar la mayoría en lugar de la paridad por la que abogan las firmas bodegueras ajenas al envinado.

Los operadores que no participan del negocio del envinado esgrimen que están en juego los intereses de todo el sector, por lo que dejan entrever que no tiene ningún sentido crear una comisión que esté en manos de los actores que se reparten el beneficio y que, por tanto, difícilmente apoyarán ninguna decisión que pueda lesionar el lucrativo negocio de los ‘Sherry Cask’, por mucho que el jerez pague los daños colaterales.

El primer intento de crear una comisión del envinado fracasa por la disparidad de intereses

En su día ya se plantearon dudas sobre la idoneidad de que el vino calificado empleado para los ‘Sherry Cask’ pueda volver a entrar en el circuito de comercialización del jerez, pues aunque por norma general, estos vinos suelen emplearse sólo para el envinado, y es frecuente su empleo para completar el proceso de varias botas, nada impide que en algún momento de su vida útil puedan embotellarse y venderse con todas las bendiciones de los vinos amparados por la Denominación de Origen, para lo que, a falta de regulación específica en la materia, tiene todos los derechos.

El problema de estos vinos, denuncian los detractores de su comercialización como jerez, es que durante el envinado de botas nuevas se dispara su acidez volátil y adquieren un pronunciado sabor a madera que los aleja de los estándares de calidad que persigue la Denominación de Origen.

De hecho, aunque no hay evidencias de su uso, el Consejo Regulador emitió a principios de año una circular en la que advertía a las bodegas inscritas de la prohibición de borrar la huella del envinado del vino con ayuda de una máquina tras detectar la presencia en la zona de una empresa que ofrecía este servicio.

La comisión decidirá, una vez constituida, si procede descalificar estos vinos, establecer controles adicionales... Está por ver, pero sí parece claro que la comisión determinará, a expensas siempre de su aprobación final por parte del pleno del Consejo, si cabe desarrollar una reglamentación específica para el envinado o, en principio, basta con una modificación reglamentaria.

Entre sus cometidos, con toda probabilidad, también se pondrá sobre la mesa el establecimiento de un canon para los usuarios de los ‘Sherry Cask’ por el uso de los términos protegidos y el desarrollo de actividades de promoción.

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