El boom de los bares 'sin papeles'
Montaña. El precinto de dos bares del Arenal sin licencia de apertura es un episodio más de malas prácticas permitidas en Jerez y a las que Urbanismo no acierta a dar respuesta
La gente se lleva las manos a la cabeza al tener conocimiento de que el Ayuntamiento ha precintado dos establecimiento hosteleros del Arenal -El Chicharrón y La Real- dejando en la calle a una veintena de trabajadores. Pero qué pasa si en uno de esos locales resulta alguien intoxicado o hay un accidente laboral. ¿Puede un negocio hostelero abierto sin licencia contratar un seguro de responsabilidad civil? ¿Puede contratar personal con todas las de la ley? ¿Paga impuestos?...
Hosteleros que en su día esperaron pacientemente hasta tener la licencia de apertura advierten de que un bar 'sin papeles' no reúne las garantías que exige la normativa para las consideradas actividades calificadas, categoría en la que entran los negocios que dispensan bebidas y/o comidas al existir un riesgo para la salud y la seguridad públicas. Y el riesgo para la salud se multiplica cuando el establecimiento abre sus puertas sin haberse sometido a las inspecciones sanitarias, pues sin la licencia de apertura, en Sanidad no tienen conocimiento de la existencia del negocio.
Evidentemente, no es plato de buen gusto que una veintena de personas pierdan su puesto de trabajo en una ciudad con un problema endémico de paro, pero si esto ha ocurrido es porque los empresarios que los contrataron decidieron saltarse a la torera las normas por mero ánimo de lucro, pues aunque es lícito querer recuperar cuanto antes la inversión realizada, más aún cuando se tiene que hacer frente al alquiler mensual del local, también lo es que el Ayuntamiento intervenga para salvaguardar la salud y la seguridad públicas, además de para hacer respetar las leyes que otros sí cumplen.
Dicho esto, no se entiende que por esta regla de tres Urbanismo haya tardado cerca de cinco meses en resolver el expediente para, previa notificación a los establecimientos implicados y ante la falta de reacción de los mismos, proceder a precintar los negocios a la fuerza. Y aún se entiende menos cuando ambos negocios están a escasos metros de Urbanismo y del Ayuntamiento.
Tampoco se entiende que el Ayuntamiento, que manda notas informativas hasta cuando le van a cortar las uñas a los hipopótamos del zoo, no informe de esta actuación, sobre la que el delegado de Urbanismo, Francisco Camas -que quizás haya escarmentado tras el aluvión de críticas que le han caído encima por la gestión de la declaración de San Pablo, plaza Vargas y plaza del Clavo como Zonas Acústicamente Saturadas- eluda informar sobre este particular y sobre la situación de otros bares sin papeles, que los hay.
Un establecimiento hostelero -tanto los que dispensan sólo bebidas como los que también elaboran comida- no puede tener el mismo tratamiento que un refino o una tienda de corbatas. Los primeros, por los riesgos que implican, no pueden acogerse a la 'licencia exprés', pensada para actividades inocuas como las segundas y por la que se eliminan muchos de los trámites previos -licencia de obras, de ocupación, informe medioambiental...- para el inicio de la actividad.
La 'licencia exprés' sólo requiere una comunicación previa, no así los bares y restaurantes, que precisan la tramitación y obtención de autorización municipal previa al inicio de la actividad. Comunicación y autorización, la diferencia es evidente.
En los últimos años, Jerez ha vivido un 'bar boom', una explosión de apertura de negocios hosteleros en el casco histórico sin precedentes. Atraídos por la mayor afluencia de jerezanos y turistas por una serie de coincidencias -amplia oferta de camas baratas, parking subterráneo por dos euros al día los fines de semana, aumento de los controles de alcoholemia en carretera y endurecimiento de las sanciones...-, empresarios y emprendedores se animaron a probar suerte en el renacido centro de Jerez, donde en los días concurridos es difícil encontrar mesa libre para sentarse.
Con el 'boom' hostelero ya rodado, poco antes de Semana Santa se registró un importante repunte de la apertura de nuevos establecimientos del sector, con hasta una decena de negocios que iniciaron su actividad casi a la par y, según fuentes de Urbanismo, prácticamente todos de forma ilegal.
Salvo contadas excepciones de casos que acaban en los tribunales, al hostelero que decide tirar por la calle de en medio le compensa pagar la multa administrativa por la apertura sin el permiso municipal correspondiente -el máximo en infracciones muy graves previstas en la ordenanza es de tres mil euros- , que esperar a que se apruebe la licencia, más aún en Jerez, donde se han dado casos de nueve meses para completar el procedimiento.
Hay que recordar que no hay dos casos iguales, y los acaecidos esta semana en el Arenal lo ponen de manifiesto, pues mientras a uno de los hosteleros le faltaba alguna documentación para completar el proceso, el otro fue advertido de múltiples infracciones desde el inicio mismo de las obras, para las que tampoco tenía licencia. En otras palabras, desde Urbanismo entienden que no debe haber muchos problemas para que El Chicharrón vuelva a abrir sus puertas, una vez presente la documentación completa y pague la multa de 150 euros por saltarse el cese de actividad al que le instó el Ayuntamiento, algo que no parece probable en el otro negocio precintado, La Real, por su reincidencia en las infracciones -carecía de licencia de obras para adaptar el local y de licencia de apertura-.
Pero ambos establecimientos incurrieron en otra ilegalidad. A saber, si se carece de licencia de apertura se carece también de licencia para la ocupación de la vía pública con veladores. Comercios de la zona dieron queja a Urbanismo sobre este particular, ya que uno y otro negocio comenzó sacando a la calle pocas mesas sin rebasar el ancho de sus fachadas para no llamar mucho su atención.
Como nadie les llamó la atención en su momento, poco a poco fueron aumentando el número de veladores -hay que insistir en que son ilegales porque carecen de licencia y, por tanto, no pagan impuestos como los demás-, hasta invadir las fachadas de negocios próximos y no tan próximos.
El afán desmedido por tener cuantos más veladores mejor llegó a un extremo en el que en algunas noches de los fines de semana los peatones tenían que pasar en fila india por el escaso hueco que dejaban entre ambas terrazas, dispuestas sin orden ni concierto y sin dejar paso libre pegado a la fachada, lo que les valió una advertencia de Urbanismo, cuando lo lógico habría sido levantar el campamento por carecer de licencia.
Hay más ejemplos de bares precintados por Urbanismo, como El Anticuario en plaza Vargas que cesó su actividad el pasado mes de mayo o el caso de un negocio hostelero de la plaza de la Yerba, que ya tuvo problemas por no respetar la fachada original del edificio con dos puertas y que, según fuentes municipales, ahora está en manos de los Juzgados por la reincidencia del propietario en saltarse el precinto para abrir al público.
En la calle Remedios esquina con Algarve también hay un establecimiento que abrió por Semana Santa y que poco después cerró sus puertas. Así debe entenderse porque el propietario colgó un cartel anunciando el cierre por vacaciones hasta el 17 de julio, sin que mes y medio después de la fecha anunciada haya vuelto a tener actividad. Sobre este bar también llegaron a Urbanismo numerosas quejas de comercios anexos y vecinos, entre otros motivos, por la ocupación de la vía pública con toldos y veladores que apenas dejaban paso para los peatones en calle Remedios.
Hay establecimientos hosteleros que abrieron sin licencia y luego regularizaron su situación -tampoco se entiende muy bien esto-, pero también los hay que siguen abiertos sin licencia sin que de momento se haya producido ninguna intervención de Urbanismo, a la que además de mayor agilidad en la tramitación de los permisos, habría que pedir también una respuesta inmediata para cerrar desde el primer día todo bar 'sin papeles', que además de un riesgo para la salud, suponen una competencia desleal para los hosteleros que cumplen con las leyes.
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