Los buenos argumentos del comienzo
Diario de las Artes

SANDRA PAVÍA. Espacio Abierto (JEREZ)
Lo hemos dicho en muchas ocasiones. Los que comienzan lo tienen muy difícil. Existe poca infraestructura expositiva para ellos. Las instituciones públicas y privadas deberían apostar por los que inician la profesión artística; sería bueno para todos; especialmente para el arte del futuro. También, en esto encontramos un problema: muchos de los que comienzan el camino pretenden a toda costa presentar sus trabajos en los mejores espacios. Lógico y razonable planteamiento, aunque creo que es un mayúsculo error. Despacio, despacio. Todo llegará. Los que tienen algo que decir, los que llegan bien provistos accederán, tarde o temprano, sin problemas. En cambio, los que aparecen sin nada, aunque quieran aparentar ser portadores de un arte trascendente a pesar de sus manifiestas carencias bien provistas de palabrerías actuantes, esos lo van a tener muy pero que muy difícil.
En Jerez existen buenas salas municipales que, con una correcta gradación de criterios, pueden acoger todo y a todos. Sean humildes y no quieran empezar mostrando su obra en El Prado. Tiempo al tiempo. Ahora mismo, probablemente, sólo sea Lucía Franco y su Espacio Abierto, la única que más está teniendo en cuenta a los autores nuevos, dando una primera oportunidad a todo aquel que presentaba un mínimo. Después, el toro complejo de lo artístico pondrá a cada cual en su sitio y las puertas se abrirán para los que tengan algo que decir y se cerrarán para los carentes de todo. El trabajo de la joven galerista en torno a los que empiezan ha sido norma en esa casa desde un primer momento; por eso desde estas páginas lo venimos ponderando abiertamente. En la calle Álvar López se ha dado la oportunidad a todos; sin embargo, hay que tener en cuenta muchas cosas; el tiempo, los sistemas artísticos, los intereses del arte, las modas, los gustos… imponen sus esquemas y el discurrir depende de muchos factores.
Sandra Pavía es nueva en esta plaza; llega bien formada; principalmente bajo las contundentes y determinantes enseñanzas de Beatriz Cañete. Enfrentarse a una obra conlleva valor, riesgo, tener ciertos recursos y trabajo, mucho trabajo. Con la Cañete todo esto lo ha tenido que vivir seguro. Con ella el camino de la técnica lo iba a tener asegurado; algo que le ha servido para acceder a cualquier circunstancia. Por eso, la obra de la nueva autora prevé buenos encuentros; porque el valor de una primera exposición está en lo que en ella atisbas, quizás más que en lo que se muestra. Sandra Pavía nos abre un horizonte sólo con las brumas incipientes de la que está en proceso de búsquedas. Sin embargo, en su lontananza se adivinan registros que tienen corrección, que están ahí porque hay conciencia y entusiasmo y porque no existen brindis al sol de los que sólo plantean osadas ocurrencias de vacíos postulados queriendo empatizar no sabemos muy bien con quién.
Lucía Franco que lleva poco tiempo en esto pero que es lista y a la que difícilmente se la engaña, sabe dónde hay materiales para hacer buenos cestos. Por eso, creo, que ha abierto esta primera vía a una artista que llega provista de todo para poder abrirse camino y navegar por un mar de fuertes oleajes como es el del arte actual.
Una vez más, el compromiso con lo artístico se hace patente en una sala que es capaz de abrir sus puertas, por primera vez, a alguien que tiene visos de poder continuar en la brega. Muchos habrían puesto pegas a una autora nueva y habrían mirado a otro lado o le diría que las agendas están completas hasta el 2050, como poco. Pero como la obra de Sandra Pavía tiene mucho son – y no porque el tema escogido sea la música-, se ha presentado por primera vez en una galería de arte. Habrá que seguir oyéndola. Lo que suena, suena bien.
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