El CAAC. Patrocinio de un arte nuevo, serio y sensato

Diario de las artes

Obras de Manolo Salinas expuestas en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo
Obras de Manolo Salinas expuestas en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo
Bernardo Palomo

23 de junio 2024 - 05:45

QUE el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) está viviendo un tiempo de cambios lo atestigua estas cuatro exposiciones que actualmente ocupan los espacios de la antigua Cartuja de Santa María de las Cuevas. Nuevos tiempos que no son ni mejores ni peores de los que ya se vivieron, sino absolutamente distintos. Se viene observando, en estos pocos meses desde que Jimena Blázquez tomó el timón, cómo existe una mayor decantación hacia modos menos encriptados que los que existía anteriormente. Atrás quedaron las muchísimas formulaciones hacia una plástica de difíciles asuntos, con el concepto puro y duro como suma argumentación de un arte al que le sobraba mucho elistismo y le faltaba sensatez y más postulados asequibles si no para una inmensa mayoría, sí para muchas más miradas de las que, realmente, se han producido. Porque, no nos engañemos, el Arte Contemporáneo no es, si mucho menos, como algunos quieren hacer ver, proyectos de imposible asimilación con estructuras opacas, ininteligibles para casi todos – metan en ese ‘casi’ a los abanderados de lo imposible, a los agentes interesados, manipuladores del acto creativo y a los ‘modernitos’ snobs que juegan a ser distintos-; la plástica actual si se quiere que tenga fundamento y ser ejercicio interesante para muchos no puede ser producto sólo para inmensas minorías porque, entonces, nos encontraremos con esa descorazonadora visión de Centros de Arte vacíos, de espaldas a la realidad y asuntos para mentirosos paladares sibaritas con ansias de llamar la atención y querer empatizar con lo nuevo de cara a una discutible galería. Una institución como el CAAC creo que debe ofrecer argumentos variados, con cierta carga didáctica para que el pueblo vaya entrando en una realidad que de por sí es difícil. Debe abrir horizontes y conseguir que lo contemporáneo no sea únicamente desarrollos de -y para- unos pocos. Porque el Arte más actual, ya difícil y alejado de casi todos por su complejidad y no siempre con pocas buenas acciones, tiene muy escaso sentido si sólo es patrimonio de unos pocos. Un Centro de Arte debe estar abierto a todo y a todos; no mostrar únicamente un solo perfil; debe conjugar todos los tiempos, despertar el interés, mostrar la realidad de todas las circunstancias buenas que acontecen en la plástica del momento. No jugar a ser moderno cuando la Modernidad es infinitamente más que argumentar propuestas nuevas, incalificables que a casi nadie interesa. Con formulaciones excesivamente conceptuales y prácticas de escasa argumentación formal sólo se contribuirá a esa manifiesta deserción hacia todo lo que se supone arte avanzado y que son habituales en instituciones de este tipo.

Las cuatro exposiciones que, ahora, se ofrecen en los espacios de la Isla de la Cartuja son proposiciones de amplias dimensiones, con muchos de los argumentos que sustentan los postulados de la plástica inmediata y que ofrecen visiones de una creación con muchos registros.

MANOLO SALINAS: La gran pintura abstracta

Siempre he tenido a Manolo Salinas como uno de los grandes de la abstracción española. Un pintor sensato, sin trampa ni cartón; un pintor adelantado en la Sevilla que se abría a la Modernidad y que, durante toda su vida fue fiel a un credo artístico al que concedió infinita trascendencia. Fue uno de los grandes de la renovación plástica sevillana y continuó siendo, hasta su muerte, uno de los artistas imprescindibles para saber manejar los muchos idearios de la pintura actual. Su obra constituye toda una lección de lingüística pictórica, pero también el imperecedero testimonio de un arte, que con él, por él y desde él, sí se nos hace eterno.

La exposición, comisariada por Pepe Yñiguez, nos conduce por el mejor arte abstracto, por esa pintura poderosa y vehemente, construida desde la pasión pero que deja abiertas las esclusas de una emoción contenida en la que se plantea los imprevisibles postulados del espíritu en forma de inquietante ejercicio plástico. En la muestra nos encontramos los planteamientos de esa pintura pintura que abre las máximas rutas expresivas y que marca los encuadres inequívocos de un expresionismo abstracto de un arte lleno de trascendencia. En la obra de Manuel Salinas se adivina un organigrama compositivo riguroso, estructurado desde una arquitectura sustentante que abre infinitas posibilidades expresivas y deja entrever recursos de máxima potencia formal y gestual. De ese modo nos encontramos con bandas cromáticas perfectamente equilibradas desde una correcta contundencia expresiva así como registros de naturaleza geométrica que suscriben mínimas acciones evocadas. La pintura de Manolo Salinas es todo un homenaje a los buenos planteamientos del expresionismo abstracto; una abstracción contundente, donde la forma planteaba los máximos esquemas de la emoción; fórmulas precisas de una pintura de acción realizada para traspasar los simples registros que la mirada asume y adentrarse por los límites de una espiritualidad que él posiciona para hacer creer, de verdad, en la gran pintura. Todo desde esa difícil posición de artista honesto que ha cubierto con creces uno de los más comprometidos momentos de la pintura andaluza de los últimos tiempos. Manuel Salinas fue un artista que gozaba con lo que hacía y, además, ofrecía la posibilidad de hacer gozar.

Era una exposición totalmente justa y necesaria. Lástima que haya llegado después que él se fuera.

TERRITORIOS. Las buenas proposiciones de un coleccionismo sensato

Comisariada por la nueva directora del CAAC, llega una muy buena exposición poliédrica que pone en valor en España una de las colecciones más importantes de Sudamérica, la de Jorge M. Pérez, argentino de padres cubanos, instalado actualmente en Miami donde ejerce una filantrópica labor en torno a lo artístico. Su colección es amplísima y abarca muchas circunstancias, desde la idea de territorialidad, algo tremendamente importante para quien ha tenido una vida de nómada, pasando por conceptos relacionados con lo étnico, la acuciante problemática de género, la identidad. La violencia, la marginalidad y una serie de proposiciones que están muy presentes en la sociedad actual y que ni muchísimo menos pasan desapercibidos para los artistas de todo el mundo.

La colección de Jorge M. Pérez asume, casi al completo, la realidad artística de creadores hispanoamericanos, aunque, en la muestra hay una parte muy significativa dedicada a Estados Unidos y su presencia activa y actuante en la sociedad de América del Sur. Esto aparece dentro de la sección ‘El vecino del norte’, con obras de Graciela Sacco, Marta Minujin, Lester Rodríguez y el colectivo puertorriqueño Allora & Calzadilla.

Además, la exposición se estructura con ‘Cartografías del espíritu’, con obras que apuntan a desarrollos interestatales, donde el papel de los distintos estados y sus influencias tienen un poderoso estamento conceptual. En dicho apartado se presentan obras de Priscilla Monge, Elena Damiani, Alfredo Jaar, Glenda Leon o María Nepomuceno, entre otros.

‘Yo, mi, me, conmigo’ hace referencia a la problemática de género y su identidad, presentándose obras de Wynnie Mynerva, Alida Cervantes, Julio Galán, Manuel Solano y Ana Segovia.

Otro de los aspectos que recoge la exposición es el dedicado a la relación entre lo ritual y lo trascendental; asuntos de gran interés en muchos de los pueblos americanos. En este apartado lo ancestral y lo indígena están perfectamente implicados en piezas de Leonor Fini, Sandra Vásquez de la Horra, Daniel Otero, Jose Bedia o Jesús ‘Bubu’ Negrón, entre otros.

La multiculturalidad y su relación entre arte y memoria se tratan en el apartado ‘Colonialismo y las trenzas del mestizaje’. Aquí encontramos obras de Jonathan de Andrade, Sandra Gamarra, Maxwell Alexandre, Claudia Andújar y Óscar Murillo, entre otros.

El capítulo de mayor trascendencia sociopolítica lo tiene ‘Memoria y resistencia', con obras de gran implicación en los problemas sociales. Autores como Teresa Margolles, , Doris Salcedo, el colectivo ‘Los Carpinteros’, Ana Mendieta o Fernando Bryce.

El último apartado, ‘El legado de la abstracción’ nos sitúa en lo puramente artístico y es tratado desde los dos movimientos surgidos en Hispanoamerica a mediados del siglo pasado: la abstracción cromática y el arte cinético. El primero cuenta con artista como Sandú Darié, Ana Sacerdote, Regina Aprijasquis, Rubela Dávila, Beatriz Olano o Waldo Balart. Lo cinético está representado por Carlos Cruz-Díez, Julio Le Parc y Lucía Koch.

Buena muestra, en definitiva, para adentrarnos por el arte que se hace en Hispanoamérica.

IGNASI ABALLI. Una silente observación visual

No es un desconocido en el mundo del arte conceptual este barcelonés de 1958, cuya obra ha estado en los más prestigiosos centros de arte del mundo. Para esta presencia sevillana, el artista ha ideado ‘In ictus oculi’, en referencia a la obra de Juan de Valdés Leal que se encuentra en la iglesia del Hospital de la Caridad. El tiempo y su fugacidad, lo efimero de la existencia, lo visible y lo invisible, la presencia y la ausencia, la contemplación y la introspección son conceptos en los que se basa Ignasi Aballí para una obra perfectamente acondicionada en las estancias de la Cartuja y que invitan al espectador a un profunda reflexión.

Se trata de una experiencia visual donde todo queda condicionado por la propia presencia del espacio y unos conceptos claros que provocan la mirada e invitan a un ejercicio de introspección.

DELCY MORELOS. La madre tierrra

La Cartuja de Santa María de las Cuevas tuvo en su momento una gran relación con América. Colón estuvo enterrado en unos de sus espacios. Ahora la artista colombiana Delcy Morelos realiza una profunda intervención en los espacios monacales con la presencia de la tierra como hilo argumental. La tierra deja de ser metáfora y se convierte en suma realidad. Todo ha sido sometido a la madre naturaleza, a esa tierra iniciática que es el germen de todo. Para ello junta tierras del entorno, el albero de Alcalá, las tierras rojas de Huelva y nos lleva a ese centro generador de una existencia que es la madre tierra, de donde viene todo.

Con esta intervención, el arte actuante, ese que a veces es complejo y de difícil asimilación, consigue atrapar al espectador. Estamos ante una realidad artística distinta, que marca nuevos objetivo en un arte diferente pero que, sin embargo, ofrece posiciones y registros comprensibles, identificativos y que generan emoción e inquietud. Aspectos trascendentes en una experiencia artística que deja muy buen sabor de boca.

El CAAC, con estas cuatro exposiciones, ofrece la realidad indiscutible del arte actual; ese que tiene horizontes abiertos y con muchas perspectivas. Lo hace de manera sabia y sensata. Algo con lo que no siempre se ha contado. Es el camino.

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