Caballo y campiña, el binomio perfecto
La III Ruta Viñas de Jerez de Enganches se consolida con la participación de 53 carruajes y más de 200 equinos
Búscate en las imágenes de la III Ruta Viñas de Jerez de Enganches
Pasear por la campiña jerezana es un auténtico regalo para los buenos aficionados al caballo. Más si cabe si se hace en una jornada con las condiciones climatológicas que se dieron ayer, es decir, con temperatura idónea para disfrutar del campo.
Eso es lo que hicieron los 53 carruajes y 200 caballos que participaron ayer en la III Ruta Viñas de Jerez de Enganches, una cita promovida de manera privada por Manuel Valencia e hijos y que se ha consolidado en la ciudad como un atractivo turístico más para los amantes del vino y el caballo. No obstante, la iniciativa cuenta también con el respaldo de instituciones como el Real Club de Enganches de Andalucía, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Jerez y la Fundación Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre.
El ejemplo más claro de la relevancia adquirida la encontramos en la procedencia de los asistentes a esta tercera edición, muchos de ellos venidos desde otros puntos del país (Granada, Huelva, Ronda, Santander, Mijas, Jaén, Écija, Barcelona, Marbella, Madrid...) y de incluso fuera de España, en concreto, desde Portugal y Chile.
La comitiva, encabezada por más de treinta caballistas jerezanos montando con sombrero de ala ancha, traje corto y zajones, partió bien temprano desde Cerro Obregón para aventurarse por vías pecuarias en un precioso universo paisajístico, con predominio de los tonos ocres otoñales en la viña.
Entre los carruajes se pudieron ver limoneras, enganches a tronco, a la cuarta y también a la media potencia, todos perfectamente enjaezados.
Uno de los momentos del recorrido se produjo al mediodía, cuando los participantes rezaron el Ángelus en el conocido como Cerro del Obispo, donde se encuentra la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, y desde donde las vistas son magníficas. Allí, el padre Felipe Ortuno ofició la oración, tras la cual no faltaron las sevillanas ni los Vivas a la Virgen.
El recorrido prosiguió, con rengue incluido donde se brindó con vino de Jerez, por viñas como La Raspa, La Riva, Valdespino o Viña Carmen para regresar, al filo de las tres y media de la tarde y tras 22 kilómetros, a Cerro Obregón, donde se ofreció una berza y se disfrutó de flamenco de la tierra.
Allí también se llevó a cabo la subasta del cartel del pintor José Antonio Rodríguez, cuya recaudación se destinará al Comedor de El Salvador.
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