La campiña jerezana teme un aumento del recorte de agua para el riego por la sequía
Coag da por hecho el aumento de las restricciones hasta el 50% y alerta de la presumible subida de precios de hortícolas como el tomate
La sequía hace estragos en el campo y en el bolsillo de los consumidores
La zona regable del Guadalcacín, en sequía severa, reza para que las lluvias eviten su "ruina total"
Mucho tiene que cambiar la situación en la demarcación hidrográfica de la cuenca del Guadalete para que las actuales restricciones de agua para el regadío no vayan a más. De hecho, los regantes han empezado a tomar medidas en previsión de una ampliación del recorte de la dotación de agua, que mucho se teme que se extenderá hasta alcanzar el 50% en las próximas semanas, el doble del aprobado por el comité de gestión de la sequía para el presente año agrícola para paliar el déficit de precipitaciones.
Pese a que en la última reunión del comité, celebrada a mediados de abril, se acordó por unanimidad de sus integrantes mantener la limitación del consumo de agua para el riego en el 25%, que se corresponde con 3.760 metros cúbicos por hectárea frente a su dotación en condiciones normales de 5.033 metros cúbicos, la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG Cádiz) da por hecho que después de las elecciones se aprobará un recorte adicional de otro 25%, con el que la disponibilidad para las zonas regables de la cuenca, en situación de sequía severa, se reduciría a poco más de 2.500 metros cúbicos/hectárea.
La principal consecuencia de esta medida es que se están dejando de sembrar muchos cultivos, principalmente hortícolas al aire libre, para concentrar los esfuerzos en cultivos menos exigentes, que requieren menos superficie, entre los que el secretario general de COAG-Cádiz, Miguel Pérez, cita el trigo, el girasol de multiplicación –que se destina a la elaboración de aceite– y también algodón.
El precio de gazpachos y ensaladas
Por contra, los regantes están renunciando a las siembras de tomate o maíz, cultivo muy típico de esta zona, lo que puede dar al traste con el vaticinio de la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, que recientemente anunció una fuerte desaceleración de precios de los alimentos, especialmente descontrolados en Andalucía, donde acumulan un crecimiento del 13,2% en abril, eso sí, después de que en febrero rozaran el 18%.
De confirmarse los temores de la organización agraria sobre la ampliación de las restricciones de agua para el riego, los bolsillos de los consumidores volverían a resentirse de nuevas subidas de los alimentos como las que ya se aprecian en el aceite de oliva, sin apenas floración por los golpes de calor, y cuya cosecha se da prácticamente por perdida, amén de las hortícolas y otros productos frescos que amenazan con disparar los costes de elaboraciones muy cotizadas en la temporada de primavera-verano, como el gazpacho y las ensaladas.
Unos agricultores optan por cultivos menos exigentes concentrados en menos hectáreas y otros, por mantener sus tierras en barbecho ante la imposibilidad de sacar adelante sus cultivos y traspasar sus derechos de uso del agua a otros regantes, práctica autorizada en situaciones excepcionales como la actual sequía, pero que ha dado pie a ciertas tensiones en otras zonas regables, sin ir más lejos en el Bajo Guadalquivir, por discrepancias entre los criterios para la cesión de estos derechos, que se prestan a la especulación.
El escenario es complejo y lo principal, ahora, es que llueva para aliviar la difícil situación a la que se enfrenta la campiña jerezana, donde los pronósticos anuncian precipitaciones hasta finales de mes que ojalá se confirmen, siempre que no vengan en forma de tormentas con granizo, el otro gran temor de los agricultores por los daños adicionales que provocaría en los cultivos.
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