Cáritas Diocesana de Asidonia-Jerez celebró el XXIII Encuentro Diocesano de la Mujer
Jerez
Alertan del aumento de mujeres sin hogar y que la violencia contra la mujer tiene un impacto mayor en personas en situación de pobreza y exclusión social
“¡Que viva la lucha de las mujeres!”
La realidad acompañada por Cáritas tiene rostro de mujer y es por ello que cada año se celebra este tradicional encuentro, en el que ellas son las protagonistas. En esta ocasión, han estado presentes alrededor de 70 mujeres participantes de los talleres de las Cáritas Parroquiales de San Pablo, Perpetuo Socorro, Nuestra Señora de El Pilar, San Andrés y la Inmaculada, todas de Jerez, así como Nuestra Señora de La 0 y Bonanza, de Sanlúcar.
La mañana ha comenzado con la intervención de Juan Pérez y Mila Díaz, director y coordinadora general de Cáritas Diocesana y, a continuación, las mujeres asistentes han participado en un taller de plantas titulado “Haz que brote la igualdad”, en el que han decorado macetas con diferentes materiales y han elaborado mensajes motivadores en torno a este día tan señalado. Después han disfrutado de una sesión de movimiento expresivo y han finalizado la mañana con una agradable convivencia.
Invisibilidad y estigmatización
Con motivo de la conmemoración de esta fecha, desde Cáritas queremos visibilizar las brechas de exclusión que sufren las mujeres a las que acompañamos y que en la Diócesis de Asidonia-Jerez ascendió, tal y como indica nuestra última memoria, a 163 personas. Además, es necesario realizar una llamada de atención sobre los retos pendientes para avanzar en el derecho de las mujeres a la igualdad y a una vida libre de todo tipo de violencia.
En los últimos años se ha producido un aumento en el número de mujeres en situación de sin hogar y cabe destacar que la violencia contra la mujer tiene un impacto mayor en personas en situación de pobreza y exclusión social. También se observa que el 64 % de las personas acompañadas en los programas de empleo son mujeres. Esto se debe a las múltiples barreras y obstáculos a los que se enfrentan a la hora de acceder, mantenerse y progresar en el mercado laboral.
También es determinante que el actual sistema de bienestar hace recaer sobre las mujeres las tareas de los cuidados. Esta realidad limita su inserción laboral y tiene graves implicaciones a nivel personal y social: menor independencia económica para decidir sobre sus vidas, menor acceso al ocio y la cultura y menor participación en la vida democrática de su comunidad. Además, son las mayores perceptoras de pensiones no contributivas al llegar la jubilación, por eso las mujeres mayores tienen mayor vulnerabilidad económica.
En relación con el empleo, ellas tienen peor tasa de paro y más dificultades para encontrar un trabajo digno e igualitario. La brecha salarial se sitúa, a nivel nacional, en el 9,4%. A esto se une el gran número de mujeres que no trabajan ni buscan empleo por tener que ocuparse de los cuidados. La brecha digital es también una brecha de género que afecta más a las mujeres mayores.
Buena parte de los empleos más precarios recaen en ellas. Dentro del sector del trabajo del hogar, en España apenas 39.852 personas figuran como cotizantes a la Seguridad Social. Gran parte de las trabajadoras realizan su labor sin los derechos y la protección que deberían tener. Se trata de un sector altamente feminizado que además carece del reconocimiento social que merece y que sitúa con frecuencia a las trabajadoras en situaciones de precariedad laboral y desprotección social.
En el ámbito internacional, los conflictos, las guerras y las crisis humanitarias agravan pautas preexistentes de discriminación contra mujeres y niñas y las exponen a mayores riesgos de padecer violaciones de derechos humanos. Por ejemplo, en la guerra de Ucrania las personas en situación de ayuda humanitaria urgente ascienden a 17,7 millones, de las cuales 9,5 son mujeres, según fuentes de DG-ECHO.
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