Carmen, el mito viviente de la ópera y el flamenco

La icónica ópera de Bizet celebra los 150 años de su estreno en París y la compañía Antonio Gades rescata este clásico del bailarín reproduciendo con veracidad el espectáculo original creado en 1983 junto al cineasta Carlos Saura

Un momento del espectáculo en el Villamarta.
Un momento del espectáculo en el Villamarta. / Manuel Aranda

Un matrimonio italiano hace 40 años que vio Carmen de Antonio Gades en el Teatro Romano de Verona y esa obra los atraparía para siempre, forjando una estrecha relación entre ellos y la danza española y una admiración absoluta por Gades. Hoy estaban en el Villamarta expectantes por volver a ver esta nueva versión de Carmen, de la obra que su día consiguió encenderles una chispa de asombro con el flamenco y que los llevaría más tarde a descubrir Jerez.

La Compañía Antonio Gades, creada en el marco de la fundación homónima, ha querido que este legado no se pierda y se divulgue a través de las personas que estuvieron más próximas al bailarín, que son los que hoy en día transmiten la estética y los valores de Gades a las nuevas generaciones de la compañía. Por ello, la Carmen que hemos visto hoy en el Villamarta reproduce de manera fidedigna el estrenado en París en 1983, gracias a la dirección artística de Stella Arauzo. Es una suerte para las personas que no tuvimos la oportunidad de ver en directo al bailarín acercarnos a su figura y dimensión artística y coreográfica gracias a un ballet que reproduce con acierto una de sus grandes obras.

Este espectáculo coincide además con el 150 aniversario del estreno de Carmen de Bizet, ópera basada en la obra de Prosper Mérimée, por lo que el mundo de la cultura se prepara para celebrar esta efeméride con nuevas revisiones del gran clásico, y es que la ópera es una de las más interpretadas a nivel mundial. En el flamenco, fue Antonio Gades quien se atrevió junto al cineasta Carlos Saura a llevarla a escena, con un ballet que mezclaba el mundo lírico con el teatro y el flamenco. De esta manera, el mito de Carmen ensanchó aún más su relevancia y los espectáculos flamencos alcanzaron la liga de las grandes producciones internacionales.

Carmen es, por tanto, una buena reproducción de la original, y es aquí donde reside su mayor valor. Pero supone, además, una buena oportunidad para descubrir a esta mujer libre y valiente como es Carmen, un personaje arraigado a nuestro acervo cultural y que sin embargo se escribió en Francia, tras la fascinación del Romanticismo por las historias y costumbres españolas, con Andalucía como epicentro de este imaginario.

En esta Carmen de la Compañía Antonio Gades podemos ver la dirección artística creada por la dupla Gades-Saura, y que consistía -y por tanto consiste- en la simulación de una sala de ensayo en la que un grupo de bailarines practican una coreografía de danza española dirigida por Gades. En este momento y a modo de intrahistoria, comienza a suceder la verdadera trama. El vestuario no fue creado a la manera historicista, por lo que los bailarines llevaban y visten ahora una indumentaria propia de la década de los 80. Carmen posee el don de conseguir enganchar e introducir al espectador en esta historia de amor y celos, y en una lectura contemporánea, de valorar más si cabe la personalidad de este mito, una mujer valiente, libre e independiente que acaba siendo asesinada a manos de uno de sus amantes, pero que decide elegir su vida aun sabiendo cuál será su destino. Este asesinato llevado a escena y mezclada con el retrato de las clases populares no fueron de hecho bien recibidas por la sociedad parisina que en 1875 vio el estreno de la ópera de Bizet, aunque por aquel entonces no se llamara violencia de género ni mucho menos machista. Igual de relevante fue la inclusión de unas mujeres trabajadoras, las famosas cigarreras de la fábrica de tabacos de Sevilla.

Contaba Eugenia Eiriz, viuda de Gades, en un encuentro con la prensa previo al espectáculo que, para ella, “Carmen es el trasunto de Gades”, es decir, una persona con un fuerte sentido de la libertad emocional y creativa. En este Carmen, vemos todos los elementos de la original, y sorprende una bulería del El Torta interpretada por Alfredo Tejada y que dice aquello de “y abrázame y no preguntes dónde vengo…”. El espectáculo admitiría una mayor intensidad musical y coreográfica (las voces se quedan opacadas por los jaleos), pero como decíamos, prevalece el respeto por la original.

Cuando finaliza la obra tiene lugar una larga ovación para el Gómez de Jerez, quien fuera cantaor de Antonio Gades, y que hoy se encuentra, como casi todos los días, en el patio de butacas. Así se cierra en Jerez este homenaje al mito que lleva alumbrando la lírica desde hace 150 años y al flamenco desde que Gades pusiera su talento al servicio de Carmen.

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