Jerez Íntimo
Marco Antonio Velo
Navidad 1949 en Jerez: Gerardo Diego, Fernando J. Peña, José Argudo Romero…
Estimado y respetado lector:
Recibí su carta hace unos días y no le he respondido hasta ahora, de verdad que por falta de tiempo, si bien su sincera petición me saco una sonrisa de esas que se quedan un rato marcadas y que nos anima a blandir la copa una vez más.
Me pedía que, si tenía a bien, le hiciera una breve lista de esos vinos que he tomado este año y no me han dejado indiferente, más bien que me hayan causado un vivo gozo. Y yo le vengo a confirmar que los que le detallo sucintamente y a continuación, fueron de mi más sincero agrado y júbilo. Le recalco que no sólo fue el mío propio, sino también el de los que me acompañaban en la tarea que, aunque a veces pueda parecer lo contrario, a mi lo que me gusta es beber en compañía, cuanto más numerosa, mejor.
La mayoría de los que le enumero los podrá usted adquirir a un precio ajustado al buen rato que le harán pasar y si en algún caso peco de dispendio, le vengo a recalcar que mayor será el deleite que encuentre en esa botella, en ese vino y en el buen hacer de su elaborador.
Sin más, que lo breve dos veces bueno es, como ya sabe usted, le detallo seguidamente y si es tan amable, cuando haya catado todos estos vinos, me remite una carta y me cuenta, que le aseguro que me hará muy feliz.
Me tomaré la licencia de recordar como empecé este año que acaba, en franca conversación con mi amigo doctor y con la perfecta compañía de este vino tinto elaborado en exclusiva con uva bobal. Bodegas y Viñedos Ponce lleva ya unos años deleitándonos con unos vinos como éste, sencillo, fresco y que se queda en el recuerdo. Cuidando sus viñas familiares en la zona de Manchuela, entre Cuenca y Albacete, José Antonio Ponce nos trajo una ráfaga de aire fresco que quizá nos cambio el año, sin saberlo.
Recordará, querido lector, que le dije que abogo con vehemencia por el altruismo cuando abro vinos y en especial, como es este caso, cuando descorcho uno por primera vez. Sepa usted que éramos tres amigos, siendo uno de ellos gallego, como este vino tino de Bodega Zárate, elaborado con una uva poco común, espadeiro, con un bella acidez y recuerdos a tierras gallegas. Un vino que quería catar, que permaneció y no se fue.
Tópicos y frases sobre la amistad las hay a cienes. Y la más manida sin duda es aquella de “quien tiene un amigo tiene un tesoro”. Que sepa usted que tengo uno que lleva años, pocos, mandándome todos los meses una selección de vinos. Se llama Blas y créame que cuando abro la caja que me llega, el placer coincide con el conocer, el suyo. Descubrí un vino concentrado, con unos taninos serios que me mostraron una sangiovese espléndida. Superlativo.
Resulta que ya le he contado en anteriores artículos las impresiones de la primera y de las segundas veces que se cata un vino. Recuerdo en este caso muy bien ambas, la primera fue intensa, como un perfume inesperado y también lo fue la propia botella. Así fue como en cuanto tuve oportunidad, provoqué una segunda e hicimos un bis para bebernos este rioja clásico, terso y elegante, que da mucha fruta y vacía la copa de manera sosegada.
Allá por el mes de mayo abrí esta botella. Un rosado de garnacha de los chicos de Pura Viña. Un vino que me dejo impresionado porque me pareció fácil de conocer y difícil de olvidar. Y solo quiero que elaboren más botellas de este vino. Es que esta vez sí le confieso, me tocó catarla a mí solo, así que necesito abrir otra con alguien y decirle... ¿Qué hacemos esta noche?
La subjetividad en el mundo del vino debiera ser algo que se reconociera a menudo. No pasa nada. Disfrutamos más con los vinos que elaboran nuestros amigos, quizás porque encontramos en ellos rasgos de su personalidad, quizás porque es como si estuviéramos copeando con ellos. Que sepa, apreciado lector, que a veces soy uno de esos. Guitian Godello es un vino mítico, de cuando la uva Godello no era tan conocida como lo es ahora. Es un vino pleno, largo, con unos aromas increíbles que representan como pocos a la DO de Valdeorras. La clave es saber elegir bien a los amigos, sí.
Sabrá usted que me gusta la música y la filosofía. La literatura también. Admiro a las personas que tienen una conversación interesante y profunda. Aprendo mucho. Me gustan los vinos con personalidad que conllevan sencillez. Los hay. Le encantara catar este vino blanco de palomino fino, procedente de un pago pequeño de Sanlúcar de Barrameda. Encontrará mucho más que un vino en esta botella. Un espíritu libre.
Esto es una confidencia. He bebido ya unas cuentas veces botellas de De Nariz de Pedro Martínez. Mis compinches habituales lo saben bien. Me encantan los vinos que elabora, y este espumoso intenso a base de monastrell no iba a ser menos. Método tradicional, frescura y sabor que le pido que pruebe. Y cualquiera de su bodega.
Algún jaleo a nuestro alrededor tuvimos este año. Una fiesta con muchas botellas de burbujas, todas para beber desde el mediodía hasta el mediodía de nuevo. Y ésta. Un espumoso tradicional, elaborado con la variedad Grillo, por Marco de Bartoli, conocido por sus afamados Marsala sicilianos. Una invitación extraordinariamente agradable imposible de rechazar.
Recuerdo haberle leído a Mauricio Wiesenthal que un libro solo existe de verdad, cuando ha sido bien leído. En aquel momento pensé lo mismo sobre los vinos. También recuerdo que esta botella de Michel Gonet creí que quedaría en mis historias secretas y lo no dicho, que es lo importante. Su afable misiva me hizo cambiar de opinión y le invito a que pruebe este increíble champagne a base de chardonnay, con un equilibrio y un estilo perfecto. Cualquier botella de esta maison le hará feliz.
Tenga por seguro que en otra ocasión le escribiré una carta más larga, ahora empero, le escribo sobre este mágico oloroso de Bodegas Alvear y solo espero que le perezca tan profundo y romántico como me pareció a mí. Que estos vinos son para no llegar a coger un tren a tiempo. El que sea. Hay muchos que debemos evitar perder.
Ya me despido de usted, apreciado lector, y como ve con un vino de González Byass que seguro que ya conoce. Si se pregunta que por qué se lo recomiendo una vez más, le diré que sin duda es el que más me acompañó en este año. En soledad, en compañía y con la sinfonía del más fino de los amontillados.
Afectuosamente, Luis Esteban.
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