Contra el abandono de la Calle Nueva
Un reivindicativo cartel de Semana Santa realizado por un jerezano del barrio enciende de nuevo entre los vecinos la proclama de intervenir definitivamente en una zona cada vez más castigada
Calle Nueva de Santiago de Jerez: de miembros de la nobleza, al más puro flamenco y de ahí, a la delincuencia...
"Mientras sigan vendiendo droga en la calle Nueva, esto seguirá igual"
Vivir en la calle Nueva es para muchos de sus vecinos, los de toda la vida, vivir en la angustia, en la ansiedad y hasta en la depresión. Por todos es conocido que su universo habitual quedó postergado en 2011 cuando llegaron a la zona clanes procedentes de Sevilla y Linares, gente que vive al margen de la ley y que han convertido a una de las calles más emblemáticas del barrio de Santiago en un auténtico submundo delictivo.
Para cualquier vecino de la calle, el nivel de desprotección es alto, algo que complica a diario la convivencia. Pero todo tiene un límite y muchos de estos vecinos (la mayoría de ellos ha nacido y se ha criado en este entorno) están al borde del abismo “porque no se puede vivir así”, comentan a este medio.
Es más, de un tiempo a esta parte “ya no sólo te dan problemas los que han llegado, sino hasta los de aquí de toda la vida, que se están ‘asalvajando’ igual”, explica otro vecino.
El último ejemplo de incivismo que existe en la calle Nueva “es el de montar un gallinero con gallos de peleas que se llevan todo el día cantando, así es imposible vivir”, destaca otro de los vecinos preguntados. “Estoy tomando hasta pastillas porque es imposible”.
Durante todos estos años, la vida en la calle Nueva se ha ido complicando, primero por la desaparición de la histórica peña Los Juncales, cuyos antiguos socios han reconocido en más de una ocasión que de no haberse caído el techo en 2003 y a partir de ahí quedar inhabilitada, “nada de esto hubiera ocurrido, de eso estoy convencido”, y en segundo lugar, por la ‘invasión’ de viviendas en las que “la venta de droga es un diario”.
“Aprovecharon que la iglesia estuvo cerrada durante varios años por las obras y que el barrio había perdido vida, para instalarse ahí, y desde entonces todo ha cambiado”, admite otro vecino, que como otros, prefiere no dar nombres por miedo a represalias.
La realidad es, en este recién comenzado 2024, la que es, y no sólo afecta a la flamenquísima calle, sino que el clima de inseguridad también lo sufren los vecinos del entorno de Cantarería y calle Merced e incluso, en menor medida, los de la calle Armas de Santiago, principalmente en el acceso que comunica ésta con la calle Nueva.
Desde aquel fatídico 2011, pocas cosas han sucedido en Santiago, al menos, como bien indican los vecinos, para frenar el avance y la venta de droga, el principal problema al que se enfrenta hoy por el barrio.
Pocas cosas en 13 años
Tres años de llegar a la alcaldía, el gobierno de Mamen Sánchez prometió, en 2018, “un plan integral para el barrio de Santiago”. Dicha propuesta, recogida en prensa a finales de agosto de 2018, iba a incluir “medidas de regeneración de infraestructuras viarias y zonas verdes, intervenciones en solares en desuso para que sus propietarios asuman sus deberes urbanísticos de conservación y mantenimiento, iniciativas de dinamización social y cultural, y también en materia de seguridad”.
En aquella noticia, en la que se hablaba de dinamizar el barrio “trayendo contenidos nuevos”, se recogía también “la recuperación de las instalaciones del antiguo edificio de la Escuela de Idiomas”, con la intención de establecer allí “oficinas municipales del programa de Transformación Social de la Junta de Andalucía”, algo que nunca cuajó.
De las “mejoras en las infraestructuras”, preparando “un proyecto de acondicionamiento de la calle Nueva y viales aledaños”, nada se sabe; y si no, sólo hay que adentrarse (el que tenga o la que tenga valor) en el interior de la calle Nueva.
Y lo más llamativo, se habló de la catalogación y estudios de viviendas situadas en calle Nueva al objeto de “conocer quienes han nacido y vivido allí y señalizarlo convenientemente en su fachada como medida de promoción turística del barrio”. Menos aún.
Asimismo, se hizo mención a una reunión con el delegado del gobierno (entonces José Pacheco) para preparar “un plan de seguridad para esta zona”. Ni rastro.
La única actuación, sin embargo, llegaría cuatro años más tarde. Fue concretamente en julio de 2022, cuando el Ayuntamiento anunció la instalación de una cámara de seguridad en la calle Nueva, algo que se amplió un mes después, en agosto, colocando una segunda.
Este hecho, unido al aumento de la seguridad en la zona, hizo que, según la ex alcaldesa, se desmantelara, en septiembre de 2022, “a uno de los principales clanes que se había instalado en la calle”.
Sin embargo, lejos de aquellas afirmaciones y de la captura de uno de los cabecillas de la organización, la vida en dicha zona de Jerez cambió bien poco.
De hecho, un mes después, el Partido Popular criticaba públicamente la mejora en seguridad planteada por Mamen Sánchez, indicando que “no se ajustaba a la realidad que viven los vecinos”.
El último incidente ocurrió el pasado noviembre cuando un tiroteo en la propia calle Nueva dejó un herido y volvió a poner en jaque a toda la zona.
Los propios vecinos volvieron a hacerse notar denunciando el aumento de ‘yonkis’ y jaleos nocturnos en los aledaños de la calle Nueva, insistiendo en la necesidad de reforzar la seguridad. De momento, el Ayuntamiento no se ha pronunciado al respecto sobre qué va a hacer con la zona.
Símbolo de la realidad del barrio
En los últimos días, un vecino del barrio, Curro Santos, ha mostrado la realidad de esta zona de la ciudad a través de un cartel de Semana Santa. “Soy diseñador y con este tema siente uno tanta impotencia, que he expresado todo o que siento de esta forma”.
La creación en sí ha revolucionado las redes sociales, provocando la reacción de muchos jerezanos, que no entienden cómo un barrio y una calle tan señera esté hoy por hoy como está.
El cartel en sí refleja parte del rostro de la Virgen del Desamparo, que llora sangre, y que tiene un puñal clavado en el corazón, un corazón, por cierto, representado con la imagen de la extinta peña Los Juncales.
Junto a la imagen aparece el código postal del barrio, 11404, y una cinta de señalización de la Policía donde se lee ‘no pasar’.
La obra la introduce un llamativo título ‘Calle Nueva, no te mueras’, un texto que se completa con una frase contundente: ‘Dedicado a mi excelentísimo Ayuntamiento de Jerez de la Frontera. Existimos’.
Su autor lamenta que “la gente que vivimos en la calle Nueva también pagamos nuestros impuestos, y no es justo que estemos como estemos, el Ayuntamiento hace oídos sordos a la situación que hay aquí”.
“Es triste que no pueda pedir un taxi o pedir una pizza a domicilio porque no quieren entrar en la calle Nueva, tienen miedo. Aquí vivimos muchos y necesitamos una solución, llevamos ya muchos años soportando situaciones impropias del año en el que estamos”, añade.
Punto negro para inmobiliarias
Toda esta situación ha hecho que la que debería ser una zona de la ciudad especialmente atractiva, por aquello de todo el simbolismo flamenco que representa, como puede ser el Albaicín o el Sacromonte en Granada, se ha convertido en una de las zonas peor valoradas por las inmobiliarias.
De hecho, hace apenas unos meses, el portal idealista.com reconocía que el piso más barato de la provincia de Cádiz estaba en Jerez. ¿Dónde? Pues en la calle Nueva.
El estudio de dicho portal cifraba el piso en 11.600 euros, una cifra algo inferior a la del segundo más barato en Cádiz, también en la Calle Nueva y con un precio de 16.150 euros.
Gestores inmobiliarios consultados por este Diario consideran que vender hoy por hoy un piso en la zona de Santiago “es complicado, a no ser que tenga un buen precio”. “Cuando un cliente busca un piso en el centro, la zona que evita es Santiago. Prefiere Porvera, calle Larga, zona del Arenal, San Miguel...pero Santiago no. A no ser que sea gente que ha vivido en el barrio y que pretenda buscar una vivienda en la zona”, apunta.
“También hemos hecho alguna operación con gente extranjera, que no se puede permitir un piso en la playa y que no le importa vivir en esa zona, aunque por supuesto, que no sea la calle Nueva”, destaca.
Al actual estado tampoco ayuda la cantidad de inmuebles en estado ruinoso que se pueden encontrar en el entorno de la calle Nueva. Algunos vecinos aseguran que “es una pena la cantidad de casas derruidas que hay en calle Merced, por ejemplo, que piden una barbaridad pero tampoco las arreglan. El Ayuntamiento podría actuar obligándolos a su arreglo o iniciando la expropiación, como se hizo en su día con la calle Muro. Sólo en la calle Merced hay, mínimo, 4 grandes casas o solares abandonados; en la calle Cordobeses y Taxdirt, igual, y ya en la calle Nueva ni te cuento”.
Sin perder el ánimo
A pesar de la situación, y del panorama poco halagüeño, no todo el mundo pierde la ilusión por recuperar lo que antaño fue uno de los barrios señeros de Jerez.
Uno de esos ‘soñadores’ es Manuel Loreto, propietario del Restaurante Jindama. El joven empresario adquirió hace unos meses el antiguo casco de bodega que se encuentra frente a la iglesia de Santiago, lo que se conoce como el Angostillo. Allí estuvo durante años un tablao denominado la Taberna Flamenca, por el que pasaron muchos artistas de la ciudad. Sin embargo, sus nuevos dueños han limpiado por completo su fisonomía, devolviéndolo a su estado bodeguero habitual.
A principios de esta semana la comisión de patrimonio histórico aceptó su propuesta, por lo que se abre una nueva vía de negocio y de vida para el barrio de Santiago.
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