Viaje al alma de la Cartuja de Jerez
Recorrido por la futura visita guiada que se desarrollará por el monasterio a partir del próximo curso
Constará de 18 puntos, muchos de ellos antes inaccesibles por el carácter de clausura de los cartujos y las hermanas de Belén
El futuro de la Cartuja de Jerez: bodas, visitas guiadas y la llegada de nuevas hermanas
La Cartuja de Santa María de la Defensión de Jerez se abre al mundo. A partir del próximo curso comenzarán las visitas guiadas al monumento que la Diócesis de Asidonia-Jerez está preparando para la ocasión. Una ruta que se adentra por espacios antes inaccesibles para el ciudadano -por el carácter de clausura de los que han sido sus habitantes desde el siglo XV, primero los cartujos y luego, las hermanas de Belén- y que ahora permite la inmersión en lugares sorprendentes.
Todo comienza en la Cruz de Caminantes, que marca el lugar de la Batalla del Sotillo. Allí, en 1369, tuvo lugar una aguerrida lucha entre cristianos y musulmanes, en la que, según la tradición, gracias a la intercesión de la Virgen María, la victoria se decantó hacia el lado cristiano. En su honor se levantó un pequeño santuario en este lugar, que viene a ser, aunque muy reformado, la actual Capilla de Caminantes, sita en el atrio de la Cartuja.
Es, en este punto, donde el visitante se sumerge en otro tiempo y en otro mundo. Un grandioso monumento dedicado a la soledad, al silencio y a la oración, con diferentes espacios concebidos en función de la vida de sus moradores: los Padres cartujos.
El primer período de estancia de los cartujos abarca desde 1476 hasta 1835, año en que se produjo un proceso de desamortización y los cartujos abandonaron el monasterio. Posteriormente, en 1948, a instancias del arzobispo de Sevilla, Pedro Segura y Sáenz, los cartujos regresaron a Jerez. Estos mantuvieron su presencia hasta su salida definitiva, en el año 2001. En el año 2002, a petición del obispo de Asidonia-Jerez, Juan del Río Martín, ingresaron en la Cartuja las hermanas de Belén, orden femenina dedicada a la contemplación. Han permanecido en la Cartuja hasta marzo de 2024.
Nos adentramos después en todo el complejo del monasterio, dejando atrás la portada monumental de Andrés de Ribera (1571) y la Capilla de Caminantes. Se atraviesa el atrio hasta la iglesia, a la que se accede a través de la fastusoa portada barroca de 1660, diseñada por Fray Pedro del Piñar, un monje cartujo que habia sido previamente maestro burgalés. La división tripartita de la iglesia nos habla de los tres tipos de fieles que habitaban o frecuentaban la Cartuja: la parte interior destinada a los padres cartujos, la intermedia, que también posee coro, destinada a los hermanos legos y la exterior, donde se ubican los fieles que no habitan en la Cartuja, pero desean presenciar -en las escasas veces que estaba permitido- los diversos oficios litúrgicos conjuntamente con los padres cartujos.
En la iglesia hay que observar desde la asombrosa reja sevillana del siglo XVII, el coro de padres -obra de mediados del siglo XVI debida a los escultores Cristóbal de Voisín y Jerónimo de Valencia- y el propio retablo actual, que es un obsequio que la duquesa de Medina Sidonia hizo en los años 60, y que a su vez pertenecía al covento de La Merced de Sanlúcar. Despojado de las pinturas de Juan de Roelas -se quedaron en el Palacio Ducal-, se hicieron una serie de copias de las pinturas de Zurbarán que en su momento ocupaban el retablo primitivo y que son de Concepción Salinero, de los años 60 del siglo XX. Además, el retablo mayor actual cuenta con la imagen de Santa María de la Defensión, la titular del monasterio, obra de José Esteve Bonet, de finales del XVIII, y dos esculturas de Pedro Roldán, san Hugo de Grenoble y San Hugo de Lincoln. Las esculturas del retablo original, debidas todas ellas a José de Arce, se encuentran en la actualidad en la catedral de Jerez; son el apostolado y el crucificado que preside su altar mayor.
Asimismo, delante del presbiterio se puede observar la sepultura del fundador del monasterio, Álvaro Obertos de Valeto, que en 1474, gracias al inmenso patrimonio que cedió par este fin, pudo conseguir la fundación de la Cartuja de Jerez. Los primeros monjes cartujos llegaron en 1476, así que dentro de dos años se celebrará el 550 aniversario de esta llegada.
El siguiente punto del recorrido es el claustrillo o claustro pequeño, que articula algunas de las estancias principales de la vida diaria que tenían los cartujos: la sala capitular de padres, la sala capitular de legos y el refectorio, además de algunas capillas para la misa privada de los monjes cartujos sacerdotes. Un espacio que impacta, y que el visitante no espera, tras cruzar una puerta lateral de la iglesia que se ha dejado atrás. Es un espacio acogedor y recogido, lleno de luz y vistas a las cúpulas de la iglesia y al propio refectorio.
El claustro grande, también llamado del cementerio, de los arrayanes o de padres, luce en su patio central algunas cruces blancas de cartujos que murieron durante su estancia y la de una hermana de Belén. En su perímetro vivían los cartujos cada uno en su celda, nombradas por las letras del abecedario, incluidas la ch y la ñ, el número máximo de padres cartujos que podía haber en el monasterio. “El claustro grande es un monumento excepcional en su extensión y en su ejecución y se encuentra levantado a lo largo del siglo XVI. Es tardo-gótico, con una profusa y estudiada decoración y con la clara funcionalidad de albergar las distintas celdas de los monjes y el cementerio. En este espacio vida terrenal y sobrenatural se dan la mano”, explica el historiador Javier E. Jiménez López de Eguileta, asesor cultural de la Diócesis en el proyecto de apertura de la Cartuja, que hace una excepcional visita guiada que conformará gran parte del recorrido que se pondrá a disposición del visitante.
Y de aquí, a las celdas, ya por fin visitables. “No yerra el que dice que los cartujos fueron los inventores del dúplex, pues sus celdas -de amplias dimensiones- se dividen en dos pisos: en el bajo está la parte del refectorio personal, de trabajo, de labor y el propio jardín que cada uno cuidaba, un patio en el que incluso hay un mirador con vistas al Guadalete. En el superior está el lugar del descanso y la oración”, añade. Tras ello, el visitante puede ver la celda prioral, donde vivía el padre prior del monasterio, cabeza jerárquica de la comunidad, con unas dimensiones considerablemente más grandes que el resto de celdas.
Cuenta Eguileta que la dieta de los cartujos estaba compuesta de lácteos, huevos, verduras, legumbres y pescado. Jamás comían carne y para contrarrestar esa ‘falta de proteínas’, los cartujos idearon la cría de los galápagos, cuya carne se tenía por pescado. Lo hacían en la galapaguera, que se encuentra en el propio monasterio. Y hacían ayuno todos los viernes del año a base de pan y agua y en la época del gran ayuno, desde el 14 de septiembre hasta el Día de Pascua. El resto del tiempo hacían una sola colación al día y muy frugal. Sólo los domingos y grandes fiestas del calendario litúrgico, los cartujos comían en comunidad en el refectorio.
Junto a esta zona hay una puerta que da acceso al claustro de hermanos legos, los monjes cartujos que no habían sido ordenados sacerdotes y cuya función primordial es servir a los Padres cartujos para que estos pudieran desarrollar óptimamente su vida espiritual y corporal.
En la visita se puede disfrutar también del espectacular refectorio, de las cocinas y, para terminar, del patio de obediencia o trabajos, donde están por ejemplo las cuadras y el baño para los caballos, ya que una de las múltiples tareas de los cartujos fue la cría caballar que dieron caballos de pura sangre españoles, caballos cartujanos, que hoy siguen siendo criados por la Yeguada de la Cartuja o Hierro del Bocado.
El recorrido está trufado con 18 items que van explicando cada uno de los espacios con detalle: Cruz de la Defensión o de Caminantes, Portada, Capilla de Caminantes, Atrio y portada de iglesia, Iglesia, Coro de Padres, Altar Mayor, Claustrillo, Capítulo de Padres, Capítulo de Legos, Refectorio, Claustro de Padres, Celda Cartujana, Celda Prioral, Claustro de Legos, Pasillo de cocinas, Cocinas y Patio de Obediencias.
La app de La Cartuja estará disponible para su descarga en APP STORE para más información y detalles sobre las visitas, así como la web de la Cartuja.
Tras el paso de los cartujos y, recientemente, de las hermana de Belén, la Diócesis de Asidonia-Jerez, en colaboración con administraciones, trabaja para que este enclave siga siendo un referente espiritual y cultural en nuestro tiempo, de modo que peregrinos y visitantes puedan eguir encontrando la paz del Cielo en la Tierra: Stat Cruz, dum volvitu orbis "la Cruz permanece estable mientras el mundo gira". La Cartuja sigue siendo un lugar con alma.
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