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En casa con miedo

Vecinos de la calle Marqués de Cádiz y Taxdirt se quejan de nuevo de inseguridad, actos vandálicos y suciedad por el abandono desde hace años del edificio de Cartonajes Tempul

Uno de los accesos al interior del edificio del abandonado Cartonajes Tempul. / Miguel Ángel González
A. C.

29 de agosto 2022 - 06:08

Exterior del edificio, desde el que los jóvenes tiran objetos. / M. Á. G.

“Estamos desesperados. Tenemos miedo en nuestra propia casa”. Vecinos de la calle Marqués de Cádiz, a espaldas del abandonado edificio que fuera en su día Cartonajes Tempul, han lanzado de nuevo, y ya son muchas, la voz de alarma. Viven atemorizados por la inseguridad y la violencia que genera el estado ruinoso del inmueble, “y todo lo que ello conlleva: ratas, suciedad, chutadero, venta de droga y refugio para personas sin hogar, muchas de ellas, conflictivas”. Espacio que habita también un grupo de jóvenes inmigrantes marroquíes, “algunos están enganchados y roban para consumir”.

Uno de los residentes muestra un taco de papeles. Son todas las denuncias que han interpuesto ante Urbanismo desde el año 2015.“Y sin obtener ninguna respuesta. Hay que evitar el problema que ocasionaría el derrumbe parcial del inmueble sobre las viviendas, ya que parte de la cubierta está formada por planchas de uralita que han sido manipuladas para retirar las vigas de hierro, con la posible emisión de amianto al ambiente. ¿Y encima vamos a morir de una enfermedad?”.

Al edificio, propiedad de un fondo de inversión, acuden “individuos que realizan actos vandálicos de toda índole, como la provocación de incendios dentro del espacio, lanzamiento de piedras y bolas de fuego a coches y personas que pasan por nuestra calle y por Taxdirt, así como de uralitas, botellas y restos de escombros desde el interior de la fábrica hacia las ventanas que se encuentran orientadas a la fachada de la calle Marqués de Cádiz”. Por tales sucesos ya se han personado en numerosas ocasiones Bomberos y Policía Local y Nacional, “que nos dicen que hasta que aquí no muera alguien, no os lo van a solucionar”.

Asimismo, los ‘usuarios’ del espacio acceden a la azotea del edificio, se sientan y andan por el borde de la fachada “tirando toda clase de objetos a nuestras casas, a los patios. Un día nos dan un mal golpe y... El Ayuntamiento no contesta, algún que otro concejal se encoge de hombros y dice: ¿y qué hacemos? Ante eso, sólo nos queda la desesperación y denunciar una y otra vez pero, ¿hasta cuándo? ¿Es que nadie puede hacer nada de verdad?”, dice otro vecino.

Del edificio sólo queda el esqueleto. Poco lo sustenta ya. Por cada uno de los innumerables agujeros que le dan acceso entran cada día personas de todo tipo, especialmente jóvenes. Los propósitos son muchos y se repiten continuamente: chutadero exprés, para una cosa rápida; incursiones más prolongadas, encuentros sexuales varios, cobijo nocturno, etc. Los vecinos han solicitado al Ayuntamiento de palabra y por escrito, y están preparando una nueva entrega, el cerramiento inmediato de todos los accesos al inmueble “para impedir que se sigan extrayendo los elementos que mantienen su estabilidad, y evitar el posible derrumbe de las zonas más deterioradas, y para que cesen de una vez por todas todos los actos vandálicos que vienen originándose hasta la fecha y que, de no actuar el Ayuntamiento lo antes posible, terminará provocando una desgracia que traerá las consecuencias y responsabilidades que se deriven de cada caso”.

Las naves de Cartonajes Tempul, del grupo Jerez Industrial SA (JISA) , dejaron de tener actividad hace más de dos décadas como tal empresa, pero posteriormente y durante un periodo fueron ocupadas por un grupo de ex trabajadores de JISA, que constituyeron la sociedad Pack-Sur Artes Gráficas, dedicada a la elaboración de estuches. En 2005 Pack- Sur vendió la sede de la calle Taxdirt a una empresa inmobiliaria de Utrera con el objetivo de trasladase a la Ciudad del Transporte. El expolio de las naves desocupadas no tardó en llegar y también las quejas vecinales por los robos que se producían. La situación se ha ido volviendo cada vez más insostenible.

En su día, Ecologistas en Acción fueron los primeros en alertar del riesgo que conllevaba el desprendimiento de las placas de uralita y su componente de amianto que forman la cubierta y cuyos trozos se pueden ver esparcidos por el suelo de las naves. También remitieron un escrito a la alcaldesa Mamen Sánchez para que se adoptaran las medidas necesarias. También están esperando.

Desde dentro

Estado del interior. / M. Á. G.

Viejos y nuevos consumidores, así como un grupo de inmigrantes marroquíes, comparten el edificio. A ellos se suman chavales que acceden para curiosear sin saber del peligro real que conlleva.

El suelo de una de las salas está lleno de restos de velas sustraídas del monumento de la Virgen de Fátima allí cerca. Según uno de jóvenes de Marruecos, se dedican a la delincuencia. “No tenemos trabajo, no podemos estar en el albergue, no tenemos papeles, pero no queremos volver a nuestra tierra”. La situación de insalubridad en la que habitan este espacio dice que ha provocado que uno de los chicos esté cubierto de bultos. Una vida detrás de cada persona, con sus propias circunstancias, que en este caso se convierte en un problema de salud pública y convivencia para todos. Enquistado. Problemas de marginalidad y de inseguridad unidos.

Aún hay en las paredes restos de buenos grafitis. De los comienzos del abandono del edificio, un tiempo fugaz antes de convertirse en escenario de terror.

Los habitantes del espacio aprovechan la fresca de la tarde para pasear y sentarse en los muros derruidos. Los vecinos no quieren ni mirar hacia arriba. “Se encaran”, cuentan. Y así pasan los años. Con el miedo en un puño, en la calle y en casa.

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