La cenicienta del patrimonio bibliográfico
Lectores sin remedio
Jerez/En el año 1933, el Ateneo de Jerez puso en marcha una actividad novedosa por aquellas fechas que se denominó 'Descubrimiento de Jerez por los jerezanos', y que trataba de acercar a los ciudadanos su rico patrimonio histórico artístico. Aquellas visitas fueron dirigidas por el entonces joven bibliotecario municipal Manuel Esteve Guerrero. Curiosamente y al mismo tiempo, la Federación de Estudiantes Católicos encargaba al historiador Hipólito Sancho un proyecto similar que también se puso en práctica. Sobre aquellas primeras visitas guiadas a la ciudad, Manuel Esteve se lamentaba de que no hubieran tenido más proyección y eco entre la ciudadanía cuando escribía en El Guadalete de 22 de abril de 1933: “Eran de esperar del propósito los mejores resultados. Sin embargo faltó sobre todo el elemento popular a quien este curso iba dirigido, y sobre el que había de ejercer la mejor acción; nadie dudará que quien conozca el interés artístico de un monumento, ni lo destruye ni lo quema. Pero ese elemento popular no se incorporará a la obra de la cultura más que por la escuela, y será preciso que en ella se tracen los maestros los primeros surcos sobre los que pueda arrojarse la semilla”.
Pero don Manuel Esteve fue también pionero en la difusión del patrimonio bibliográfico a través de exposiciones de diversa temática y de las cuales la que más repercusión tuvo quizás, fue aquella celebrada en mayo de 1954 con motivo de la semana del caballo y que estuvo precisamente dedicada a este tipo de bibliografía, con más de un centenar de singulares y valiosas piezas procedente de la imprenta de los siglos XVI al XIX. El trato al Patrimonio sin embargo a lo largo de los años en nuestra ciudad ha seguido suerte dispar, mientras la concienciación, difusión e incluso intervención (aunque siempre sería deseable un mayor grado inversor) ha ido creciendo en torno al monumental y artístico (desde esas visitas guiadas que rememorábamos antes), otro gallo canta para el bibliográfico, cenicienta aún pese a la riqueza, singularidad e historia que este patrimonio atesora en nuestra ciudad. Por ello, cuando se ofertan muestras como la que desde hace unos días podemos contemplar en la Galería de exposiciones de la Biblioteca Municipal, nos inunda una gran satisfacción aunque también el convencimiento de que sigue siendo una rareza en el panorama cultural local. La Muestra a la que me refiero, nos descubre cerca de medio centenar de piezas procedentes de las bibliotecas pertenecientes al Patronato de Misiones Pedagógicas del distrito de Jerez durante la Segunda República, libros incautados durante la Guerra Civil y que tras una ardua investigación del profesor y miembro del Centro de Estudios Históricos Jerezanos José García Cabrera, fueron localizados entre los fondos de la Biblioteca Municipal. Una muestra que trasciende pues no solo divulga nuestro patrimonio, sino que nos descubre una parcela de la historia de Jerez desconocida para la mayoría de sus habitantes.
'Pá'
“¡Pá! ¿o mejor debo llamarte Pó o Pé o Parroba, o Pá/ó/é?”. Mi hijo, con su retranca habitual hurgando en las fibras más sensibles de mis herramientas de trabajo: el estudio de la lengua. “¿Hay algún libro? -sigue la sorna- que se haya escrito en ese lenguaje no sexista e inclusivo que tanto te gusta?”. “No me consta, pero seguro que ya habrá por librerías algún que otro espécimen de ello”, le respondo. “¡Lástima! Ahora que se va acercando tu santo, era el regalo ideal. Lo preguntaré en tu librería y así te lo cargo en tu cuenta” -mi hijo sin tregua; está claro que no hace prisioneros.
Si por aburrimiento hacemos la pertinente consulta en Google, son cientos las páginas que abordan este asunto que, pese a la norma gramatical de la RAE y al tiempo ya transcurrido, sigue estando de actualidad y, a veces, con un inquietante control que recuerda a los peores y más sanguinarios cuerpos policiales de los regímenes totalitarios. La sensación de sentirse vigilado es estremecedora y angustiosa. Pero tampoco son escasas las páginas que muestran artículos, tanto de prensa como de revistas especializadas, en que se defiende el criterio de la RAE y para ejemplo de ello, una recomendación: el artículo titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” (se encuentra en Internet fácilmente), cuyo autor es uno de los grandes lingüistas de nuestro país: Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia Española, Catedrático de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid y Ponente de la Nueva Gramática de la Lengua Española; no hay voz más autorizada en la actualidad en lo referente a estas materias que Ignacio Bosque. “¡Pá! ¿a que te gustaría tener una edición en lenguaje inclusivo de ‘El Quijote’, o ‘La Celestina’ en adaptación LGTBI?”, mi hijo hurgando en las fibras más sensibles de mi paternidad. “Yo siempre he defendido que los clásicos hay que leerlos en versión original, nada de sucedáneos o versiones modernas”. “¡Tú siempre tan fanático de tus cosas!”. José López Romero
Reseñas
La tierra que pisamos
Jesús Carrasco. Seix Barral, 2016.
Después de su tan espléndida como inquietante ‘Intemperie’, con la que Jesús Carrasco irrumpió en la narrativa española y fue considerado con todo merecimiento uno de los grandes novelistas del siglo XXI, dos títulos vienen a sumarse a su producción y a consolidar ese prestigio bien ganado. Nos referimos a ‘Llévame a casa’ y la que aquí reseñamos: ‘La tierra que pisamos’, que mantiene la misma calidad narrativa de la primera, en la que el gusto por la precisión descriptiva es una seña de identidad del estilo de Carrasco. Anexionada España a un gran Imperio invasor, a un pequeño pueblo de Extremadura vuelve un antiguo habitante que ha sufrido la deportación y la condena a trabajos forzados en terribles condiciones. El misterioso mendigo, que no habla y tiene el rostro lleno de cortes, desestabilizará la vida rutinaria de Eva Holman, casada con uno de los oficiales más destacados en la destrucción de los territorios invadidos. Magnífica. J.L.R.
Los campos del honor
Jean Rouaud. Anagrama, 2014.
Con esta su primera novela Jean Rouaud obtuvo el prestigioso Premio Goncourt en 1990. Y como es habitual, uno lee los recortes, que se recogen en la contraportada, de la crítica que se ha ocupado de esta novela y parece que nos encontremos ante un clásico moderno. En primer lugar, no es exactamente una novela sobre la Gran Guerra salvo en sus capítulos finales, aunque algunos quieran venderla o definirla como tal; y en segundo lugar, lo que sí es, la novela nos va narrando las vicisitudes de una familia originaria del Loira Inferior o Atlántico, región de donde es el autor, especialmente de las dos generaciones anteriores al narrador, que se convierte en simple cronista de su familia. Abuelos, tíos y padres van desfilando por las páginas, en las que adquiere cierto protagonismo la tía Marie, maestra, solterona y beata, y el drama de la pérdida de dos hermanos en la I Guerra Mundial, pero esto último ya al final. J.L.R.
El fondo del puerto
Joseph Mitchell. Anagrama, 2023
Una de las gratas sorpresas que me he llevado en este inicio del año, es la lectura de este libro fruto de la pluma de una de las leyendas del periodismo norteamericano y vinculado toda su vida al New Yorker. De él ya conocía la excelente ‘El secreto de Joe Gould’, pero sin duda estas crónicas del Nueva York de la primera mitad del siglo pasado es un referente no solo de la crónica periodística sino de buena literatura, y que por tantos motivos se acerca a lo mejor de la literatura viajera. El libro recoge seis extensas piezas sobre la zona portuaria de un Nueva York que en muchos aspectos ha desaparecido para siempre: el East River, los pescadores con sus barcazas, los viejos restaurantes. Un viaje en el tiempo al corazón de costumbres y paisajes, pero sobre todo a esos personajes anónimos con historias singulares, a los que esta leyenda del periodismo retrataba con maestría dándoles un especial protagonismo. R.C.P.
La impaciencia del corazón
Stefan Zweig. Acantilado 12ª edición, 2020
No es esta una de las historias más conocidas del gran escritor austriaco, pero sin duda sigue gozando del fervor de muchos lectores como demuestran las numerosas reediciones, y más ahora en unos tiempos donde parece volver a brillar con especial intensidad, si alguna vez no lo hizo, la obra de Zweig. Es una historia dura y donde el protagonista, el teniente Anton Hofmiller, se ve asaltado por todo tipo de sentimientos una vez que inicia una relación con la joven Edith, que aquejada de parálisis se ha enamorado del militar. Anton, más por compasión, inicia una especie de relación en la sombra con Edith pues oculta ese noviazgo. Finalmente, agobiado por el miedo y la desesperación marcha a la guerra, una terrible decisión que él ve como única vía de escape y de la que volverá como un héroe. Gran literatura de la mano de un maestro. R.C.P.
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