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La ciudad que volaba

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El estudioso Francisco Jordi ultima una investigación en la que apunta que Jerez nació en Gibalbín y que fue capital de Tartessos

1. Vista de la Sierra de Gibalbín (J. M. Amarillo Vargas). 2. Francisco Jordi Páez en el Diario tras la entrevista (VANESA LOBO). 3 y 4. Moneda libiofenicia (siglo II a.C.), procedente de la Sierra de Gibalbín 5 y 6. Moneda de Ceri (mediados del siglo I a.C.), hallada en La Peñuela.
A. C.

16 de octubre 2017 - 02:03

Jerez/De pequeño soñó que Jerez volaba y que era la ciudad más importante de todas. Francisco Jordi Páez se dormía plácido cada noche con aquellas historias tan míticas que su padre le contaba sobre su tierra natal. Hoy, 17 años después, asegura que aquel sueño es una realidad. Estudiante de Geografía e Historia de la UNED está ultimando una investigación y un libro sobre los orígenes de Jerez que, sin duda, no dejarán indiferente.

Motivado por la "saturación bibliográfica al respecto, en la que los eruditos locales han desenfocado y desvirtuado esta cuestión, dando por sentado crasos errores copiándose unos de otros", Jordi asegura que en Jerez "existe un vacío de ciudad más allá de época islámica", y ha investigado sobre los orígenes de ésta.

Así, expone dos líneas de investigación. Por un lado, asegura "en un 95%", que la ciudad-embrión de Jerez "hay que buscarla en la Sierra de Gibalbín". Él sigue la misma línea que Antonio Delgado, "precursor de esta teoría en 1870, que más tarde defenderá a ultranza el único especialista de las coordenadas de Ptolomeo en España, el doctor en Historia Antigua Jesús Montero Vítores. Fue mi antiguo profesor en el IES Álvar Núñez, un eterno referente y ahora un buen amigo". También hace referencia al respecto a sus amigos historiadores Eugenio José Vega Geán, Francisco Antonio García Romero y Jesús Caballero Ragel, "que defendieron a capa y espada que Ceri fue Jerez de la Frontera y no Jerez de los Caballeros (Fama Iulia Seria)".

Jordi asegura que el topónimo indígena en latín de Ceri [k'eri] "es el nombre más antiguo de Jerez y estuvo ubicado en la Sierra de Gibalbín en época de la República romana. El único testimonio son sus monedas broncíneas datadas en torno a la 1ª mitad del siglo I a.C. En el anverso aparece la diosa romana Ceres sincretizada en una diosa púnica frugífera (autóctona) representada en una primera emisión con una corona de espigas (diosa guerrera) y en una segunda emisión con un moño bajo (más romanizada). En definitiva, el busto es claramente femenino". Además de realizar un exhaustivo análisis sistemático de estas monedas, el autor ha constatado "algunos cuños inéditos, he creado un mapa de dispersión de hallazgos llegando a rastrear más del centenar en la campiña jerezana, pero con mayor concentración en la Sierra de Gibalbín", para lo que cuenta "con el asesoramiento de las catedráticas en Numismática Antigua Elena Moreno Pulido (Universidad de Cádiz) y Francisca Chaves Tristán (Universidad de Sevilla)".

La leyenda del topónimo está enmarcada entre dos toscas espigas de trigo tumbadas hacia la derecha. "Lo más probable es que derive de una raíz indoeuropea Ker que significa "crecer, crear, madurar", de ahí que los romanos transcribieran el nombre al latín en alusión a Ceres romana que es la diosa de las mieses (terrenos donde se cultivan cereales) "que hace crecer"". "Lo de Ceret o Cerit -añade- es una falacia. Ese supuesto nexo IT no existe, al tratarse de una letra I diminuta con sus dos trazados oblicuos hacia arriba que, posiblemente, representen una espiga de trigo en posición vertical, según le ha corroborado el catedrático emérito en Filología Latina de la Universidad de Sevilla José Antonio Correa Rodríguez y, a su vez, Francisca Chaves Tristán".

No obstante, Ceri, acabado en I, "no se cita de manera explícita en las fuentes literarias. Pero los romanos no tuvieron la menor duda de respetar al río Guadalete como frontera natural de ese espacio agrícola y así se demuestra en el ámbito económico de la ceca estrictamente local". Jordi explica también que lo máximo que existió aquí en el actual llano "fue un vicus o asentamiento rural de menor entidad asociado a la ciudad principal en la Sierra de Gibalbín y, desde luego, no se sostiene que acuñe moneda en esta época ni en momentos posteriores".

Y desgrana al respecto que en una época virulenta y de tensión política como es el siglo I a.C., tras estas acuñaciones ceretanas, se desata una guerra civil entre Gneo Pompeyo y Julio César. La vecina Asta será aliada de Gneo Pompeyo y Julio César no tendrá más remedio que acantonarse en la Sierra de Gibalbín y utilizar el viejo oppidum turdetano de Ceri como bastión para defenderse de los ataques rebeldes de Asta. Este asentamiento romano militar estará adosado al núcleo urbano preexistente de Ceri y conformarán una dípolis que, tras la caída de Asta se fundirán en un solo núcleo urbano denominado Vgia Castrum Iulium. En época augústea se denominará Vgia Caesaris Salutariensis, relacionado con una supuesta colonización de la vigesimocuarta colonia Genetiva Julia Salutari, por su cercanía al templo de la diosa Salus, o a la collis Salutaris, una de las cimas del Quirinal. El nombre de Gibalbín como "el monte del Pozo" es una Sierra con ricas y abundantes aguas. Existen manantiales, termas, aljibes, pozos, fuentes, sifones, albercas, etc., que dan a entender que era un lugar próspero y de bienestar que rendía culto al agua. En el siglo XIX Pablo Rohault de Fleury planeó traer las aguas de Gibalbín a Jerez. En El Cuervo, a pocos kilómetros de Gibalbín, está la Fuente de la Salud y asimismo, en Gibalbín, unos baños de agua sulfurosa con propiedades curativas donde se encontró cerca de allí un ara funeraria en la que aparece representada una jarra con una serpiente enroscada (diosa Salus). Vgia era un municipio de Derecho Latino y una mansio o estación aduanera en el camino de la vía Augusta que era la antigua autopista durante la Antigüedad. "El catedrático emérito de la Universidad de Sevilla Julián González Fernández tenía razón -parcialmente- al ubicar esa Vgia en Gibalbín. Vgia nunca estuvo en Torres de Alocaz sino Vcia, una ciudad distinta citada también por Ptolomeo. En las supuestas monedas atribuidas a Vgia no pone G sino C y éstas aparecen en el perímetro entre Torres de Alocaz, Torre del Águila y El Palmar de Troya, rastreando más de 50 hallazgos. La pista definitiva nos la dará Jesús Montero Vítores al encontrar una coordenada inédita entre Mesas de Asta y Torres de Alocaz, concretamente, en Gibalbín. En este sentido, estamos ante dos topónimos distintos en dos coordenadas diferentes según Ptolomeo".

Los ceretanos, tras abandonar su núcleo urbano, se establecen definitivamente en el llano. Ese espacio agrícola recibe el nombre de Ager Ceretanus y será citado por Columela en el siglo I d.C. y Gibalbín lo abastecerá a través de un sistema de regadío para potenciar así la tríada mediterránea: el trigo, la vid y, en menor medida, el olivo. Ante las inminentes incursiones en la zona se creará un escenario bélico y Gibalbín se abandona urbanísticamente convirtiéndose en una atalaya, mientras que el vicus dará lugar a una fortificación, Šariš Šiduna, heredera de Ceri.

La segunda línea de investigación de Jordi es: qué hubo anteriormente en época prerromana. "Existen unas monedas libiofenicias atribuidas a otros lugares sin fundamento datadas del siglo II a.C., o quizá anteriores, dentro de la órbita romana que acuñaron en caracteres prerromanos, con leyendas en una lengua derivada o variante del neopúnico degenerado, y de las que he rastreado más de mil hallazgos de estas monedas en nuestra comarca, sobre todo, en la zona de poniente de la Sierra de Gibalbín". Estas emisiones pueden ser, posiblemente, el antecedente Ceri, "según creen mis amigos aficionados Antonio Moreno Ranchal y José Agustín Guardeño Canillas. Extrañas leyendas que, gracias a la ayuda de José Ángel Zamora López, el único experto en España en Lengua Neopúnica, podré resolver. Estamos convencidos de que estas monedas tienen reminiscencias tartéssicas y posiblemente sean la más antigua del Lacus Ligustinus", lo que, entre otros planteamientos, llevan a pensar a Jordi que Gibalbín fue la capital de Tartessos "y Jerez fue Tartessos. Jerez fue una ciudad mucho más grandiosa de lo que creemos, con 410 metros de altitud es una ciudad de primer orden, mucho más que Asta. Gibalbín es el yacimiento más prometedor de la Baja Andalucía. Esto sólo es el comienzo de un largo camino hacia la verdad".

La familia de Jordi es poseedora de una biblioteca de más de 3.000 volúmenes sobre Jerez. Un afán investigador que ha mamado desde niño: "el origen de Jerez es mi proyecto de vida. En él voy a poner todo mi empeño", confiesa sin que le tiemble la voz. No niega que todas estas afirmaciones pueden "no gustar a muchos, pero es que la desidia y el desinterés ha llevado a que no haya sido hasta ahora cuando se ha profundizado realmente en el tema". Y se apoya en una frase de los hermanos José y Agustín García Lázaro para decir que, "un día cualquiera, como en aquel cuento de Borges, descubrimos que después de buscar en parajes remotos aquel tesoro soñado, estaba escondido en el patio de nuestra casa, donde nunca hubiéramos imaginado encontrarlo".

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