El 23-F, en clave jerezana

El Carnaval, cultos de cofradías y la aprobación del sueldo de Pedro Pacheco y su (primera) corporación municipal coincidieron en tiempo con la intentona golpista de Tejero en el Congreso

El 23-F, en clave jerezana
El 23-F, en clave jerezana
J.p. Lobato Jerez

23 de febrero 2016 - 01:00

Un nuevo presidente pidiendo apoyos a las puertas de su investidura, España en crisis económica, el Consistorio jerezano aumenta impuestos municipales de circulación y hermandades de la talla de El Cristo y La Yedra preparan sus quinarios. Cualquiera de estas tres noticias podría aparecer hoy, 23 de febrero de 2016, en las páginas de este diario. Sin embargo, todas están sacadas de los periódicos existentes de hace 35 años (La voz del sur y Diario de Cádiz) y se vieron relevadas a espacios ínfimos en páginas interiores debido a un suceso que a día de hoy sigue despertando la curiosidad de los españoles, la intentona golpista del teniente coronel Antonio Tejero el 23-F de 1981.

Desconcierto y miedo. Son las dos sensaciones que transmiten todos los recortes de la época después de que a las seis y veinte de la tarde, en plena sesión de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, 150 guardias civiles subfusiles en mano irrumpieron en el Congreso de los Diputados liderados por Antonio Tejero. El país entero se sobrecogió y Jerez, que lloraba esa semana la pérdida de Tomás García-Figueras, uno de los alcaldes más recordados, no fue menos.

Sin embargo, y en contra de lo que pudo en principio pudiera parecer como un golpe de efecto a la democracia, todo quedó, como calificaron los medios de entonces, un "breve absurdo". Un total de 18 horas duró el encierro de Tejero en la cámara baja de las Cortes Generales en la que irrumpió con su ya conocido "Todo el mundo al suelo" y los famosos disparos producidos en el techo del palco de periodistas. En este corto periodo de tiempo que duró su intento golpista, se encontró con diputados que lejos de echar el cuerpo a tierra plantaron cara al teniente, como por ejemplo el presidente en funciones, Adolfo Suárez, y el presidente de Alianza Popular, Manuel Fraga. Ambos dejaron el hemiciclo a la fuerza e incluso a rastras.

Mientras, "normalidad en la provincia. No se ha producido ninguna medida especial". Esta fue la tónica generan en toda la comunidad autónoma, según informaba Diario de Cádiz a través del gobernador civil de la provincia, González-Palacios. El representante de las fuerzas del orden se puso en contacto con la II Región Militar -en Sevilla- para lanzar este mensaje de tranquilidad al territorio, destacando que el "estado de seguridad se mantiene como medida preventiva, no estando las fuerzas acuarteladas".

En Jerez, un jovencísimo Pedro Pacheco presidió esos días un pleno ordinario en el Consistorio jerezano para estipular las asignaciones municipales (814.000 pesetas en 14 pagas para el alcalde y entre 280.000 y 70.000 pesetas por tenencia de Alcaldía, más otras 5.000 pelas por asistencia a los plenos). La sequía hacía estragos en la ciudad, por lo que se preveía un aumento del precio de la leche y el Zoobotánico buscaba 'abrirse' a las aves de otros países, problemas 'locales' en un país mecido por la intentona.

Escasas horas después del intento golpista, los civiles comenzaron a salir del hemiciclo relatanto los hechos y tranquilizando a los cientos de miles de españoles que pegados a la radio y la televisión seguían el minuto a minuto de este suceso histórico que trató de hacer involucionar la democracia. Finalmente, el teniente coronel malagueño terminaría rindiéndose al director general de la Guardia Civil a las doce y diez de la mañana del día 24 de febrero. Al día siguiente, Diario de Cádiz abría sus páginas anunciando el arresto de Milans del Bosch, así como todos los implicados en este asalto a la cámara baja mientras en la sección más local se cubría irónicamente la fiesta de las libertades, el Carnaval.

La prensa, así como la voz de la calle, fue unánime. Tanto el Rey Juan Carlos como la democracia española salieron enormemente reforzados de la intentona, tanto dentro como fuera de las fronteras españolas. Calvo-Sotelo terminó siendo investido como presidente del Gobierno central y la tranquilidad volvió a la sociedad. Al menos, durante un tiempo.

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