Ucrania exhibe la resistencia de sus bodegas y vinos frente a la guerra

44 Congreso Mundial de la Viña y el Vino de Cádiz y Jerez

El país mantiene la producción de vino pese a la pérdida de 10.000 de sus 36.000 hectáreas de viñedo por la invasión y los saqueos de bodegas por las tropas rusas

Natalia Burlachenko, presente en el congreso donde ha dirigido una cata de vinos ucranianos, describe la situación del sector

La producción mundial de vino mantiene la tendencia a la baja iniciada en 2018

España y Portugal exhiben la calidad y singularidad de sus vinos

Natalia Burlachenko posa con uno de los vinos ucranianos de la cata ofrecida en el Congreso Mundial de Cádiz y Jerez.
Natalia Burlachenko posa con uno de los vinos ucranianos de la cata ofrecida en el Congreso Mundial de Cádiz y Jerez. / Román Ríos/Efe
Efeagro

07 de junio 2023 - 18:07

Con la invasión rusa, Ucrania ha perdido 10.000 de sus 36.000 hectáreas de viñas y muchas bodegas han sido dañadas y saqueadas, pero el país, a veces bajo bombardeos, mantiene una producción de vino que tiene 2.800 años de historia y que ahora empieza a ser conocida fuera de sus fronteras.

"El último año ha habido un boom de producción de pequeñas bodegas. Algunos productores de vino han cogido las armas para defender Ucrania, pero otros se han quedado defendiendo sus viñas y sus producciones. Es como decirle a los rusos, nos queréis aniquilar, pero vamos a conseguir hacer más, mejor y más rápido el vino", dice Nataliia Burlachenko, que ha dirigido una cata de vinos ucranianos en el 44 Congreso Mundial de la Viña y el Vino que se celebra esta semana en Cádiz y Jerez.

Un vino blanco de la uva autóctona Telti Kuruk, y otro rosado, de otra uva autóctona llamada Jupiter, ambos del 2022, han dado muestra en este congreso de que Ucrania mantiene viva, pese a todo, su producción de vino.

En 2014, perdió las 17.500 hectáreas de viñedos que había en la mayor de sus regiones vinícolas, Crimea, cuando este territorio fue anexionado a Rusia. "La pérdida fue tremenda, no sólo el territorio, también de los tipos de uvas, institutos de investigación que había allí..., pero al mismo tiempo, muchos productores ucranianos se movieron a otros territorios, empezaron a experimentar, así que fue un empujón para el desarrollo de vinos en otras regiones", explica Nataliia Burlachenko.

Además, el país cuenta con otras cuatro regiones tradicionalmente vinícolas y, con el cambio climático, las viñas se han podido extender por el norte y el centro del país. Antes de la invasión rusa, tenía 36.000 hectáreas de viñedos, cien bodegas que producían 165 millones de litros de vino al año (España produce 3.570 millones de litros), con 200 variedades de uvas. La guerra ha impactado de forma rotunda a esta industria, pero también le ha aportado oportunidades.

"El mercado interior ha caído dramáticamente por la guerra, pero el mercado fuera ahora se está expandiendo. La gente, los consumidores, tienen más curiosidad y prestan más atención a los vinos de Ucrania. Muchos importadores quieren tenerlos en su portfolio, es como mostrar que estás en el lado correcto de la historia, así que ahí nuestros vinos están encontrando una oportunidad", explica.

Reino Unido, EEUU, Japón, Polonia y los países bálticos y nórdicos son los principales destinos que ahora están explorando los vinos ucranianos. El mercado exterior empezó a abrirse ya desde los primeros tiempos de la invasión rusa: "Cuando la guerra empezó, durante tres meses no se podía vender ni comprar ningún alcohol, se prohibió por ley en Ucrania. Así que los productores que tenían vino empezaron a buscar clientes fuera para venderlo", explica Nataliia Burlachenko.

Algunas zonas vinícolas ucranianas han sido ocupadas por las tropas rusas, otras han sido saqueadas y destruidas por su paso, otras mantiene su actividad a apenas siete kilómetros del frente, y en otras la situación es de más normalidad. "El impacto durará muchos años después de que la guerra termine", cuenta, mientras describe cómo hay productores que para no esperar su turno para que el gobierno les facilite la maquinaria para limpiar sus tierras de minas, ellos mismo las compran y usan para quitarlas y continuar su actividad.

"Son imparables, nada puede pararles porque no se preocupan tanto de sus vidas como de mantener su pasión por hacer el vino, luchan para demostrar que no lograrán hacer desaparecer esta actividad de en Ucrania", afirma.

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