La convivencia familiar

reflexiones sobre psicología

Tratamos de estimular la reflexión sobre aspectos que pueden mejorarse

24 de abril 2012 - 01:00

Sin duda uno de los requisitos para que los menores se desenvuelvan adecuadamente en el centro educativo es que tengan una buena convivencia familiar. Tanto el comportamiento en el aula como las relaciones sociales o el rendimiento académico se verán afectados por la existencia de conflictos en el ámbito familiar.

En esta artículo trataremos de estimular la reflexión sobre aquellos aspectos de la convivencia en familia que pueden mejorarse y facilitar el bienestar de todos los miembros que la componen.

Tiempo. Es el primer requisito para conseguir que la familia funcione. Estar los unos al lado de los otros es el primer paso para que se creen vínculos afectivos, para sentirnos seguros al lado del otro, para conocerlo mejor y sentir deseos de estar con esa persona. A veces, no es necesario que exista un conflicto sobre el que tratar, sino que las reuniones sirven solo para hablar por hablar. En el caso de que existan conflictos familiares, ya sea en la pareja, entre los hermanos o entre padres e hijos, deben ser considerados como una oportunidad para hacer reunión familiar o de pareja y poner en práctica las habilidades de cada uno para resolver el conflicto. Es muy importante hablar de emociones, de cómo se siente cada uno con respecto al conflicto. Solo superando las emociones que nos provoca el conflicto, podremos elegir las soluciones más óptimas para resolverlo. Conviene recordar lo de no prometer nada cuando estés contento, ni amenazar cuando estés enfadado.

Cuando tratamos de resolver un conflicto, una de las estrategias que hay que tener en cuenta es la llamada escucha activa.

Hay que escuchar y tratar de entender a los demás, manteniendo actitudes flexibles, ya que en muchas ocasiones mantenemos determinadas posturas porque no conocemos ciertos datos que podrían hacernos cambiar de opinión.

Nuestras opiniones o nuestras posturas sobre cualquier asunto determinado, siempre están en función de las circunstancias que conocemos sobre el mismo, conocer nueva información puede hacernos pensar de otra forma y estar abierto a esta posibilidad es la mejor forma de iniciar una convivencia familiar.

De las reuniones familiares deben derivarse las normas de convivencia, todos los miembros, en especial los más pequeños, deben ser conscientes de las consecuencias que se derivarán de incumplir estas normas. De esta forma no se debe andar recordándoles continuamente lo que tienen que hacer, simplemente tendrán que asumir las consecuencias ya pactadas de un comportamiento inaceptable en la convivencia familiar. Esto puede y debe ser tomado con buen humor, no es necesario el enfado, sino más bien lo contrario, una actitud compasiva para con quien tiene que afrontar unas consecuencias negativas por su mal comportamiento.

El sentido del humor es otra estrategia fundamental para evitar que los conflictos puedan agravarse en el transcurso de la convivencia familiar.

Focalizar nuestra atención en felicitar y reconocer todo lo que hacen bien nuestros seres cercanos, nos hará conscientes de todos sus valores y es, sin duda alguna, la mejor forma de prevenir la aparición de comportamientos negligentes para la convivencia.

Por último, recordar que la familia como grupo, necesita también ocio y diversión, por eso será de vital importancia planificar y organizar actividades que faciliten la diversión como salidas al campo o a la playa, juegos de mesa familiares, utilizar las videoconsolas con los hijos o practicar deportes con ellos.

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