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"Lo que me ha dado felicidad es luchar por los trabajadores y explotados"

El recién homenajeado por la ciudad asegura que "nunca he cobrado del sindicato, el partido ni del movimiento vecinal. Mi sueldo siempre ha sido el de la bodega hasta que me ha llegado la jubilación"

Sebastián González en un banco de la calle Larga
Pilar Nieto / Jerez

15 de febrero 2009 - 01:00

- Jerez le quiere, puesto que le hace hijo predilecto...

- Creo que este título d tiene un carácter ejemplarizante, así que para mí es una alegría que en esta ciudad se reconozca el trabajo de una generación que fue la mía que tuvo la valentía de hacerle frente al sistema dictatorial de aquella época, y además tuvo el acierto de poner en marcha en Jerez un nuevo movimiento obrero que se inició luchando por la democracia. El que se reconozca esa lucha para mí es muy importante. El título es para toda mi generación, una serie de hombres y mujeres que fueron capaces igual que yo de plantar cara, organizarse y ponerse a luchar. Esa generación se merece todo el respeto. Conmigo además se rompe la tradición del hijo predilecto, porque en otras ocasiones han nombrado a burgueses, ricachones... bueno, aunque también a otra gente que ha destacado por sus dotes como Caballero Bonald o La Paquera.

- ¿Y qué han perdido por el camino?

- La posibilidad de haber vivido tranquilo, de haber tenido un puesto de trabajo tranquilo, de habernos dedicado a tareas culturales como nos gusta a la mayoría, más tiempo a la familia... Había semanas en las que no veía a mis hijos. Lo que ocurre es que la felicidad que a mí me ha proporcionado la lucha a favor de los trabajadores, de los explotados, de la gente débil, sacar un convenio colectivo en condiciones, conseguir unas condiciones de trabajo dignas, ganar un juicio... Yo he tenido felicidad en esos momentos. Me ha dolido mucho la represión a los trabajadores, cuando hemos perdido juicios o hemos negociado mal, pero ha merecido la pena el esfuerzo de mi vida, y pongo a mi lado a Gaitero, Paco Reinoso, Manolo Montero, Antonio Millán, Fernando Bermúdez, Sergio Moreno... Toda una generación de gente que se ha partido la cara igual que yo, pero mi grupo de amigos me ha dicho: "Mira Sebastián, acepta el nombramiento que no vamos a hacerte un santo. Lo que queremos es que los valores que tú has predicado, exponerlos públicamente y que se provoque un nuevo debate a nivel sindical, político, de vecinos...

- ¿Qué cree que han visto en usted para nombrarlo hijo predilecto?

- Quizás la perseverancia en la lucha por defender los intereses de los trabajadores y del ciudadano intentando siempre que se organicen: por partidos políticos, los trabajadores en sus sindicatos, como ciudadanos en las asociaciones de vecinos y también en ONGs. Lo peor que podemos hacer es intentar defendernos particularmente, porque individualmente no somos nada, nos machacan, pero si nos presentamos de una forma organizada podemos resolver nuestros problemas. Para mí es una constante organizar a la gente. Cuando entré en la bodega y vi que la gente joven de aquella época, que ya entrábamos con una preparación de perito mercantil o Bachiller Superior no nos valoraban y nos daban los puestos más bajos, hicimos un manifiesto y se lo entregamos a la empresa, Domecq, con nuestras reivindicaciones. Ese manifiesto, que aún existe, supuso la primera represión para algunos, porque el jefe de personal nos dijo que nosotros estábamos allí para trabajar, no para soliviantar al personal. Estamos hablando de los años 50. Creo que en mí también han valorado el estilo: No he jugado a figurar, a ganar dinero ni a buscarme un puesto de trabajo para mí ni para mi familia. Nunca he cobrado de sindicatos ni de partidos ni del movimiento vecinal. He luchado, pero mi salario ha sido el de la bodega hasta mi jubilación. He estado en esta lucha desde todos los puestos: Desde barrer el local, limpiar las mesas, ordenar papeles, hacer actas, denuncias, escritos, representar a los trabajadores ante el mismísimo ministro de Trabajo de la UCD. Así he aprendido el valor de cada función, y otra premisa que siempre he buscado es la formación. Un trabajador no preparado es un muñeco en manos del patrono.

- Toda esta lucha tiene su orígenes en los movimientos cristianos a los que usted pertenecía en su juventud pero, ¿cómo casa la fe con una ideología como la suya?

- Siempre he rechazado el marxismo por el sentido materialista que tiene de la persona. No concibe un espíritu. Yo llevo 31 años en la comunidad cristiana de San Juan de Dios, en una comunidad que lleva la teología de la liberación, formamos unos grupos donde nos apoyamos mutuamente. A mí se me despierta esta conciencia en las Juventudes Obreras Católicas (JOC). Empecé a analizar la realidad, a juzgarla buscando siempre la transformación de las personas y de las estructuras. Eso me dio una fortaleza tremenda cuando era un chavea. Aquello era en la parroquia de Santiago. Nací en San Miguel, pero al año escaso nos fuimos a la plaza de Santiago y allí estuve hasta que me casé con 36 años y me fui a vivir a Vallesequillo, donde todavía vivo con los mismos muebles. En esos movimientos cristianos sentí que me llenaba. Allí encontré la posibilidad de encauzar mis inquietudes. Son gente solidaria a la que le duele las injusticias y ataca todo lo que sea opresión.

- Y su familia, ¿cómo ha asumido este estilo de vida?

- Tengo siete hijos, cuatro varones y tres hembras. En casa, tanto por mi parte como por parte de mi mujer, el estilo ha sido abierto, comunicativo. Nuestros almuerzos eran auténticas asambleas donde cada uno opinaba. Era una confianza y un cariño tremendo de sentirse apoyado mutuamente. Para un militante obrero sindicalista es un alivio. Con 36 años todavía no me había casado, porque como estaba entretenido con la lucha... Entonces un día me apunté en una libreta nombres de chavalas a las que invitar a una copa y conocer. Ángela, mi mujer, no estaba en esa lista. Su padre tenía un ultramarinos en San Fernando donde la gente de la USO iba a recoger los materiales, y la conocí allí. En once meses nos casamos, yo fui a la cárcel y ella sufrió una operación. Nos casamos en julio del 73 y en enero del 74 me metieron preso por pertenecer a la USO. Sufrimos mucho, pero todo eso nos unión más todavía. Ángela también fue detenida cuando nos sacaron de la cárcel de San Fernando. Íbamos esposados y con un guardia civil detrás con una metralleta. Se corrió la voz de que nos iban a sacar por allí a todos los presos políticos y todavía me acuerdo de aquella escalera llena de mujeres. Nos hartamos de llorar. Nosotros salimos con el puño en alto y las mujeres comenzaron a tocar las palmas y a vitorearnos. Mi mujer y mi suegro estaban allí chillándole a la policía. Cuando arrancó el furgón Ángela salió corriendo detrás hasta que la detuvo la policía y estuvo un día entero enchironada. Yo estuve preso un mes y pico en Cádiz. Entonces trabajaba en Domecq y se portaron muy bien conmigo, ya que ese mes me lo contaron como vacaciones, y el resto de los días los recuperé por las tardes. Después ese comportamiento se rompió con los expedientes de regulación de empleo.

- Cuando la reconversión del sector...

- Fue una época muy dura, los años 82, 87, 92... Hubo un momento en mi casa en que para comer tuvo que ayudarnos la familia, los conflictos, la represión, mucha gente detenida... pero aquello me sirvió de mucho, porque me zarandeó lo poquito de tonto que yo tenía y sirvió para cultivar mi conciencia de militante obrero. Le debo mucho tanto a la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) como a la USO, y luego estuve combinando con el tema político, aunque antes de participar en la política estuve en el movimiento de asociaciones de vecinos. Empecé en la asociación de Vallesequillo y vimos que distintas barriadas íbamos pidiendo al Ayuntamiento las mismas cosas: problemas con la basura, los jardines, las farolas... y vimos que era mejor ir juntos. Hicimos unas jornadas a las que trajimos al presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid, de Córdoba, un sociólogo, y de aquél encuentro nació la Federación de Asociaciones de Vecinos. Elaboramos los estatutos, se aprobaron, y durante cuatro años me aparto del tema sindical. Sigo luchando en la bodega como miembro del comité, pero a los cuatro años los andalucistas se hicieron con el control de la federación, y entonces me fui.

- Pero vayamos por partes, ¿Cómo pasa de los movimientos cristianos al sindicalismo?

- A través de mis propios compañeros de la Hermandad Obrera de Acción Católica.

- Y luego a Comisiones...

- Cuando USO se descompone, me llevé dos años sin pertenecer a ningún sindicato. Estaba en el comité como independiente. En aquella época CCOO dependía mucho del Partido Comunista y la UGT del PSOE, pero yo soy anti correa de transmisión. Mi sindicalismo es el sindicalismo autónomo. Ningún político nos tiene que indicar qué tiene que hacer el sindicato. Hasta que CCOO no empezó a abrir el debate sobre la autonomía sindical no me afilié. La vi en aquellos momentos como la organización más pura de trabajadores, y allí sigo.

- También probó la política...

- Hubo hasta quien me acusó de haberme metido en la federación de vecinos para saltar a la política. Me llamó IU, que entonces estaba atravesando un problema de debilidad. Fui alcaldable, pero sólo salimos concejales Ángel Fuentes y yo. Nunca tuvimos la oportunidad de demostrar nuestra valía, porque sólo fuimos oposición.

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