Hermanas de Belén en la Cartuja: dos décadas sin silencio en Jerez
Las monjas llegaron al monasterio en marzo de 2002, tras la marcha de los cartujos "por falta de vocaciones"
Durante su estancia en el monasterio han recibido apoyo a su labor y críticas por sus diferentes 'intervenciones' en el monumento
Las Hermanas de Belén dejarán la Cartuja de Jerez en 2024
Jerez/Las Hermanas de Belén llegaron a Jerez en marzo de 2002.
Ocho jóvenes monjas de la orden francesa fueron las primeras en habitar el monasterio de Nuestra Señora de la Defensión, tras la marcha de los cartujos de San Bruno, en junio de 2001 "por falta de vocación". La orden de Belén nació a mediados del siglo XX bajo la paternidad espiritual de la orden de San Bruno.
Construida en la segunda mitad del siglo XV por orden del jerezano Álvaro Obertos de Valeto, la Cartuja fue declarada Monumento Nacional en 1856 (hoy Bien de Interés Cultura o BIC) y es considerado como el más importante de la provincia.
La entonces primera comunidad de religiosas encargada de relevar a la congregación de cartujos en la vida contemplativa del monasterio llegaron durante la tarde y la noche del día 19 de marzo desde diferentes casas que la orden femenina tiene en distintos países del orbe. Fueron recibidas por el entonces alcalde, Pedro Pacheco; y el que fuera obispo de la Diócesis de Jerez, Juan del Río Martín.
Desde su ingreso en la Cartuja, no fueron pocas las voces como asociaciones y ciudadanos en general que reclamaban a las hermanas que, como bien patrimonial, el monumento se abriera más al público. Una demanda a la que se fueron uniendo denuncias como las diferentes 'intervenciones' que las hermanas fueron realizando en el patrimonio, como la instalación de tarima flotante "sobre un suelo de mármol policromado del siglo XVIII" y las 'reformas' en la Capilla de Caminantes.
Sin embargo, otras muchas voces han defendido la labor de las hermanas, "que si no hubieran estado allí, aquello estaría ya expoliado y en ruinas. Las distintas administraciones se echan el muerto unas a otras y la Cartuja no vea un duro".
Hay que destacar que el edificio es propiedad del Estado, el usufructo pertenece a la Diócesis de Jerez, que lo tenía cedido a las hermanas de Belén. Pero es la Junta la que tiene transferidas las competencias de Patrimonio Histórico y es quien autoriza y supervisa las actuaciones y el cumplimiento de la ley. El mantenimiento corresponde a la Diócesis, que invoca a los poderes públicos para que participen en las restauraciones.
Con un desenlace un tanto inesperado, y según hizo público en un comunicado el propio Obispado, “tras un periodo de reflexión y oración y las visitas en los últimos meses de la Priora General y sus Consejeras, las Hermanas de Belén no encuentran las condiciones favorables para su carisma de silencio, soledad y vida escondida”. Han anunciado su marcha para 2024.
Cómo era el día a día
Cada día, y a lo largo de toda la vida, la monja de la orden francesa de Belén permanece en el silencio y en la soledad de su ermita “en presencia de Dios”. Allí en el templo celebra las horas menores de la liturgia de la iglesia, estudia, trabaja, come y duerme. La congregación propone que la liturgia debe hacerse en la lengua vernácula del país donde se instale una comunidad por lo que las hermanas francesas perfeccionaron su español a la llegada a la Cartuja.
La jornada de la religiosa de Belén es igual que la de los monjes de San Bruno y, aunque estas monjas no son cartujas, mantienen el mismo tipo de vida que San Bruno. Empieza con el oficio de Vísperas, celebrado en la iglesia del monasterio y está llamada a velar durante la noche, levantándose antes de la aurora. Al final de la noche, las solitarias monjas se reúnen de nuevo en la iglesia para celebrar maitines, laudes y eucaristías. Un tipo de vida tan peculiar como demandada por las jóvenes novicias de los distintos países. Todo en la vida cotidiana de cada monasterio está envuelto en un gran silencio. El sábado la comunidad se reúne en el llamado capítulo y cada domingo de la semana tiene lugar una comida comunitaria, una larga marcha y un encuentro evangélico en espíritu de comunión.
Asimismo, las hermanas de Belén elaboran en la Cartuja piezas únicas de cerámica, pintadas a mano por la congregación que venden en su tienda-taller junto al monumento, que recibe numerosos visitantes.
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