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En torno a Jerez
Cada año, cuando empiezan las lluvias en la campiña y, cuando como en estos días pasados se registran fuertes precipitaciones en la Sierra de Grazalema, el Guadalete baja crecido y caudaloso, como un río de los grandes. En algunas ocasiones, tal como ha sucedido en las últimas décadas, sus grandes avenidas han llegado a provocar graves inundaciones en la vega baja. A veces, su cauce se ve desbordado también por los importantes volúmenes desembalsados en los episodios más agudos y así, de una u otra forma, nuestro Guadalete llega a presentar un aspecto que sobrepasa con mucho la imagen típica de río "discreto" y de "segunda fila" que tenemos de él. Por estas razones, no es de extrañar que de un tiempo a esta parte, cuando llueve durante unos días por encima de la media habitual, todas las poblaciones ribereñas están pendientes del río.
En nuestro recorrido de hoy vamos a acercarnos al Guadalete para observar los efectos de sus "salidas de madre", (nunca mejor dicho). Pero esta vez el paseo lo haremos en el tiempo para recordar algunas de las inundaciones históricas de los últimos dos siglos. ¿Es el Guadalete un río caudaloso? Veamos algunos datos.
El caudal de un río es el volumen de agua que fluye en un determinado lugar por unidad de tiempo. Si en las fuentes y manantiales el caudal se mide en litros por segundo, en lo que respecta a los ríos se expresa en metros cúbicos por segundo y, como es lógico, resulta un parámetro muy variable que está en función de las precipitaciones que se registran en los distintos puntos de la cuenca, de la red de afluentes tributarios y de otras cuestiones no menos importantes como la evaporación, la infiltración, la extracción y derivación de aguas para riegos…
Si algo define a nuestro río es la irregularidad de sus caudales, característica común a otros cursos fluviales de nuestra región que, como el Guadalete, presentan un régimen que puede ser calificado de "subtropical mediterráneo de origen pluvial" (1). Aunque la fuerte regulación a la que está sometida toda la cuenca por efecto de los embalses, desdibuja en buena medida el funcionamiento natural de nuestro río y, por lo tanto, afecta también al caudal que de ordinario cabría esperar, puede afirmarse que, por lo general, el Guadalete experimenta grandes crecidas en otoño e invierno y un fuerte descenso de caudales en verano. La variabilidad de las precipitaciones a lo largo del año y de los distintos sectores de la cuenca es la causante principal de las grandes oscilaciones de este caudal que, frente a los altos valores de diciembre y febrero, presenta un extremado estiaje en los meses más cálidos. Así pues, salvo en caso de fuertes precipitaciones (como las de estos inviernos pasados) o de grandes sequías (como las de hace unos años), las variaciones del caudal son estacionales respondiendo más o menos regularmente a las condiciones climáticas de las que son reflejo. Conviene aclarar que de un tiempo a esta parte, los continuos desembalses para el riego de la comarca Noroeste hacen que quien se asome al río en verano lo encuentre, por lo general, con tanta o más agua que en otoño o primavera ya que, con la construcción del azud de El Portal el tramo comprendido entre la Junta de los Ríos y Jerez, mantiene un caudal regular que no es el que de manera natural le correspondería.
El caudal medio de la cuenca, tal como extraemos de distintos informes de la GHG, es de unos 6,5 m3/s, cifra que, como cabe suponer, sufre enormes variaciones. Así, a modo de ejemplo, estos datos medios alcanzan valores más altos en los años húmedos como 1978/79, acercándose a los 17m3/s, o descienden a valores inferiores a los 2 m3/s en años de fuerte sequía como 1975/76, por citar sólo algunas referencias.
La Sierra de Grazalema y sus excepcionales registros pluviométricos
Es conocido que la Serranía de Grazalema, en la cabecera de la cuenca del Guadalete, alcanza los mayores registros pluviométricos del país, por lo que estos datos también tienen su reflejo en los caudales medios específicos del curso alto de nuestro río y en los de sus afluentes que se benefician de los efectos de estas elevadas precipitaciones. Así se han obtenido valores medios de 8,1 m3/s para el Guadalete hasta el Pantano de Bornos, de 17,2 m3/s para el Majaceite hasta Los Hurones, o de 6,1 m3/s. par la cuenca parcial de este río entre Los Hurones y el Pantano de Guadalcacín; datos todos ellos superiores al caudal medio de la totalidad de la cuenca. Para los lectores curiosos, recordamos que se conocen con exactitud los caudales diarios del Majaceite a su paso por el Pantano de Guadalcacín desde 1932 y los del Guadalete en Bornos desde octubre de 1958.
En algunas ocasiones los caudales registrados arrojan cifras fuera de lo común que nos hacen pensar en datos referidos al río Ebro o al Tajo, y no al Guadalete. En años extraordinariamente lluviosos la enorme red de drenaje que constituye la cuenca del Guadalete ha canalizado descomunales volúmenes de agua que han provocado graves avenidas e inundaciones de las vegas. Entre las mayores que se recuerdan desde que existen registros de estas mediciones, están las de marzo de 1917, y, especialmente, las de febrero de 1963, cuando el caudal del río en el Pantano de Bornos llegó a los 1.400 m3/s, aunque como puede verse en el cuadro que acompaña a este artículo, durante el pasado siglo algunas episodios de crecidas llegaron a superar los 700 m3/s.
Algunas inundaciones históricas
De las avenidas de 1881 el periódico local "El Guadalete" daba cumplida información. En su edición del 30 de enero se decía: "Si grande fue la crecida del Guadalete el viernes mayor la tuvo ayer como natural consecuencia del diluvio que cayó desde las 10 de la madrugada hasta cerca de las 10 de la mañana. La laguna de Torrox, tan próxima a Jerez, aparecía con tal cantidad de agua que se unía, según nos dicen con las vertientes del río por el lado de El Portal, habiendo quien juzgaba que al amanecer, cuando estuvo más plena, se pasara con una lancha desde dicha laguna hasta el mismo río. La verdad es que la campiña rebosa agua por todas partes ocasionando ésta no pocos daños".
Aún recordamos las grandes inundaciones de diciembre de 1996, o las más recientes de diciembre de 2009, enero de 2010 y diciembre de 2010. De todas ellas se hicieron eco los medios de comunicación nacionales. Los llanos de la Ina y las Pachecas y las inmediaciones de El Portal del Puente de la Cartuja fueron entonces portada de todos los telediarios. Pues la gravedad de estos últimos sucesos se vio superada con creces con los episodios de inundaciones vividos en 1881. Así, el mismo periódico, informaba el 1 de febrero de ese año que: " Multitud de personas en carruajes y a pie acudieron el domingo a ver el puente de la Cartuja y sus inmediaciones. El molino sigue sin funcionar y aunque ya habían descendido bastante las aguas, todavía era extraordinaria la crecida, viéndose cubiertos algunos pequeños caseríos, en cuyos tejados se dice que el viernes hubieron de refugiarse por algunas horas los que los habitaban. Por el lado del arrecife del Portal hubo bastante concurrencia de curiosos, a examinar los grandes desbordamientos que por allí ha tenido el río, ocasionando no pocos desperfectos en la vía férrea y fuera de ella. Los trenes de Cádiz llegaron también el domingo con retraso".
Los efectos de esa avenida en las infraestructuras y en otros puntos de la cuenca, como la Junta de los Ríos, eran también recogidos por "El Guadalete", donde podía leerse "…ayer se nos aseguró por una persona procedente de Arcos que el puente de la confluencia del Majaceite y el Guadalete en la carretera de Arcos a Paterna, estaba casi destruido por la riada".
De mayor gravedad aún fueron las inundaciones de 1930. En el Pantano de Guadalcacín se midió un caudal para el Majaceite de 915 m3/s. El aliviadero del embalse desalojó en 76 horas un volumen de 103.000.000 de m3, casi una vez y media del equivalente a su capacidad. La crecida del Guadalete en la cerrada de Bornos, lugar en el que décadas más tarde se construiría otro embalse, fue determinada experimentalmente en el laboratorio de hidráulica que se instaló en la presa de Bornos y se evaluó en 1.100 m3/s. Aguas abajo, en las vegas de Arcos y de Jerez, estas avenidas ocasionaron graves inundaciones. El sábado 7 de junio de 1930, el Diario de Jerez recogía en titulares: "Continúa el temporal causando daños y víctimas. Se desborda el río Guadalete y las aguas arrastran hogares, cosechas y ganados. Varios cortijos inundados. Rotura del Puente de la Florida. Familias sin albergue. Cuadro desolador. Comunicaciones ininterrumpidas."
El mismo día se narra como, al igual que ahora, ya se producía lo que algunos han dado en llamar "turismo de catástrofes" y así, relata el diario que muchos jerezanos acudieron a Los Albarizones, desde donde se veían inundadas las vegas de La Cartuja, trasladándose el ejército a rescatar a las personas cuyas casas inundadas habían quedado aisladas. La Ina, Los Villares, La Gredera, Zarandilla, Río Viejo, El Torno… quedaron entonces, como ahora, rodeados por las aguas.
El domingo 8 de junio de 1930, el mismo periódico anunciaba en titulares: "Después del temporal. Sus víctimas y sus efectos. La Cartuja Inundada. En las barriadas rurales de San José del Valle, El Mimbral y El Portal. Daños y víctimas. El Vecindario se muestra interesado en la desgracia y generoso con las víctimas".
Las grandes lluvias de febrero de 1963 (en Grazalema se llegaron a registrar aquel año 4.385 litros por metro cuadrado), provocaron la mayor avenida que se conoce en el Guadalete, cuyo caudal máximo en el Pantano de Bornos fue de 1.400 m3/s. Al estar construidos ya los embalses de Bornos y Arcos, los efectos de la gran avenida se atenuaron. Pese a todo, las enormes crecidas que el río experimentó afectaron gravemente a los Llanos de la Ina y El Portal que se inundaron, como volvió a ocurrir en la crecida de 1970 y, más recientemente en las de 1996 y en las actuales de 2009 y 2010.
En otra ocasión "viajaremos" en el tiempo para relatar los efectos de estas graves inundaciones de 1963 y de otras que alcanzaron también proporciones de catástrofe, como las de marzo de 1917. En este último episodio, las aguas del Guadalete arrastraron los puentes de Villamartín, Arcos, Junta de los Ríos y el puente-sifón de la Florida por el que cruzaba río la tubería del acueducto de Tempul, tal como nos muestra la fotografía que el arquitecto Francisco Hernández Rubio realizo de aquel suceso. A consecuencia de ello, la ciudad se quedó entonces sin suministro de agua potable.
Pero esas son otras historias a las que volveremos en otros recorridos "en torno a Jerez". Hoy, después de estos días de lluvia, es un buen día para acercarnos hasta el río y ver que, afortunadamente, sus aguas no se han "salido de madre".
Consultar bibliografía, reportaje fotográfico y mapas en ww.entornoajerez.com
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