15 días que no cambiaron la ciudad

Hace diez años Jerez vivía entusiasmada con el inicio de los Juegos Ecuestres, un evento del que aún se deben facturas

El último vestigio sobrevivió hasta hace unos meses: un cartel anunciador junto al cementerio.
El último vestigio sobrevivió hasta hace unos meses: un cartel anunciador junto al cementerio.
Manuel Moure / Jerez

12 de agosto 2012 - 01:00

Está a punto de cumplirse el décimo aniversario de los Juegos Ecuestres Mundiales, celebrados en la ciudad en 2002 y que apenas supusieron un espejismo para una industria, la ecuestre, que desde entonces sigue igual de alicaída que por entonces. La ciudad se vio beneficiada por las obras que trajo la celebración de este evento, que reunió a 551 jinetes participantes procedentes de 48 países. El Palacio de Deportes fue la dotación estrella, así como las instalaciones hípicas de Chapín que hoy apenas sirven para guardar los caballos de la Policía Local y que la pradera sea utilizada como zona de entrenamiento para equipos de fútbol de todas las edades. El Estadio de Chapín fue remozado para actual disfrute de los seguidores del Xerez CD.

Buena muestra de lo efímero de esta celebración fueron las bonitas praderas de Garrapilos, repletas de césped y flores que apenas unas horas después de la conclusión de los Juegos dejó ver el árido suelo que había debajo, como si una capa de maquillaje se hubiera desvanecido. No fueron pocas las críticas que levantó entre los asistentes el hecho de que los Juegos Ecuestres de Jerez, "los mejores de la historia", no dejaron de ser una maravillosa capa de maquillaje bajo la cual no se percibía el menor atisbo de futuro. Donde tardaron años en olvidarse de los Juegos Ecuestres fue en la Federación de Hípica, a la cual Jerez tardó una eternidad en abonar los cánones, matrículas y demás cargos correspondientes a la celebración de un evento de tal dimensión. Fueron nada menos que 130.000 euros que vinieron a agravar la ya de por sí escasa solvencia de esta organización deportiva.

El agujero que dejaron los Juegos Ecuestres fue pasando de mano en mano, de alcalde a alcaldesas durante diez años, que ha sido justamente lo que se ha tardado en liquidar el 'pufo' que el acontecimiento dejó en la ciudad. Fueron entre cuatro y cinco los millones de euros los que el evento dejó en deudas, un dinero que Jerez intentó colocar en servicios de la administración central como el Consejo Superior de Deportes que pidió copias, justificantes, mucha luz y aún más taquígrafos para conocer el destino de cada una de las facturas que el Ayuntamiento pagó. Fue justamente en la penúltima entrega de los créditos ICO, ya en 2012, cuando el Ayuntamiento pudo casi ponerse al día (pese a todo, aún hay facturas sin pagar diez años después) con la celebración de un evento que benefició a sectores muy concretos de la sociedad, como fue el caso de los hoteles, que gozaron de dos semanas de lleno en pleno mes de septiembre, padeciéndose incluso problemas para encontrar alojamiento en la ciudad. No en vano, los balances oficiales apuntaron a que unos 300.000 turistas, en su mayoría extranjeros, recalaron en la ciudad durante las dos semanas de competiciones. De media cada uno de ellos se dejó 203 euros al día en la ciudad.

El total de los ingresos de los Juegos Ecuestres Mundiales ascendió, según las cuentas oficiales, a unos 28.800.000 euros, cantidad que incluía la recaudación de la venta de entradas y patrocinios (veinte millones aproximadamente) y otras aportaciones municipales, mientras que los gastos ascendieron a 30 millones de euros.

Estos datos vienen a suponer que las pérdidas de la organización fueron de 1,2 millones de euros, cantidad a la que hubo que sumar la inversión realizada en las instalaciones militares de Garrapilos (2.800.000 euros) para la adaptación del cortijo al evento deportivo. En total, cuatro millones de euros en pérdidas que se vieron incrementados hasta casi cinco después de que los intereses comenzaran a crecer como la espuma y las dudas recayeran sobre los organizadores cuando pagarés sin fondos comenzaron a circular.

El final de los Juegos fue patético, con robos indiscriminados que supusieron la pérdida de ordenadores, diverso material de oficina y hasta farolas que fueron pagadas con dinero público. Más oscuro resultó el duro palo que soportaron 140 acreedores (todos ellos locales o de ámbito provincial) al ver impagados los servicios que prestaron para permitir que por unos días los aficionados al caballo de todo el mundo dirigieran una mirada a Jerez. Aunque fuera de soslayo.

Garrapilos, que estaba llamada a convertirse en un referente internacional del raid hípico no sólo jamás consiguió dicho objetivo, sino que los potros que allí se adiestraban fueron trasladados a Madrid.

Todo ello terminó de aliñarse con una serie de acusaciones políticas acerca de las responsabilidades por endosar al Ayuntamiento tal deuda. Diez años después, cuando los últimos pagos de esta aventura se han cerrado, la deuda municipal es agobiante y cientos de trabajadores temen por su empleo.

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