Divino vino

El Rebusco

Para deleite de frailes, monjes y sacerdotes

Representaciones en el arte, el cine y las etiquetas

Duque de Almodóvar versus Thudichum

Sátira contra los frailes en 'El Motín', 1915.
Sátira contra los frailes en 'El Motín', 1915.
José Luis Jiménez García

21 de octubre 2024 - 02:12

La Cartuja de Jerez es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Desde septiembre de este año la Diócesis permitirá las visitas organizadas. Un hecho impensable hasta ese momento.

Los cartujos, desde su llegada en el siglo XV, fueron los que imprimieron carácter al conjunto monumental, donde la vid, su fruto, queda plasmada en el fuste de las columnas que adorna la bella fachada realizada por el jerezano Andrés de Ribera.

Esta Orden han sido objeto de representación en el etiquetado de vinos y destilados jerezanos

Las bodegas Cayetano del Pino comercializaba un aguardiente superior y otro anisado representando en la etiqueta la figura de un cartujo, marca registrada en 1904, como indica la historiadora Ana Gómez en su obra La imagen publicitaria del Marco de Jerez (tomo III).

También en el anís de los RR.PP. cartujos, de Carrasco y Cía., inspirada en un grabado de E. Grutzner que fue publicado por La Ilustración artística en 1885, pero con la peculiaridad de vestir de mercedarios.

Anís de los RR.PP. cartujos, de Bodegas Carrasco y Cía.
Anís de los RR.PP. cartujos, de Bodegas Carrasco y Cía.

La compañía García&Díaz tenía su anís cartujo, con la figura oronda, a medio cuerpo, de uno de sus miembros.

En esta relación entre el clero y el vino nos podemos remontar a los inicios de la literatura española, hay ejemplos preclaros.

Nos viene a la memoria Gonzalo de Berceo, en el siglo XIII, y su solicitud por ‘fer una prosa en román paladino’, que ‘bien valdrá un vaso de bon vino’.

Y aunque él se contentaba con un vaso, otros como Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, un siglo después, advertía a sus hermanos en El libro de buen amor aquello de:

‘Que comer sin mesura y con glotonería

y beber mucho vino —como más de uno hacía—

mata más que cuchillo, Hipócrates decía’.

Más de una copa se tomaría el capellán de las bodegas González Byass, el padre Fontán. Este sacerdote aparece, catavino en mano, ocupando el centro del dibujo realizado por el capitán mercante Mr. Thompson en 1862. Esta escena tuvo lugar en una de las dependencias de la bodega, donde aparece otros personajes en animada charla probando los vinos de Manuel María González Ángel.

El padre Fontán, capellán de González Byass, 1862.
El padre Fontán, capellán de González Byass, 1862.

En las etiquetas

Resultan llamativas algunas de las representaciones de clérigos en el etiquetado vinatero del Marco de Jerez.

Ponche del fraile, de José Pemartín.
Ponche del fraile, de José Pemartín.

Tenemos la de San Cayetano, que se anunciaba como un vino preservativo de la difteria, lo comercializaba Cayetano del Pino, y para ser más sugerente se mostraba al santo sentado, botella en mano, junto a un niño que levanta una copa. En este caso viste con el hábito talar blanco y negro.

Etiqueta del vino San Cayetano, de Cayetano del Pino.
Etiqueta del vino San Cayetano, de Cayetano del Pino.

O bien el vino milagroso León XIII de las bodegas de Juan Valencia, que junto a la del ponche del fraile, de José Pemartín, nos permite tener una idea de las especiales relaciones entre los bodegueros y las autoridades eclesiásticas. 

El vino milagroso León XIII, de Juan Valencia.
El vino milagroso León XIII, de Juan Valencia.

Vino para la consagración

Según la Instrucción General del Misal Romano, el vino para la celebración eucarística debe ser “del producto de la vid” (Lucas 22, 18), natural y puro, es decir, no mezclado con sustancias extrañas.

Habitualmente, llevan en su etiqueta la leyenda “Apto para la Santa Misa”. En caso de urgencia, puede ser utilizado otro vino, siempre que sea de buena calidad, lo que expresa la dignidad que tiene el culto litúrgico.

El jesuita Eduardo Vitoria, un experto en la materia, escribió un librito, a manera de guía, titulado El vino dulce para misas, editado en Madrid en 1909.

Muchas de las bodegas de Jerez producían sus vinos puros de uva para consagrar, o de misa. El de Agustín Blázquez era recomendado por el mismo obispo de Cádiz.

Un aspecto divertido es la escena que aparece en un vino de este tipo en la etiqueta de Fdez. Leña-Rendon, En la sacristía, dos monaguillos se disputan beber del vino para la liturgia, mientras que un tercero se lo bebe de la botella.

Monaguillos en una etiqueta de Fdez. Leña-Rendon.
Monaguillos en una etiqueta de Fdez. Leña-Rendon.

En tiempos más recientes el Grupo Estévez lanzó en el 2007 una serie limitada y numerada con la marca Pelícano, símbolo del amor extremo.

Lo mismo hizo Fernádez-Gao en el 2017 con su vino De Ecclesia.

De la sátira a la crítica

La visión satírica y burlesca de los representantes de la iglesia católica disfrutando del vino la podemos ver en dos pinturas de Eugenio Lucas Velázquez, pintadas en la segunda mitad del XIX, Majas y frailes en una bodega y ¡Viva el vino!.

Fraile dormido junto a la bota de vino de Jerez.
Fraile dormido junto a la bota de vino de Jerez.

En la Francia librepensadora de aquellos años hay que recurrimos al pintor de origen belga Georges Croegaert (1848-1923). Un artista conocido por su tendencia academicista, especializado en la pintura de género asociada al realismo y el arte anticlerical.

Sus personajes visten elegantes y llamativas indumentarias de vivos colores. Uno de ellos es el titulado Sherry glass and biscuit.

'Glass of sherry and biscuit', por Georges Croegaert, finales del XIX.
'Glass of sherry and biscuit', por Georges Croegaert, finales del XIX.

El principal representante del anticlericalismo republicano en España fue el semanario satírico El Motín, fundado por José Nanken, cuyo primer número salió a la calle el 10 de abril de 1881, aprovechando la mayor libertad de prensa que permitió el nuevo gobierno liberal.

Inicialmente El Motín era una modesta publicación de cuatro páginas, cuyos objetivos eran la defensa de la unidad de los republicanos en un único partido y la lucha contra el conservadurismo y el clericalismo. El periódico vivió un período de esplendor alcanzado tiradas de más de 20.000 ejemplares y multiplicando su tamaño.

Para el tema que nos ocupa reproducimos dos dibujos publicados en sus páginas.

Uno lleva este texto a píe de imagen: ‘Contraste ente la mesa de un cura rural y la de los frailes’. Composición dual que muestra la forma de vivir de unos y otros. Junto a la mesa opíparamente servida de los frailes hay un barril de jerez.

Imagen burlesca de los frailes en 'El Motín'.
Imagen burlesca de los frailes en 'El Motín'.

De 1915 es otro grabado de esta revista donde ocho frailes se deleitan catando vinos de diferentes toneles, entre ellos dos de jerez. Al pie del mismo se lee: ‘Falsa idea que tenían nuestros antepasados de lo que ocurría en los conventos de fraile’, 1915.

Sátira contra los frailes en 'El Motín', 1915.
Sátira contra los frailes en 'El Motín', 1915.

El buñuelo fue otro periódico satírico antimonárquico que se publicó en Madrid entre abril de 1880 y marzo de 1881. 

Se atribuye su fundación al periodista y dramaturgo madrileño Salvador María Granés (1840-1911), conocido con el seudónimo de Moscatel.  

Su dibujante más destacado, ‘un distinguido artista que oculta su nombre bajo el pseudónimo de Demócrito’, era Eduardo Sojo (1849-1908).

De él es la ilustración Vita bona, que recrea a un satisfecho y grueso fraile lamiendo una taza de chocolate, y sobre la mesa una botella de jerez.

Dibujo satírico de un fraile (bebedor de jerez) en 'El buñuelo', 1881.
Dibujo satírico de un fraile (bebedor de jerez) en 'El buñuelo', 1881.

La literatura también se posicionó, tal es el caso de La bodega (1905), de Vicente Blasco Ibáñez. Del personaje del poderoso bodeguero jerezano, Pablo Dupont, escribió: ‘Todos los años agradecía dedicando una parte de sus guanacias al auxilio de las nuevas órdenes religiosas establecidas en Jerez’..

La iglesia anglicana tampoco se salva del ojo crítico de los caricaturistas de los principales medios británicos.

El Evening Standar, de 31 de marzo 1981, publicaba de uno de sus habituales colaboradores. Jack (Raymond Jackson), esta viñeta donde tres anciano sacerdotes, con gota, beben oporto, pero uno de ellos exclama: ‘Ni muerto me verían en un anuncio de jerez’ (I wouldn´tbe seen dead in a sherry commercial).

Humor gráfico inglés en el 'Evening Standar', 1981.
Humor gráfico inglés en el 'Evening Standar', 1981.

Curas de cine

El séptimo arte, el cine, también ha sido un medio de comunicación de masas donde el público ha podido ver en la pantalla grande, como en su pase por televisión, a grandes intérpretes dando vida a sacerdotes aficionados al jerez.

En Las llaves del reino (The keys of the Kingdom, 1944) dos sacerdotes irlandeses, a los que dan vida Vincent Price y Gregory Peck, comparten una botella de Amontillado que el primero ha traído desde Irlanda.

Amontillado en el film 'Las llaves del reino' (1944).
Amontillado en el film 'Las llaves del reino' (1944).

De los católicos pasamos a la figura de los reverendos de la iglesia anglicana. Con dos títulos donde el religioso lo interpreta el siempre jovial actor Miles Malleson.

El obispo Franklin de El perro de Baskerville (The Hound of Baskerville, 1959), comenta que el mejor jerez de Devon lo bebía Sir Charles, que sabía disfrutar de las cosas buenas.

Fotograma de 'El perro de Baskerville' (1959).
Fotograma de 'El perro de Baskerville' (1959).

Como simple párroco lo vemos ofreciendo jerez a Lord Henry - el actor Terry Thomas- en la comedia La verdad al desnudo (The Naked Truth,1957).

Tío Pepe en 'No somos de piedra' (1968).
Tío Pepe en 'No somos de piedra' (1968).

De nuestro país he escogido dos ejemplos muy ilustrativos, con No somos de piedra (1968), de Manuel Summers, y la imagen del supuesto obispo agasajado con langostinos y Tío Pepe; y La vaquilla (1985), dirigida por Luis García Berlanga, donde el cura del pueblo ofrece al capellán castrense un jerez dulce, ‘un jerez buenismo’.

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